OPINIÓN

Israel busca excusas para romper el alto el fuego en Gaza

30.10.2025

OTHER NEWS (Por Alejandro López* – Diario Red) – La tarea de implantar estos acuerdos si no hay colaboración de las partes, como está mostrando Israel, es quimérica. La fragilidad de estos términos era tan evidente que bastaba una mínima excusa para derribarlos. Y así está ocurriendo.

 

Tenía que ocurrir. Como buena parte del gabinete de gobierno israelí venía señalando, la recuperación de los rehenes de manos de Hamas no podía implicar el cese de las operaciones que llevaban a cabo en la Franja de Gaza. La imposición de unos términos de alto el fuego por parte de la Administración Trump tampoco buscaba en caso alguno la solución política del problema de fondo, sino el cese al drenaje de capital político que Tel Aviv estaba propiciando entre sus socios occidentales y del mundo árabe e islámico.

La quiebra del acuerdo de alto el fuego no puede comprenderse simplemente como un desacuerdo técnico o una violación puntual de los términos pactados. Su colapso, de sostenerse en el tiempo, respondería a una disputa más profunda por sostener el relato. Israel nunca ha destacado por su interés en defender una retórica concreta, cuya importancia ha sido clave apenas solo en los países europeos, puesto que contaba con el amparo de la impunidad que le ofrecían Estados Unidos y sus socios.

Pero Trump ha mantenido ya varias discusiones con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, donde habría expresado su hartazgo ante dicho sumidero de capital político. El discurso estaba perdido y Washington planteó que Israel no podía ir contra todo el mundo. A pesar de todo, esta renovada presión internacional, especialmente desde Estados Unidos, no debe entenderse como un gesto de altruismo en pos de la tregua humanitaria, ya que se ha seguido apoyando cerradamente las operaciones israelíes de intervención en Líbano, Siria, Yemen o Irán. Como decía el canciller alemán Friedrich Merz, Occidente al final del día debía agradecer a Israel por estar llevando a cabo "el trabajo sucio" por ellos, agrediendo a los países no alineados con sus gobiernos.

¿Entonces por qué esta urgencia para lograr una tregua en Gaza? En definitiva se trataba de una medida para evitar la ruptura de los acuerdos y las relaciones que Estados Unidos planteaba cerrar con los países árabes para estabilizar sus intereses en Oriente Medio y mover sus activos a otras regiones donde tiene planes más agresivos como en el Pacífico o en el Caribe. También se buscaba frenar la sangría de apoyos diplomáticos que Israel continuaba cosechando, especialmente entre algunos países europeos movidos por el daño electoral. A través de dicho alto el fuego, retomar o mantener las relaciones con Israel no supondría un daño tan grave para sus gobiernos.

Desde comienzos de año, Hamás había aceptado múltiples propuestas de alto el fuego que resultaban incluso más favorables para Israel de lo que hubieran sido para ellos mismos. Sin embargo, pese a ese aparente avance diplomático, el gobierno israelí se negó a asumir los compromisos que implicaban esas ofertas. No se trataba de alcanzar una paz estable, sino de gestionar los discursos para justificar que era Hamas quien los incumplía. Eso sí, siempre esperando a que el grupo islamista hubiera entregado sus exiguas bazas negociadoras, los rehenes.

Profundizando en esos objetivos de fondo que señalaban algunos miembros del gabinete de gobierno israelí, se debía garantizar la continuidad de la operación militar una vez se liberase a los prisioneros de Hamas, sumando además ese tanto político que tanto desgaste interno les estaba causando. Aceptar unos acuerdos con apariencia conciliadora pero diseñados para fracasar en último término era una estrategia válida para Israel y era indiferente para una comunidad internacional que solo quería el cese de las imágenes de masacres. Pero Israel había señalado que, aunque Hamas o la Autoridad Palestina fueran privadas del acceso a la gobernanza de Gaza, era necesario impedir por todos los medios la consolidación de un Estado palestino independiente.

Por ello cualquier paso que normalizase la situación en torno a los aspectos políticos del problema estaba fuera de la mesa. Si el proceso colapsaba tras la liberación de los rehenes, Israel conservaría los logros obtenidos, mientras Hamás perdería sus cartas de negociación. Además Estados Unidos se propuso para liderar el comité político supervisor y el despliegue de una fuerza internacional que sustituyera tanto la presencia israelí como el control de Hamás. Esta fórmula implicaba la compleja disolución práctica de Hamas, pero también el final de la ocupación israelí de Gaza, ya que Tel Aviv debía comprometerse a entregar el control del territorio a manos internacionales.

La fragilidad de estos términos era tan evidente que bastaba una mínima excusa para derribarlos. Y así está ocurriendo. Especialmente una vez Israel encuentre el punto en el que pudiera ser más conveniente una ruptura que la implantación del acuerdo. Desde poco después de la firma, comenzaron las acusaciones de ataques cruzados, destrucción de infraestructuras por parte de Israel, retrasos o errores en la entrega de los rehenes o sus cuerpos, recordando a lo sucedido en anteriores intercambios de prisioneros como los del mes de enero.

Israel argumentó que Hamás había violado el pacto al no entregar los restos de varios rehenes fallecidos, sobre todo al recuperarse los restos fragmentados de un cuerpo ya entregado en 2023. Esta cuestión, que se llevaba comentando por detrás desde poco después de la firma, por lo evidente que se hacía la imposibilidad de recuperar todos los cuerpos, sirvió de justificación inmediata para declarar roto el acuerdo y ordenar nuevos bombardeos sobre Gaza. En cuestión de horas, se registraron decenas de nuevas víctimas palestinas. Aunque no se trató de una vuelta a las operaciones a gran escala, se marcó un camino.

No es en absoluto algo aislado. Israel ha señalado los ataques de Hamas contra algunos de sus efectivos en Gaza o contra otras milicias palestinas que colaboraban con Israel como muestras de la falta de compromiso del grupo islamista palestino con los términos del acuerdo. La conveniencia de los acontecimientos y el equilibrio de la presión estadounidense para no perder más apoyos en la región marcarán los tiempos de la escalada o de la desescalada. Ya que todo esto acaba de empezar con la parte que debería resultar más sencilla para tal compromiso: el alto el fuego.

Pero las siguientes fases se complican de manera insostenible si no existe voluntad de permanencia. La desarticulación de las capacidades de Hamas, la entrega del control territorial y del gobierno por parte de Israel y los grupos palestinos a una nueva coalición internacional, la entrada de fuerzas militares extranjeras, la desradicalización y reconciliación de ambos bandos, la reconstrucción de Gaza bajo los criterios de un gobierno que no cuenta con el refrendo de su población y la construcción de una Palestina sin contar con los palestinos.

Se podrá hablar de lo viable de estos términos, si realmente tienen la más mínima intención de resolver el conflicto político o si en algún momento se permitirá la consolidación de un Estado palestino independiente y soberano, pero desde luego la tarea de implantar estos acuerdos si no hay colaboración de las partes, como está mostrando Israel, es quimérica.

*Alejandro López, antropólogo y analista de política internacional. Desde el año 2020 forma parte del equipo de Descifrando la Guerra como coordinador. Ha participado en distintas investigaciones y se he embarcado en viajes y expediciones por multitud de países, incluyendo como enviado especial a Ucrania, Rusia o la cumbre de la OTAN. Ponente universitario y analista en multitud de medios de comunicación, tanto en prensa como en radio y televisión por todo el mundo, también ha escrito varios libros como «Ucrania, el camino hacia la guerra» o «La pugna por el nuevo orden internacional».

 

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Internacionales
2025-10-30T17:09:00

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