Federico Filippo

El Homo Ciguapa


BUENOS AIRES, 26 Nov (UYPRESS/Federico Filippo)_ Lo sostenía Charles Darwin en su teoría de la evolución, el hombre, al igual que cualquier otra especie, evoluciona, se adapta a los cambios incesantes del devenir de la vida. Lo que somos hoy es el resultado de esa construcción biológica, social, cultural que dio como resultado al Ser Humano que conocemos – que recibe el nombre científico de Homo Sapiens Sapiens (del latín Homo=hombre, Sapiens=sabio).

Entre nosotros también solemos llamarnos genéricamente como “el hombre o los hombres”. Las capacidades mentales de Hombres y Mujeres nos han permitido inventar, aprender y utilizar estructuras lingüísticas complejas, como las matemáticas, la escritura, la ciencia y la tecnología. Si nos comparamos con otras especies se puede decir que los seres humanos - no solo los hombres – somos bichos bastante sociales – por ahora -, y capaces de trabajar conceptos totalmente abstractos. Pero la evolución inexorablemente sigue su curso.

Además como somos bastante creídos de nosotros mismos nos autodefinimos con la distinción de Sabios o Sapiens. Lo de mantener el status de sabio está por verse, nuestro próximo estadio en el proceso evolutivo, de no mediar un cambio de actitud, bien podría pasar a llamarse el Homo Ciguapa o Curupira.

La Ciguapa o el Curupira, según la cultura popular de la República Dominicana o de Brasil respectivamente, y semejantes al cuco o viejo de la bolsa que conocemos en el Cono Sur, están representados por extraños seres salvajes. En Dominicana con aspecto más bien femenino, en algunas regiones los campesinos dicen que son diminutas y de cuerpo desproporcionado; otros que tienen las piernas largas y delgadas; algunos afirman que son velludas y unos pocos que están bellamente emplumadas. En Brasil por el contrario el Curupira se lo representa más bien como un niño salvaje. Sin embargo, “Todos sostienen que tienen el rostro hermoso y que son muy ariscas. Quizás las ciguapas mas que bellas y ariscas, sean tristes, pues tienen los pies al revés y dejan sus huellas contrarias al rumbo de su destino...” (www.cuco.com.ar/ciguapa.htm).

Este último aspecto distintivo de los pies al revés me sirve para sugerir que los seres humanos corremos efectivamente el riesgo de dejar como rastro de nuestra evolución esa imagen. Son claras las huellas indelebles sobre nuestra capacidad de progresar (el hombre en la luna, la era digital, la cura de diferentes enfermedades, la velocidad con que nos transportamos, la nanotecnología, la biotecnología, las tecnologías de todo tipo) pero, al mismo tiempo, el destino aparece incierto. Un contrasentido después de todo lo que hemos logrado como especie, convivimos con amenazas autoimpuestas tales como el cambio climático, la capa de ozono, las crisis económicas globales, las nuevas enfermedades, las guerras siempre absurdas, toda una paradoja de nuestra evolución.

La culpa no se la podemos echar al pobre de Darwin, la culpa la tenemos solo nosotros que seguimos siendo unos animales. El Homo, es decir el individuo, este ser contemporáneo evidencia toda su potencialidad poco constructiva de cara al futuro.

Puedo ver ya algunos rasgos o cambios morfológicos en algunos pies jóvenes. El Homo Ciguapa va apareciendo en seres que tienen entre sus mayores sueños sus propios caprichos individuales e inmediatos, un ser casi obsesionado con su cuerpo y apariencia física, atento a todo lo que pueda hacer con el para adecuarlo a modas y tendencias. Tiene a la moda como referente casi espiritual de su imagen personal. Ni miras de querer cambiar el mundo o nada que se le parezca, eso le resultará absolutamente ajeno. Entiende que solo le resta disfrutar. Esa misma impotencia que le impide cambiar el mundo encontrará, en muchos casos, refugio en redes sociales virtuales, o prácticas de esoterismo, en la astrología o en todo tipo de libros de autoayuda. Se van convirtiendo en seres empeñados tozudamente en ganarle una batalla al tiempo, ser jóvenes todo lo que se pueda ayudados por la ciencia de la estética, ya nadie quiere arrugas, canas, ojeras o algún que otro quilito.

La sensibilidad humana sufre importantes ajustes evolutivos, solo inmensas catástrofes, calamidades, desastres y sufrimientos logran activar las fibras más sensibles, ya templadas por la rutina de la vida misma, se han acostumbrado a heridas supuestamente menores, como el hambre en el mundo, se convive con la inseguridad, las guerras en directo, los escándalos políticos, las iglesias que ya ni se explican a si mismas… Una especie despolitizada, siempre insatisfecha de todos y de todo, más maleable en pensamientos y estados de ánimo, que difícilmente se entusiasman, se detienen, se comprometen o se equivocan.

Cada cual con su verdad. Donde es más fácil expresarse a través de interfaces digitales y pantallas, donde un delete es suficiente para seguir aferrado a lo que quiero escuchar y ver. A mi verdad. El cara a cara pierde sentido e imaginación. Una especie que corre el riesgo de volver a sus viejas cuevas, ahora en solitario y ciberconectados.

Seamos realmente Sabios para que en nuestro rastro de Homo terminen coincidiendo huellas y destino.

(*) "Como decía mi abuelo, un Cittadino del mondo"

Federico Filippo

 

Actualidad
2010-11-26T08:54:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias