Entrevista a Gerardo Sotelo
18.10.2014
MONTEVIDEO (Uypress/Ana Jerozolimski ) – Gerardo Sotelo: ‘Casi encuentro buenas razones para votar a todos los candidatos y a la mayoría, buenas razonas razones para no votarlos’.
Gerardo Sotelo (56), conocido por su labor periodística en radio, prensa y televisión, también tiene lo que decir sobre el escenario del stand-up ..y ahora está por sacar su primer libro..En una extensa conversación, en la que habla también de sus intentos futbolísticos y su amor por la música, recuerda también su visita a Israel. El original es publicado en "Semanario Hebreo".
Gerardo, hay mucho tema para hablar contigo, pero quisiera comenzar con tu nuevo proyecto. Un libro, una propuesta de una editorial, que te gustó como nuevo desafío..Contame por favor de qué se trata..
En efecto, ahora tengo un nuevo desafío que es la edición de mi primer libro, una crónica sobre el regreso de Wilson Ferreira Aldunate. Me tocó venir en el barco como periodista y siempre tuve la idea de que esa circunstancia tan excepcional, con un abordaje de la Armada en pleno Río de la Plata, despliegue de tropas, movilizaciones populares y en medio de la intrincada situación política que vivía en ese momento la transición, aportaba un material riquísimo para hacer una crónica. Así que apenas tuve una oferta de Editorial Planeta me puse a trabajar. El libro se llama "Las cartas contra el pecho", una expresión del propio Wilson para definir el sentido estratégico que tenía que utilizar para que su jugada fuera efectiva. Creo que es el primer libro que se ocupa del episodio como tema central y desde una perspectiva no partidaria sino profesional.
Hay diferentes escritos sobre el regreso de Wilson ..Recuerdo haber leído años atrás un capítulo dedicado a eso, en el libro de Raúl Vallarino sobre el Vapor de la Carrera, pero esto es otra cosa, un libro entero dedicado al tema...Que sea un éxito pues.
Dime..¿cómo estás viviendo la campaña electoral del lado del periodista? ¿Más intolerante que otras pasadas?
No percibo demasiada intolerancia, aunque siempre hay expresiones de ese tipo. Lo digo a nivel intelectual. Para empezar hay un candidato que es mayoritario (Tabaré Vázquez, del Frente Amplio) que, como es la continuidad del partido de gobierno, tiene que decirle a la gente que todo está más o menos bien. Es lo que dice el eslogan: "Vamos bien". Creo que erróneamente está omitiendo las críticas que le hace la gente a este gobierno, incluso muchos de los que lo votan. Empieza por ocultar lo obvio, lo que no le está haciendo bien. Por ejemplo, ignorar el desgaste que sufrió el ministro Bonomi al frente de una cartera como la de Interior o lo mal que está la educación pública, sobre todo Secundaria.
Y eso que no parece estar en discusión que la educación es uno de los problemas que más preocupan a la ciudadanía..
Si quería impactar en la ciudadanía debió decir: la ley que yo aprobé no sirvió para mucho, tenemos que hacer otra y tenemos que hacerla con la oposición porque éste es un tema importante, y la verdad es que en Secundaria no nos está yendo bien. Pero ni siquiera se animó a hacer eso. Ni hablemos del manejo que hizo de las cifras de inseguridad, lo estamos viendo en Argentina, donde el gobierno generó el malhumor de buena parte de sus votantes porque negó la realidad en materia de seguridad y de inflación, que son cosas que la gente siente en el bolsillo y con los hijos, sobre todo la gente más pobre. Ya ahí no veo un buen nivel en la campaña.
Creo que en la oposición hay gente responsables y hombres inteligentes (también en el gobierno, por supuesto) pero no están aportando nada nuevo, más allá de los jingles, los eslóganes y algún chispazo.
¿Es un elemento refrescante la candidatura de Lacalle Pou?
No tengo dudas, así lo vive la gente. Ya que no tenemos un buen nivel de discusión, por lo menos es alguien que viene con otra cosa, es mucho más joven y me da la impresión de que mucho más franco también. Está la expectativa de su juventud, ha arrimado gente que viene de otros lugares. Si bien los números le dan bien, me parece que el grueso de la población todavía lo ve como un candidato al que todavía le falta experiencia política.
Yo no tenía muchas expectativas sobre esta campaña y, en el fondo, tampoco creo que pueda haber muchas expectativas de que algo cambie significativamente para el próximo gobierno. En países con un sistema democrático y una economía estables, como es Uruguay, se tiende al término medio. Es una sociedad en la que si bien hay problemas graves, como la exclusión social, el fracaso que estamos teniendo en materia educativa y la seguridad, que en buena parte del país es un tema crítico, no espero grandes cambios. Creo que todo va a seguir más o menos como viene, que más o menos está bien, salvo en algunas áreas específicas.
Cuando hablábamos antes de tu show de stand-up-es una parte de la entrevista que publicaré por separado- decías que no te podés poner en el papel de otro si no tenés tu propia vivencia. Yo te pediría combinar tu propia vivencia pero desde el ángulo del que está en el stand up, más humorístico, con tu condición de periodista. Vivencias tuyas que podrían ser material para stand up, ¿hay historias así?
Si, es probable. Si bien me río de casi todo, incluso de la política, tengo un pudor que creo que es por lo menos generacional.
Ahora tenés....
Tengo 56 años. Pertenezco a la generación que pasó su adolescencia en dictadura, la que estaba llegando a la primera línea de fuego en la transición hacia la democracia. Tengo un respeto casi religioso por lo político y por la democracia y la libertad. Yo creo en la política, es más, creo que tenemos un elenco político de gente bastante seria, responsable y honesta.
Casi te diría que encuentro buenas razones para votar a todos los candidatos, en distinto porcentaje, pero encuentro en todos los candidatos alguna buena razón para votarlos, y a la mayoría buenas razones para no votarlos. Me cuesta mucho hacer humor con lo político, pero es un prejuicio mío, no digo que esté mal y mucho menos que no me ría cuando lo hacen otros.
Además porque creo que ahí podría entrar en una línea de colisión, porque la gente podría decir: usted está haciendo chistes acá y después afuera no se ríe de esos chistes. Es más, hay un chiste que estaba haciendo con relación a una interpelación a un ministro de Economía, que lo saqué porque la gente no lo disfrutaba. Hablaba de un ex presidente y yo hacía un comentario sobre la esposa, que fue a una entrevista y dijo que en realidad ya le había arruinado la carrera al ex presidente. Y la gente no se reía de ese chiste, y no lo hago más.
LA VISITA A ISRAEL
Antes comentábamos a raíz de la información de hoy, y yo recuerdo que estuviste en casa en Jerusalem y tuviste esa vivencia de un curso para periodistas...
Si, fue un curso para periodistas en zonas de conflicto que organizaron el MASHAV (Agencia de Cooperación Internacional) de la Cancillería israelí y el (Instituto Internacional) Histadrut, la Confederación General de Trabajadores de Israel.
¿Qué te dejó esa experiencia? Porque vos, tan informado, viste a Israel en directo, que es distinto a la información que hay en los medios.
Me dejó muchas cosas en el terreno espiritual fundamentalmente. Yo soy una persona de formación cristiana, digamos que soy un seguidor de las enseñanzas de Jesús, de formación católica, religión que ya no practico. La figura de Jesús y su mensaje fue y es central en mi vida, me sigue generando misterio, interpelación, inspiración y remordimiento.
En Israel se dio una situación singular, fui con otro colega, un gran tipo y gran periodista, un muchacho católico, Pedro Dutour, de El Observador. Tuvimos percepciones similares, por ejemplo, cuando fuimos a la zona del Río Jordán, presuntamente lugar de bautismo de Jesús, los dos sentimos un rechazo profundo porque es una especie de supermercado, de Aquamanía de los bautismos, no tenía nada que ver. Al mismo tiempo nos emocionó muchísimo la visita a Cafarnaúm, o Kfar Nahum, a la Iglesia de San Pedro, en un lugar muy natural, de hecho está sobre las ruinas del pueblo donde donde predicaba Jesús, de donde era Simón Pedro, es un lugar que debe estar igual que en el siglo I.
Hubo otras cosas que me resultaron muy removedoras, venir del país más agnóstico del mundo a la ciudad donde la religión se vive de la manera más conflictiva en el mundo, es un impacto. Hay por lo menos tres, si no más, grandes religiones que están en esa zona, algo salió mal evidentemente. Se supone que tendríamos que rezar todos, sino mirando al mismo lado por lo menos tolerando al que está al lado, y no funcionó. Eso me impactó mucho.
Y está Israel mismo, como país...
Claro. Lo otro que me impactó fue Israel como Estado en el sentido amplio, como nación. Sobre todo visto en la dimensión territorial. Yo he estudiado negociación y resolución de conflictos, y uno suele imaginarse al otro, al adversario, como alguien que está en otro lugar. Nos separa un río, una montaña, una frontera, un muro, algo, hay un sentido de la distancia. En el caso de Israel eso no existe, no se sabe si tus enemigos son los palestinos, los judíos, los radicales de tu bando, los dos, que a su vez se matan entre ellos...
Me acuerdo de una imagen muy fuerte que me quedó cuando fuimos a la Universidad Hebrea de Jerusalén, que había una chica judía y un chico palestino, que integraban una organización cuyo nombre ahora no recuerdo, que te planteaban cómo se resolvía el problema de Jerusalén con un plano. Ponían unas líneas punteadas de diferentes colores, muros, túneles, todas las formas imaginables para separar lo que está intrincadamente unido. Al margen de cualquier consideración política o religiosa, esto es imposible. No se puede hacer una ciudad en donde pasa un túnel, después sale un muro, te movés dos metros para allá o para acá... Y en realidad lo que te impacta es que el conflicto se da entre grupos, que además de tener diferencias internas, están uno arriba del otro, no uno enfrente al otro. Es un conflicto que prácticamente borra la separación territorial. No hay guionista de Hollywood que pueda inventar una tensión semejante.
Después vine a Montevideo y di una conferencia en la Universidad ORT Uruguay el titulada "Las siete fronteras de Israel", que es más o menos una síntesis de lo que yo alcancé a entender, de cómo allí se dilucidan cuestiones que tienen que ver con fronteras, no solo de lo que algún día supongo que serán dos Estados, sino fronteras culturales, políticas, de valores. Creo que es un error pensar que el problema se arregla resolviendo solamente dónde va la frontera territorial, aunque puede ayudar.
¿Viste un Israel muy diferente al que te imaginabas?
En el Mahane Yehuda entrás y está todo lleno de colores, aromas, los gritos, la gente, los vestidos diversos... Esa me pareció la imagen más impactante, no es que sean dos culturas, como decía el ex cónsul israelí en Montevideo, Yosef Levi: "yo no me imagino mi país sin los árabes, sería otro país". Todo eso a mí me impactó mucho, al margen de que siga siendo un Estado judío, o que deba seguir siéndolo como yo creo que ha de seguir siéndolo, eso te cambia.
Cuando fui a los Altos del Golán, te parás ahí arriba, desde donde hace unas décadas se bombardeaba, y pregunté: "¿Qué son esas luces que se ven por allá?", y me dicen: "Jerusalén". "¿Pero cómo? -pregunto- "Hasta yo vengo con un cañón y me pongo a disparar", y ahí entendí. En un momento un piloto de la Fuerza Aérea Israelí me comentaba que en un F16, cruzar Israel de este a oeste, llevaba unos pocos segundos, y me decía: "lo mismo le lleva a nuestros enemigos". No es que tenés que prepararte por si algún día te invaden y tenés que hacer 700 kilómetros, no, está todo ahí: tus aliados, tus enemigos, tu familia, los que te van a matar en cualquier esquina, los que te van a defender. Eso te impacta mucho porque te da la tensión con la cual viven cuando la cosa se pone más violenta.
Hay otra imagen que a mí me impactó mucho, porque también, cuando estudiás y aprendés el valor de ver el conflicto desde la perspectiva del otro, es cuando te termina de cerrar. Fuimos a Hebrón -que es una ciudad árabe muy pobre- y miramos hacia donde queda Tel Aviv, y nos acordábamos de lo que era Tel Aviv, una ciudad europea en términos generales, pujante, moderna, y todo lo que es Israel en tecnología, desarrollo e infraestructura, en instituciones del primer mundo. Y ahí hay otro conflicto, más allá de que este pibe que está sentado en la vereda sin nada para hacer, además de que sus abuelos tomaron decisiones equivocadas, en el caso de que tenga una reacción positiva tratará de conseguirse un trabajo en Israel, pero la otra opción es ir a tirar piedras.
Cuando estás allí comprendés cómo aquella vida es un caldo de cultivo de la violencia y por qué se puede llegar a festejar atentados. Si podés ver la dimensión vivencial del conflicto terminás de entender lo que sustenta los conflictos, que son temas emocionales, subjetivos, de percepciones. Además del dolor acumulado en uno y otro bando, las frustraciones, la sensación de derrota y humillación, que también juegan un rol cuando se toman de decisiones.
CONFLICTO Y COBERTURA
Vos que estuviste allá, ¿cómo ves vos la forma en que los medios de comunicación en Uruguay enfocan el tema del conflicto?
Yo sé que a nivel de la colectividad judía hay una visión muy negativa de los medios, y la puedo entender. Los medios uruguayos cubren muy mal toda la información internacional porque sienten, no sé si en el acierto o en el error, que la información internacional para la gente tiene un valor secundario. Eso en parte es razonable: la gente siente más lo que la toca más íntimamente.
Si vamos por la calle la gente difícilmente sepa dónde está Crimea o cuál es la diferencia entre Ucrania y Rusia. Israel se siente más cerca porque en Uruguay hay una colectividad judía relativamente numerosa y saben qué es Israel, pero los medios cubren muy mal toda la información internacional. Se cubre el emergente, el atentado, el bombardeo de las Fuerzas de Defensa.
Felizmente no hay desde hace un buen tiempo atentados suicidas en territorio israelí, pero si mañana aparece un loco y hace volar un restaurante, todos decimos: "Che, ¡qué horrible! ¡Pobre gente inocente!", pero eso se da totalmente descontextualizado. De la misma manera, cuando vuelan los aviones israelíes sobre Gaza, y muere gente que está abajo de la bomba, la gente también dice "Che, ¡qué horrible! ¡Muere gente inocente!". En ambos casos la visión que tiene el televidente, el ciudadano, es totalmente descontextualizada, porque la gente tiende a empatizar con la víctima, como parece obvio.
Como yo leo regularmente noticias sobre Medio Oriente, me doy cuenta cuándo se intensifican los bombardeos en la frontera con Gaza, que recorrí en un buen tramo y conocí habitantes de ciudades y kibutzim, comenté en la producción del noticiero de Sarandí: "Che, que no les extrañe que en un par de semanas haya una represalia del Ejército israelí sobre Gaza, porque se están intensificando los bombardeos. Ahí vive gente, la gente presiona a las autoridades, etc." Y ya antes de la guerra, una mañana estaba en la radio y un compañero me dice que están bombardeando sobre Gaza. Claro, quizás mañana tengamos en todos los medios que hay algunas víctimas, y la gente dice: "¡Qué horrible! Los judíos bombardeando a la población indefensa". Y sí, es horrible, lo que pasa es que eso tiene una historia que nadie le contó, para el espectador son aviones que vuelan sobre población civil y que matan civiles.
En el caso de Israel los conflictos son agudos y entre partes desiguales en más de un sentido, en valores morales concepciones sobre la vida, pero también en armamentos y posibilidades de desarrollo. Eso, sumado al viejo antisemitismo que siempre está latente y a la información parcializada o descontextualizada, terminan generando una realidad virtual, desenfocada y tendenciosa.
EL CAMINO HACIA EL PERIODISMO
¿Qué había en el hogar de los Sotelo del Giacco por lo cual quisiste ser periodista?
Había un padre y un tío obreros gráficos en una época en la que había diarios para leer todos los días y en casi todas las casas. La letra impresa para mí era algo muy vinculado a mi familia. Los diarios eran la prolongación del trabajo de mi padre, aunque no siempre trabajaba en diarios, pero lo hizo bastante, yo iba a los diarios.
Había un proceso de politización en todo el país que en mi familia se vivía de una manera muy intensa. Mi padre tenía responsabilidades sindicales, mi abuela era hija de gallegos y tenía un carácter muy fuerte, era muy crítica en términos políticos. Había también una radio Geloso que me resultaba mágica, con sus informativos, sus canciones, sus programas de humor. La radio me deslumbró desde niño.
En los primeros ocho o diez años de mi vida, entre fines de los 50 y mediados de los 60, lo que se hacía en las casas era escuchar radio. La televisión entró siendo yo bastante chico, pero recuerdo ir a mirar televisión a lo de mis tíos, que vivían a unas cuantas cuadras, o en la casa de al lado de lo de mis abuelos, donde se juntaban varias familias a el Club del Clan. Pero era una cosa de otro planeta, no me generaba un vínculo, nunca me imaginé haciendo televisión. Lo otro que había también era que la gente hacía comentarios sobre mi voz, cuando yo tenía., qué sé yo... diez años.
Antes de que cambiara tu voz...
Claro, cuando yo era un niño. Atendía el teléfono la gente me decía "Hola Toto" pensando que era mi padre, cuando aclaraba que era Gerardo me decían "¡Qué linda voz que tenés para hacer radio!". Era un comentario de esos que de chico no entendés.
Lo otro es que desde muy chico escribir me resultaba una experiencia particular. ¿Viste que para los niños es una condena que te manden hacer una redacción por ejemplo sobre la visita a un museo o a una granja? Bueno, yo me sentaba a escribir. No a cumplir con los deberes sino a escribir con el deseo de comunicar algo, de decir algo. Los deberes de matemática los hacía correctamente y pegaba la hoja de los plátanos cuando llegaba el otoño sin ningún tipo de emoción. Pero por alguna razón escribir me generaba una especie de compromiso, quizás porque de niño era bastante tímido.
No lo puedo creer.
Todavía soy tímido, pero de niño era extremadamente tímido. Sentarme frente a la hoja en blanco, sin nadie que interfiriera, me hacía sentir con deseos de contar. Una cosa muy rara, sobre todo para un niño chico. Supongo que de toda esa mezcolanza surgió la vocación periodística. También hay un componente de descarte, y es que tuve que elegir una profesión en plena dictadura.
Justo periodista no era lo más fácil.
No. Pensé en estudiar Historia, porque me gustaba. Habría sido más o menos de la generación de José Rilla y Gerardo Caetano. Era como una forma oblicua de vincularte a lo político. Habría sido un pésimo profesor, pero al margen de eso...
Parece que sos muy didáctico cuando hablás.
Sí, he dado clases en la Universidad ORT y trato de hacerlo lo mejor que puedo, pero no tengo particularmente una vocación pedagógica.
Allá por el año 1979, con Carlos Muñoz, el director del stand up, amigo de toda la vida y periodista, nos enteramos de que en la UTU había una carrera de Periodismo. Era toda una novedad a todo nivel, pero sobre todo en la educación pública. Carlos se fue para Europa, pero yo al año siguiente me anoté, cursé los dos años de periodismo y después ya empecé a trabajar. Fue una cosa, no diría accidental porque en el fondo no lo fue, pero el resultado de toda una serie de factores familiares y personales. Básicamente me di cuenta ya a esa edad de que había dos cosas que yo quería ser y no iba a poder ser: jugador de fútbol y estrella de rock, así que dije: "Vamos a salir a laburar porque si no nos vamos a morir de hambre".
FUTBOLISTA O ESTRELLA DE ROCK
¿Físicamente no eras muy bueno para jugar al fútbol?
No, era muy malo. Mis extremidades no acompañaban las genialidades que se me ocurrían. No era lo mío.
Lo de estrella de rock es genial, por favor, entrá en detalles.
Estudié música, tuve distintas aventuras musicales, de hecho sigo estudiando música, pero nunca me dediqué profesionalmente. Toco guitarra con regularidad. Digamos que soy un periodista de la guitarra. Leo cosas, hago ejercicios, estudio...
Pero te hubiera gustado llenar el estadio el sábado.
Me hubiera gustado tocar con Paul (McCartney), más bien. Los Beatles para mí fueron fundamentales, son parte del descubrimiento de la radio y de la vocación. A mí me marcaron la vida.
Tuviste un antes y un después de los Beatles.
Sí, totalmente. Me acuerdo del día que escuché por primera vez a los Beatles, que fue la canción "Michelle", me acuerdo de dónde estaba, me acuerdo de la radio. Estaba en el piso, jugando, tenía 9 años y hubo algo que sonó, que me dejó extasiado, como cuando Tom saca el queso y Jerry empieza a volar. Y le pregunto a mi madre: "¿Qué es eso?". Eran los Beatles. Después obviamente te vas involucrando, vas entendiendo las letras, te vas arrimando a la música.
URUGUAY, JUDÍOS E ISRAEL
Gerardo, ¿algo más que quisieras comentar?
El hecho de ser amigo del presidente del Comité Central Israelita Sergio Gorzy, me genera una cercanía mayor con la comunidad judía uruguaya.
Recordemos, Gorzy fue tu compañero, con Washington Abdala, el "turco", en el stand -up....Ya hablaremos de eso por separado...
Así es. Pues te diré que en una entrevista le hicieron una pregunta sobre las diferencias que puede haber entre el gobierno uruguayo y el israelí a raíz del reconocimiento del Estado palestino, Y él dijo: "Para el Comité Central Israelita hay un solo gobierno, y es el uruguayo. Somos una comunidad de judíos uruguayos". Cómo a veces aún conociendo bastante la manera cómo sienten los judíos al Uruguay, que son muy reconocidos en Israel porque son los que mantienen un vínculo más estrecho y las costumbres con relación a otras comunidades de la diáspora, cómo todavía asociamos a la comunidad judío uruguaya con Israel, como si no fueran propiamente uruguayos.
Simplemente me sorprendió la precisión de la respuesta, reafirmando algo que yo sabía, pero cómo a pesar de eso igual se sorprenden de lo obvio. Y cómo en definitiva hay muchas cosas que siguen teniendo que ver con prejuicios que hay que superar. También es la consecuencia, seguramente no deseada, de que los judíos uruguayos se hayan ocupado de hacernos sentir cerca a Israel.
Sí, hay un vínculo emocional muy grande.
A diferencia de lo que pasa por ejemplo con los armenios o los libaneses, que han perdido más contacto. Yo me crié entre italianos, pero hablaban de una Italia que estaba muy lejos.
El vínculo con Israel es otra cosa.
¡Claro! También es otra época. Vos vas y venís dos veces por año y en aquella época era más complicado. También con España me pasó, la mitad de la familia materna era gallega, pero España era una cosa lejana, no era un tema cercano, iba una carta que era respondida seis meses después, ahora la cercanía es mucho más intensa.
Gerardo, gracias mil por tu tiempo. Me encantó.
Gracias a vos Ana.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias