¿DE QUIÉN ES ESTA BOCA? / ENTREVISTA
Héctor Cancela, Decano de Ingeniería: “Ha cambiado la forma en la cual se aprende y qué es lo que se aprende”
25.04.2014
MONTEVIDEO (Uypress / Daniel Feldman) – Héctor Cancela, el Decano de la Facultad de Ingeniería, tiene 46 años, es ingeniero en sistemas de computación y profesor titular del Departamento de Investigaciones Operativas.
Con todos esos antecedentes, uno se imagina a un ingeniero de lentes, apasionado por la carrera y que se posesiona en grado sumo cuando habla del tema. Y efectivamente eso bastante ajustado a la realidad. Ante la pregunta de: aparte de la ingeniería, ¿qué otra cosa te gusta?, confiesa que la carrera lo absorbe y le deja muy poco tiempo para otras cosas (la familia y muy poco más).
Tiene una hija de 14 años y, si bien no era fanático del fútbol ni mucho menos, su hijo de 9 años sí lo es, y lentamente lo ha ido introduciendo en el mundo deportivo, convirtiéndolo en hincha de Nacional y estando pendiente del desempeño de Luis Suárez en la Premier League. Su esposa es educadora y ceramista egresada de la Escuela Pedro Figari.
A continuación la charla que mantuvo con Uypress.
Los arquitectos sostienen que la Facultad de Ingeniería tiene un "edificio de ingenieros: espantoso".
Ja ja; pero lo diseñó un arquitecto: Vilamajó. Es monumento nacional. Los ingenieros nos quejamos que es poco funcional. Se ha "refuncionalizado" bastante, pero es un edifico pensado para cuando había 500 estudiantes.
Dicen que los ascensores son de otra época y dos por tres no andan.
Hay uno que no sabemos bien si es de 1950 o 1960; otro de 1972. Pero no desesperes, unas semanas atrás el Consejo Directivo Central nos votó una asignación para repararlos. Así que con un poco de suerte, de aquí a fin de año calculo que podremos cambiar los ascensores, que ya tienen más de cuarenta años.
Inicialmente esta era la Facultad de Matemáticas y Ramas Afines.
Efectivamente.
Después se produjo una variación importante y las "ramas afines" pasaron a predominar. Hoy en día parece que hay una especie de "retorno"; como que hay una diferencia entre la ingeniería de la década de 1950 o 1960 y la de hoy ¿no?
La Facultad tuvo, justamente en la década de 1950, un crecimiento importante de la investigación, que arrancó en el área de Matemáticas y en Mecánica de Fluidos, un área muy pegada a la Física, que en esos años estaba bastante desvinculada de la enseñanza profesional.
¿Eso fue con Laguardia?
Claro. Laguardia fundó el nuevo Instituto de Matemática. Toda la movida de aquellas épocas, en la cual también participó Maggiolo, tendía a fomentar el régimen de dedicación total y profesionalizar la labor docente. La idea era pasar de tener docentes de muy escasa dedicación y que tenían actividad en el medio a tener un núcleo docente de alta dedicación y que se dedicara a la investigación. En particular eso llevó a que en esta Facultad se produjera una "intervención buena" a fines de la década de 1960.
¿Cómo es eso de una "intervención buena"?
El Consejo Directivo Central de la Universidad intervino la Facultad, porque en el gobierno de la institución había una mayoría circunstancial de docentes muy "profesionalistas" y egresados que estaban bloqueando las transformaciones. Se produjo entonces la intervención con un apoyo muy fuerte de otro grupo docente y de los estudiantes, y se convocó a nuevas elecciones. Creo que ese es un punto de inflexión en cuanto a que las dos tradiciones que venían desarrollándose -una muy profesionalista y otra más vinculada a la investigación y promoción del conocimiento como motor de desarrollo del país- chocaron. Se impuso en una primera instancia la visión de un desarrollo amplio del conocimiento. Luego vino la dictadura, que barrió con todo eso. Al finalizar esta y la intervención de la Universidad, de alguna manera se rearmó, con mucho trabajo, lo que había nacido décadas antes.
Hoy ¿se puede afirmar que hay una coexistencia pacífica entre esas dos vertientes o concepciones de la carrera?
Yo diría que, en gran medida, la Facultad se ha transformado en un centro de investigación. Somos la segunda Facultad desde el punto de vista de investigadores con dedicación total. La Facultad de Ciencias tiene 200 y nosotros andamos cerca de los 150. La UdelaR tiene unos 900, así que Ingeniería tiene la sexta parte de los investigadores de dedicación total. Es un número importante. La Facultad mantiene un número importante de docentes de baja dedicación, una inserción profesional interesante, y al mismo tiempo se ha reinventado como una Facultad de investigación. Investigación, en mucho casos, aplicada. Si bien muchos de los docentes full time trabajan en los institutos de ciencias más básicas, tenemos en institutos como el de Mecánica de Fluidos, Computación, Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Química, una cantidad importante de investigadores, también full time. Hay otros institutos, más pequeños, que no tenían tanta tradición de investigadores de dedicación total, que de a poco van transitando por ese camino. Somos conscientes de que hay diferencias en el desarrollo de la Facultad, y de ahí que estamos tratando de desarrollar aquellas áreas que todavía estaban muy ancladas en un docente o plantel docente con baja dedicación y solo dedicados a la enseñanza y la actividad profesional.
¿Con qué expectativa ingresa la mayoría de los estudiantes?
Eso es difícil de saber; habría que realizar una encuesta. Estamos tratando de realizar muchas actividades de vínculo directo con los estudiantes al ingreso, tratando de desmitificar un poco la Facultad y ver qué expectativas traen. Creo que hay una gran variedad de visiones. En general, la gente que entra no conoce en detalle las carreras o cuál es realmente la actividad del egresado. Creo que todos ven en las carreras de Ingeniería, por un lado, la posibilidad de una muy buena inserción en el mercado laboral. Eso hace que muchos estudiantes opten por esas carreras porque piensan que van a conseguir un muy buen trabajo y rápido. Lo que es cierto. También, de a poco, la tecnología, que está cada vez más presente en la vida cotidiana de las personas hace que mucha gente esté interesada en acercarse o cursar una carrera vinculada a ella.
Ha cambiado la clásica imagen del ingeniero constructor de grandes obras, puentes, etc.
Eso hoy es un porcentaje muy pequeño de la actividad. A la Facultad ingresan entre 1.400 y 1.500 estudiantes por año en marzo. En 2013, sumando marzo y julio (tenemos también inscripciones en ese mes), sumamos 1.650 estudiantes. De esos, hay un porcentaje menor, pero igualmente importante, que entra a realizar carreras de tres años de duración.
¿Las de tecnólogo?
Exactamente; que es una carrera con una inserción profesional rápida, muy orientada a un saber aplicado, pero, por supuesto, con bases conceptuales como para que la persona puede seguir formándose. Ahí tenemos tecnólogo mecánico, en comunicación, informático. También damos apoyo a algunas carreras de tecnólogo que se desarrollan en el Interior.
¿Por ejemplo?
Tecnólogo en madera; agroenergético. Ahí se trata de un público que lo que busca es poder rápidamente entrar en una empresa, sea estatal o privada, o trabajar por su cuenta. Pero la mayoría de los que ingresan a Facultad sigue optando por las carreras clásicas, que duran cinco años, o algunas licenciaturas, más nuevas, de cuatro años. Dentro de ellas, un porcentaje muy importante opta por carreras vinculadas a tecnologías de la información y la comunicación.
¿Cuál es la más grande?
Computación es la más grande; ingeniería eléctrica tiene un número importante de estudiantes. Luego están las más clásicas: civil, mecánica, química. Dentro de esa gente, es pequeño el porcentaje de los que trabajan en forma independiente; hay una cantidad importante de personas trabajando en empresas del Estado o como consultores privados. Hay también, dependiendo de cada carrera, gente que se dedica a una actividad empresarial.
Hay un flujo bastante importante de ingenieros trabajando en dirección de empresas ¿no?
No es un fenómeno nuevo; diría que es una trayectoria bastante común en los ingenieros. El o la egresada comienza en planta o en una empresa, con un papel si se quiere mucho más técnico al principio, y en la medida en que recoge experiencia y confianza, muchas veces pasa a cargos gerenciales. El hecho de que en estos últimos años la economía haya levantado y las empresas hayan visto reforzado su trabajo, generó muchos nuevos cargos gerenciales.
Hay un índice que correlaciona la cantidad de ingenieros de un país con el grado de desarrollo científico.
Hay varios indicadores.
La pregunta apunta a tratar de discernir cómo está nuestro país en eso.
Bueno, diría que en eso Uruguay está bastante mal. Hay varios indicadores del tipo cuántos ingenieros por cada mil habitantes hay, o cuántos ingenieros por cada mil habitantes se reciben por año. Hay números muy altos: Finlandia anda en el tope; Hong Kong también. Lugares que han apostado fuertemente a la incorporación de conocimiento y al agregado de valor en la producción. Hay países como China, que están creciendo mucho en esos indicadores. Después tenemos los países latinoamericanos, donde ese indicador es bastante bajo. Argentina y Uruguay tenían valores bastante parecidos, y nuestros vecinos están lanzando un plan para tratar de duplicar el número de ingenieros recibidos por cada mil habitantes por año, porque estiman que necesitan incorporar profesionales en el área.
¿En qué valores anda?
Es fácil hacer la cuenta; somos poco más de tres millones de habitantes y egresan, más o menos, de acá, unos 400 ingenieros por año. Si sumamos los otros subsistemas andaremos en 600. Eso nos da un egresado cada cinco mil habitantes.
0,2 por cada mil habitantes.
Sí. El valor era más bajo; andábamos en uno cada ocho mil.
Los países que están en el tope, ¿en qué valores están?
No recuerdo con exactitud, pero arriba de ocho o diez por cada mil habitantes.
Estamos fuera.
Completamente fuera. Ni siquiera diez veces peor; estamos cincuenta veces peor.
Te referías a la apuesta a agregar valor a la producción. Durante mucho tiempo, vincular mercado y Universidad era, en ciertos ámbitos, prácticamente una mala palabra. Te podían "excomulgar".
Nosotros lo que entendemos es que hay que vincular a la Universidad con las necesidades de desarrollo del país. Eso implica estar atento a las necesidades del sector público y el sector privado. No quiere decir que haya que ingresar en una lógica donde el mercado decida qué se necesita y qué no se necesita. El mercado es el mercado de lo existente; ni siquiera es el mercado de lo posible. De repente, si observamos lo que era el mercado hace treinta años, se decía que no se precisaba nadie en energía eólica porque nadie se dedicaba a eso. La Facultad fue pionera en generar proyectos de investigación, traer molinos de viento a la Sierra de los Caracoles, formar recursos humanos a nivel de posgrado en el área. Hoy, el país necesita gente en esa área. Todos los profesionales que la Facultad formó, cuando el mercado no se daba cuenta que se necesitaban, están volcando su experiencia y formando nuevos profesionales. Por otro lado, hay que ver las realidades, y si el desarrollo del país, en este momento requiere gente trabajando, por ejemplo, en ingeniería forestal, no podemos decir que porque la Facultad nunca creó una carrera de ese estilo, no la vamos a crear ahora. En ese caso concreto, acabamos de crear, en forma conjunta con las Facultades de Agronomía y Química, una carrera en ingeniería forestal, que se dicta en Tacuarembó. Entendemos que va a dar respuesta a una necesidad del país y de las empresas radicadas en la zona. Eso no es atarse al mercado, sino entender que este requiere profesionales. Creo que en la Facultad, esta es una visión que a fines de los 60 del siglo pasado ya estaba instalada muy fuerte: no podemos estar de espaldas a las necesidades de crecimiento del país. El conocimiento que se genera y los profesionales que se forman, tienen que tener un impacto directo en la producción de bienes y servicios; en definitiva, en la calidad de vida de la gente.
Tiempo atrás trascendieron datos respecto al bajo nivel de los estudiantes que ingresaban a la Facultad. No solo en lo referido a matemática, física y materias de aplicación directa, sino también, por ejemplo, en comprensión lectora. ¿Cómo está eso? ¿Cómo incide en el proceso de formación del profesional? ¿Se trata de elevar el nivel de los estudiantes, o se baja el nivel de la enseñanza?
Hay problemas importantes que no son exclusivamente uruguayos, que escapan a los que uno como ingeniero puede entender o analizar a fondo y que claramente están vinculados a cambios sociales, de la percepción de los jóvenes sobre la utilidad y la pertinencia de los estudios secundarios y las expectativas sociales y familiares sobre qué quiere decir hacer secundaria, qué es lo que se aprende y qué se sabe cuando se egresa. Esto lo digo porque todas las Facultades de ingeniería -de Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Brasil, etc.- decimos lo mismo. Notamos que año a año a los estudiantes que ingresan a la Facultad, si les aplicamos algún test que vaya a medir los conocimientos en matemática, física o incluso las habilidades en la forma de razonamiento y manejo del lenguaje, cambia el nivel y hay mucha heterogeneidad. Eso también está ligado a la masificación de la enseñanza secundaria, cosa que acá en Uruguay también tiene sus bemoles.
¿Por qué?
Porque tenemos mucha deserción. Por un lado se ha ampliado la base -en todo el mundo-, pero por otro, realmente ha cambiado la forma en la cual se aprende y qué es lo que se aprende. Probablemente aprendan otras cosas que no medimos y que antes no se enseñaban. Manejo informático, del lenguaje audiovisual; son cosas diferentes. Pero en referencia a las cosas "duras" que medimos -cuánta matemática sabe, por ejemplo- no son lo mismo hoy que hace 40 años. No quiere decir que sea gente menos inteligente o menos capaz. A lo que hemos apostado, acá y en muchas partes del mundo, es a tratar de brindar diversidad en los trayectos; ver que no todos entran con los mismos conocimientos, y por otro lado buscar formas de renovar la manera de enseñar. Es un proceso lento, pero estamos en ese camino. La idea es que los estudiantes tienen un nivel al cual llegar, pero para ello poseen un conjunto de materiales y modalidades que tienen que usar para, del nivel que arrancan, llegar al objetivo que tenemos.
¿Tienen alguna estimación del impacto de ese proceso?
Estas herramientas de diagnóstico las estamos aplicando desde hace unos quince años, y año tras año estamos elaborando medidas para dar respuestas. Una cosa interesante es que, durante estos quince años, no notamos que haya bajado el nivel de nuestros egresados ni el porcentaje de títulos otorgados. Por el contrario, lentamente, ha ido creciendo.
¿Qué porcentaje egresa?
Un tercio, más o menos. En determinado momento había sido más bajo, llegando a un quinto.
Ese porcentaje de un tercio ¿se da por abandono o por otros motivos?
Es muy difícil saber cuándo un estudiante realmente terminó de abandonar; la cifra que te estoy dando es en términos de flujo.
¿Cuántos años, en promedio, se emplean para terminar la carrera?
Entre ocho y nueve años, dependiendo de la opción.
Son carreras de cinco años.
Sí, y se emplean entre ocho y nueve. Cuando ingresan a la Facultad, el 80% de los estudiantes no trabaja; a partir de segundo año eso comienza a cambiar, y ya en tercer año se invierte, y es el 80% el que trabaja. Eso contribuye al enlentecimiento. Muchos estudiantes emplean varios años para salvar los dos primeros...
¿Y después?
Después despegan. Si bien está definido que la carrera es de cinco años, hay trayectos ya armados que recomiendan, por ejemplo, hacer los dos primeros años en tres años. El Claustro recomienda, para alguien que está trabajando y no puede dedicar 45 horas semanales, que son muchas, a estudiar, que no trate de hacer dos años en dos años.
Hablabas de la masificación del estudio secundario, pero también se está dando ese fenómeno e nivel universitario.
La Universidad se ha propuesto como meta ayudar a la generalización de la enseñanza terciaria.
Hay quienes critican eso, sosteniendo que la masificación se da a costa de la calidad.
No creo eso. Una cosa es masificar, otra universalizar y otra generalizar.
A ver, explicá eso.
Universalizar la enseñanza secundaria quiere decir que se tienda a que un número muy cercano al 100% de los jóvenes terminen una formación de tipo bachillerato. Es, de alguna manera, reconocer que para los ciudadanos del mundo de hoy tener una formación hasta los 18 años es algo básico, que tiene que ver con la actividad ciudadana. El consenso que hay es que hasta los 18 años se está en una etapa formativa. Eso tiene que ser universal, tiene que tenerlo todo el mundo. Otra cosa distinta es decir generalizar la enseñanza terciaria.
¿Dónde radica la diferencia?
En alguna medida implica que todas las personas que deseen hacer un estudio terciario puedan hacerlo. Al universalizar la enseñanza secundaria y que todas las personas puedan terminarla, esto implica brindar una oferta en que todas las personas que quieran seguir formándose, sea por una cuestión de inserción laboral o por crecimiento personal, tengan opciones y oportunidades. En este momento, en nuestro país nacen unos 50.000 niños por año, y los ingresos al sistema terciario andan arriba de las 20.000 personas por año. Ya hoy, una cantidad importante de personas tienen la posibilidad de realizar algún tipo de estudio terciario. De todas maneras, hay problemas de cupos, carreras muy costosas...
Si se analiza, la Universidad no es tan gratuita.
Lo que pasa es que hay costos asociados para estudiar. No alcanza con o cobrar para que sea gratuita. Hay que seguir fomentando el acceso y que sea más general.
¿Y la masificación?
La masificación la entiendo como el fenómeno en el cual la relación entre número de estudiantes y de docentes se hace demasiado grande: muchos estudiantes por docente. Eso es lo que entendemos por masividad, lo cual no es bueno.
¿Cómo es la relación con las Facultades privadas?
Muy buena. Tenemos áreas en común; cuando se crearon han incursionado en áreas que nosotros desarrollábamos. Eso lleva a que haya una continua ida y vuelta docente y siempre ha habido un grado importante de vinculación. Por otro lado, el país es chico. Si analizamos, por ejemplo en mi área, hay menos de cincuenta personas con un doctorado en informática. Eso lleva a que nos conozcamos y colaboremos. Por ejemplo, hace años ya que se firmó un convenio para intercambio de posgrados entre la UdelaR, la ORT y la Católica.
Da la sensación entonces que se superó ese enfrentamiento que hubo en determinado momento entre la UdelaR y las universidades privadas.
Como Facultad de Ingeniería, tenemos un relacionamiento correcto desde hace mucho tiempo. Por supuesto que las finalidades y las políticas institucionales no son idénticas. Nosotros tenemos nuestra visión y misión, nuestros objetivos, y que las cuatro Facultades de ingeniería estemos trabajando juntas no quiere decir que ninguna de ellas haya abandonado su esquema o patrón de trabajo. Tampoco quiere decir que cada una no quiera que los estudiantes vengan a estudiar a ella. Por cierto, hay cierto grado de competencia; cada institución va a tratar de ser lo más atractiva posible y desarrollarse lo mejor posible, pero al mismo tiempo hay actividades en las cuales podemos colaborar.
El presupuesto de la Universidad tanto como el asignado a la investigación ha aumentado sensiblemente en los últimos años. ¿Dónde hay que poner más? ¿En esa ciencia aplicada que tiene un retorno relativamente rápido para la sociedad, o en esa ciencia básica, dura, que tal vez no se ve hoy?
Creo que ahí hay una falsa oposición. Pero primero, te voy a tirar unos numeritos que me parecen interesantes. La Facultad de Ingeniería tiene hoy unos 10.000 estudiantes, y un presupuesto de unos 400 millones de pesos. Eso quiere decir que tenemos 40.000 pesos por año por estudiante. Si lo miráramos desde la óptica de una cuota mensual, son tres mil y pocos pesos por mes por estudiante. La pregunta que a veces uno se hace es: con tres mil pesos por mes ¿a qué jardín mando a un niño? ¿Cuánto sale una cuota en un jardín de infantes? Si vamos a una escuela privada, la mayoría supera largamente esa cuota. Entonces, si mirás esos números, concluís que lo que como país estamos invirtiendo en la formación de estos estudiantes claramente no es mucho. Es cierto, estamos en una economía de escala, pero este dinero incluye todo: lo que se dedica a la investigación, a la extensión, la enseñanza. Con estos tres mil y pocos pesos tenemos que atender al estudiante que ingresa a primero y al que hace una maestría o un doctorado gratuito. ¿Dónde impacta esto? Fundamentalmente en los primeros años, donde se produce ese fenómeno de masividad que comentábamos antes. Parte de los que pagan el pato son esos estudiantes que entran en masa en primero y tienen pocos docentes para sostenerlos.
Bien. Ya pasaste el reclamo presupuestal.
Ja ja.
Vayamos a la pregunta sobre en qué ciencia hay que invertir.
¿En dónde hay que crecer? Creo que hay que crecer como sistema globalmente en estos números. La experiencia de la Facultad es que, tanto en los institutos más básicos como en los más aplicados, cuando uno logra vincular la enseñanza, la investigación y las demandas del medio, no hay ningún grupo o equipo que lo que haga quede desvinculado. La Facultad ha empujado mucho, y lo seguirá haciendo, la investigación orientada o motivada por los desafíos que tiene el país. Por ejemplo, hoy la Facultad está realizando un trabajo muy importante en el mapa eólico y solar del país; está trabajando en el desarrollo de energía solar; está trabajando muy fuerte en energía eólica; por supuesto tiene aportes importantes en energía hidroeléctrica. Pero también estamos trabajando en proyectos de energía undimotriz, es decir, tomar la energía de las olas, que en el mundo está en una etapa de desarrollo similar a la de la energía eólica 25 años atrás. Es una fuente de energía en la cual el país tiene potencial y todavía está en una etapa de investigación, de ver las mejores tecnologías, las mejores formas de aprovechamiento. A estas investigaciones han contribuido grupos de investigación aplicada, pero también, por ejemplo, grupos de matemáticos: grupos de sistemas dinámicos, que en principio es un área muy abstracta.
¿Cómo se insertan?
Han dirigido tesis de maestría y doctorado sobre el comportamiento de los sistemas eléctricos cuando hay generación distribuida.
Traducilo.
Ja ja. Es lo que pasa cuando uno permite que haya muchos pequeños generadores, domésticos o de pequeñas industrias, que vierten electricidad a la red eléctrica y ello genera problemas de control de esa red, lo cual tiene un correlato matemático vinculado a los sistemas dinámicos. Si uno hiciera la oposición ente ciencia básica y aplicada, diría que ahí existe un grupo muy fuerte de científicos muy básicos y que no habría que desarrollarlos más porque es una formación puramente teórica. ¿En qué va la cosa? Creo que va más en qué uno abre oportunidades para aplicar el conocimiento que en categorizar de forma previa si el grupo es teórico o aplicado. Si como país vamos identificando cuáles son los desafíos y fomentamos que los investigadores de todas las áreas -básicas y aplicadas- resuelvan problemas que surgen en ellas, toda la gente que formemos va a ser útil y va a aportar. Lo que sí es complejo es cuando, de alguna forma, el aparato académico queda desvinculado de la realidad, y las grandes líneas de investigación quedan dadas simplemente por una agenda internacional que no tiene en cuenta la necesidad del país.
¿Cuál es tu candidato a Rector?
No sé ni quiénes son los candidatos. Se han manejado muchos nombres, pero no me queda claro si son realmente candidatos.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias