¿DE QUIÉN ES ESTA BOCA? / ENTREVISTA

Ignacio Zuasnábar (Equipos): “Los electores definen su voto por razones sustantivas y no por cómo va el tanteador”

23.05.2014

MONTEVIDEO (Uypress / Daniel Feldman) – Las encuestas y las empresas encuestadoras están de moda; todo el mundo quiere saber las últimas cifras, pero nuestro entrevistado, Ignacio Zuasnábar, director de Equipos Mori, afirma claramente que los electores no definen su voto por “cómo va el tanteador.

 

Oriundo de Minas, eligió "medio por casualidad" la sociología como carrera a estudiar, influido por una excelente profesora que tuvo en quinto año. Al principio, los estudios en la capital se vieron matizados con su desempeño como periodista deportivo en su ciudad natal. A los 16 años comenzó en el Diario Serrano, siguió en Emisora del Este e incursionó en la televisión. Afirma que tiene facilidad para comunicar, "me resulta muy natural", de ahí que lo veamos desempeñarse con total soltura en sus informes televisivos.

Su título de grado es en Sociología, por la UdelaR y el doctorado lo hizo en Ciencia Política en el País Vasco.

Cuando le preguntamos si le daría para adelante a alguien que quiera estudiar sociología, afirmó que sí, siempre y cuando le guste. "Una de las cosas más importantes de la vida es hacer lo que a uno le gusta" afirma, y agrega que se siente un privilegiado "por trabajar en algo que me apasiona", aunque a veces eso le dificulta "encontrar el límite a la cantidad de horas que trabajo".

Tiene 41 años, está casado y tiene dos hijas y un hijo. Es hincha de Nacional, y ante nuestra pregunta sobre si concurrirá a votar el 1º de junio, manifiesta que posiblemente no, ya que "como buen minuano" sigue inscripto en su ciudad natal, y, al no ser obligatoria la votación y tener un volumen importante de trabajo ese día, calcula que no votará.

A continuación la charla exclusiva que mantuvo con Uypress.

 

 

No vamos a conversar sobre quién va a ganar o quién no; las encuestas se dan a conocer a través de otros medios y no creo que me des una primicia.

No la tengo tampoco.

De un tiempo a esta parte las encuestas y las encuestadoras, así como sus analistas responsables, han pasado a tener un rol muy importante en nuestra sociedad. Hay quienes plantean que son formadoras de opinión; algunos llegan a decir que lo son en forma intencionada, para significar en el fondo que es de forma no muy bien intencionada. ¿Lo son?

Hay muchísima investigación sobre ese tema. Desde que se inventaron las encuestas de opinión por muestreo, a mediados del siglo pasado en los Estados Unidos, se ha analizado el efecto sobre el electorado de la publicación de los resultados. No hay consenso sobre el tema, pero la mayor parte de las investigaciones coinciden en señalar que no hay efecto sobre los electores por la publicación de las encuestas; o, en todo caso, los efectos son moderados, limitados. Los electores, en todo el mundo, y en Uruguay más, porque esto de las identidades partidarias pesa mucho, definen su voto por razones sustantivas y no por cómo va el tanteador. Sería como pensar que la gente se hace simpatizante de un equipo de fútbol al ver si va ganando o perdiendo un partido. Las escasas investigaciones que muestran efectos de las encuestas sobre los votantes, proponen efectos que van en sentidos diferentes.

¿Cómo es eso?

En algunos casos parecería que la publicación de encuestas favorecería al que supuestamente es dado como ganador, y en otros casos se estaría produciendo un resultado inverso. Personalmente, creo que la especulación sobre el efecto de la publicación de encuestas muchas veces es exagerada. No se justifica; no tiene tanto impacto como a veces se puede suponer por las reacciones de ciertos actores. Sí puede tener efectos sobre dos componentes no menores.

¿Cuáles?

Primero, sobre la capacidad de recaudación que tenga un candidato, a la hora de pedir apoyo a empresas o distintos actores que contribuyen económicamente con una campaña. Ahí sí, como los empresarios suelen ser actores racionales, consideran la información sobre la probabilidad de que un candidato gane o pierda a la hora de distribuir su apoyo económico.

¿La segunda?

Sobre el alineamiento de los dirigentes intermedios. Estos pueden determinar su futuro en función de cómo creen que va la carrera. Pero en todo caso son efectos sobre públicos muy específicos y no tanto sobre el electorado.

Eso antes era a olfato puro de los dirigentes ¿no?

Sin ninguna duda. Hoy, las encuestas están tan incorporadas a la escena que nos costaría entender que hubiera una elección sin ellas.

 

Los partidos políticos o sectores de ellos les encargan encuestas.

Por supuesto.

¿Hacen asesoramiento o simplemente se limitan a brindar los datos crudos?

La investigación va hasta lo que es una lectura de la información proveniente de la encuesta. No hacemos consultoría política o asesoramiento de campaña. Hay una línea muy clara marcada entre lo que es la actividad de "research" (investigación) y la de "consulting" (consultoría). Podemos trabajar al mismo tiempo para todos los partidos y candidatos porque justamente hay un cierto nivel de involucramiento donde no estamos. No podemos integrar un equipo de campaña; eso está claro. Se trata de una actividad más externa que la que, por ejemplo, puede tener una agencia de publicidad, donde sí hay un nivel de involucramiento mucho más cercano, que hace difícil poder trabajar para más de uno al mismo tiempo.

¿Cómo se llevan entre las diferentes encuestadoras? ¿Dialogan, se pelean por el cliente?

Creo que es un mercado bastante respetuoso. Estas profesiones tienen un origen muy fuerte en ámbitos académicos, de sociología, ciencia política, que es  muy chico en nuestro país y donde todo el mundo se conoce. Se responde mucho más a dinámicas académicas universitarias que a competencia de mercado. De ahí vienen todas las consultoras. No hay grandes disputas por clientes; esas que uno a veces ve en otros mercados. Hay un vínculo sano, de respeto. Conversamos relativamente poco; sí hay una cámara de empresas de investigación de mercado, donde se coordinan algunas cuestiones de cómo pararse frente a algunos temas con el Estado, los proveedores o los sindicatos. Diría que el vínculo es cordial y respetuoso.

Hace pocos días presentaron un trabajo que hicieron en Argentina junto con la consultora Cifra, formando el consorcio Suma. ¿Qué semejanzas y diferencias hay entre el sistema político uruguayo y el argentino?

En cuanto a sistemas políticos, son muy distintos. En el sistema uruguayo, los partidos políticos son actores realmente claves de la escena; son partidos en serio, estables. En Argentina, la competencia política es mucho más volátil. Se puede apreciar lo mismo desde el punto de vista del electorado. En Uruguay, entre el 60 y 70% de los electores ya tienen definido su voto o intención de voto antes de que empiece la campaña electoral. Las identidades partidarias son muy fuertes. En Argentina no pasa lo mismo; hay bastante más volatilidad. Si bien en este momento transitamos por el tercer período de gobierno del mismo sector, el sistema político argentino está caracterizado por una gran inestabilidad, y eso lo diferencia fuertemente del nuestro.

Decías que un gran porcentaje de la gente ya tiene definido su voto antes de que empiece la campaña electoral. Estaríamos entonces en una disputa por un porcentaje reducido de los votos.

En realidad es un porcentaje minoritario pero no reducido. Estamos hablando del entorno del 20% del electorado; incluso podemos llegar al 30%. Ese porcentaje es mucho, y obviamente define escenarios muy distintos. Si uno habla de la pelea entre los dos grandes bloques -Frente Amplio por un lado, y Partido Nacional y Partido Colorado por el otro- el segmento fronterizo es menor; estaríamos hablando de un 15%. Hay, por ejemplo, otro segmento del electorado que es volátil, por ejemplo entre el Partido Nacional y el Partido Colorado, pero no cercano al Frente Amplio.

Te referías a esos dos grande bloques. Parecería que Uruguay es un país de dos bloques: durante mucho tiempo Partido Colorado vs. Partido Nacional, y hoy lo que muchos definen como "bloque progresista" vs. "bloque conservador". Esa división, prácticamente 50 y 50, ¿es buena o mala para el sistema?

Creo que no es intrínsecamente ni buena ni mala. Eso depende de cómo se utilice desde el que le toque estar en el poder. El sistema efectivamente es así, de dos bloques muy claros. Tanto desde el punto de vista del comportamiento de las élites políticas como del comportamiento electoral. Desde el punto de vista de las élites políticas, el Partido Colorado y el Partido Nacional han formado coaliciones de gobierno casi todo el tiempo en que gobernaron durante los últimos 30 años. En la post dictadura, sus gobiernos han sido de coalición. Desde el punto de vista del comportamiento de los electores, también. Cuando ha habido segunda vuelta electoral, la enorme mayoría de los blancos votó a Jorge Batlle en 1999, y la enorme mayoría de los colorados votó a Lacalle en 2009. En las elecciones departamentales, la trasferencia de votos es entre el Partido Nacional y el Partido Colorado. La única elección que escapó a esta lógica de bloques fue la de 1994, que claramente fue de tres tercios, tres partidos muy parejos entre sí. Pero desde 1999 en adelante -donde fue la primera vez en que hubo que acudir a segunda vuelta para elegir al presidente- son claramente de dos bloques. Esta elección de 2014 va a seguir claramente con esa lógica de dos bloques. Podrá ganar un bloque u otro, con una ventaja que no será escandalosa, pero se visualizarán claramente los dos bloques. El sistema de partidos uruguayos tuvo una profunda transformación, sostenida, desde 1971 con la emergencia del Frente Amplio hasta el 2004, y en los últimos diez años está en una especie de congelamiento. 2004, 2009 y 2014 serán elecciones extremadamente parecidas entre sí en lo que respecta al comportamiento de los bloques, y con alguna dinámica un poquito diferente en esa disputa Partido Nacional - Partido Colorado.

 

Las diferentes encuestas señalan una intención de voto para el Frente en el entorno del 44% y algo similar a la suma Partido Nacional - Partido Colorado, con, más o menos, las mismas tendencias en este bloque que en la elección anterior: Partido Nacional en el entorno del 30% y Partido Colorado en menos del 20%. ¿Existe la posibilidad de que esto varíe o están en sus techos?

Si vamos al gran mapa, hay un grupo de un 40% que está claramente de un  lado de la línea, y un grupo de 40% que está claramente del otro lado de la línea. En el medio, ese segmento volátil del que te hablaba, del entorno del 20%. Es casi imposible pensar que alguien que esté a la izquierda de la línea divisoria, pase, en el marco de una campaña, a la derecha. Y la opuesta es igual: es casi imposible que alguien del 40% que esté a la derecha de la línea, pase a la izquierda. Hay un muro muy alto que separa hoy a los frenteamplistas de los blancos y colorados. Sería imposible pensar que estos bloques voten por debajo del 40% cada uno en la elección de octubre. Solo un evento absolutamente impredecible podría conducir a ese resultado. Ahora bien, dentro del bloque Partido Nacional - Partido Colorado, el muro que separa a ambos es mucho más bajito, y además, mucho más bajito de lo que era históricamente. El otro día, para ejemplificar, decía en una conferencia que, si el muro que los separaba históricamente tenía cuatro metros de altura, hoy tiene medio metro. En el marco de una campaña, la gente puede saltar ese muro con mucha comodidad de una semana a la otra. Sin que eso le afecte mucho su identidad. Esto no sucede con el muro que separa partidos tradicionales y Frente Amplio. Saltar ese muro es mucho más complicado; la persona no lo procesa en una semana. Tiene consecuencias para el individuo mucho más fuertes. Por eso decimos que en el escenario hoy está claro que el Partido Nacional es más que el Partido Colorado, pero si  nos atenemos a la dinámica de la campaña de 2009, el Partido Nacional, en junio de ese año, registraba en las encuestas un 35-36% de intención de voto, y obtuvo el 29%. Perdió 7% en unos meses.

¿A dónde fueron esos votos?

No fueron al Frente Amplio; esos votos fueron al Partido Colorado, que en junio marcaba 9-10% terminó votando el 17%. 7 u 8% es mucha gente. Se dio la circunstancia de que la campaña del Partido Nacional fue bastante mala y con un conjunto de problemas, y la campaña colorada fue muy buena. Pero ¿qué muestra esto? Que hay una potencialidad de trasvase, que se ve también muy claramente en varios Departamentos: en Montevideo, Salto, Paysandú, Florida. Se ve en muchos lugares, y eso hace que en esas cosas valga más el corto plazo que el largo plazo.

Sin embargo, hay quienes plantean que, con la hegemonía de Pedro Bordaberry el Partido Colorado queda muy identificado hacia la derecha y el Partido Nacional tendría una oferta más amplia.

Sí, es cierto, pero a veces se simplifica demasiado el argumento. Por ejemplo, en la elección de 2005, cuando fue candidato a intendente de Montevideo, Bordaberry obtuvo un 26% de los votos. En Montevideo, segmento con características muy especiales. Entonces, ¿por qué Bordaberry no podría obtener un 26% de los votos a nivel nacional? No es una cuestión imposible; no hay un veto a Bordaberry por su apellido u  orientación ideológica. No lo hubo en 2005; tampoco en 2009, donde mostró un crecimiento fuerte. Creo sí que el Partido Colorado tiene el problema de tener un sector muy fuerte y uno mucho más débil. Pero no creo que tenga tanto que ver con la posición ideológica. Bordaberry ha sido un candidato capaz de romper con esa etiqueta ideológica en las dos elecciones en que fue candidato. Logró sintonizar y atraer un conjunto de votantes de centro; no es un candidato que solo atraiga votantes de la derecha.

¿Hay izquierda y derecha? Ningún izquierdista tiene problema en definirse como tal, pero al único que conozco que se define como derechista es al Coni Hughes.

A ver: izquierda y derecha son categorías posicionales. Desde el punto de vista académico podemos estar semanas discutiendo qué es izquierda y qué es derecha. Pero son conceptos que los electores entienden perfectamente. Nosotros nos dedicamos a las encuestas de opinión; básicamente a preguntarle cosas a la gente. Si pregunto ¿qué es la democracia?, capaz que la gente tenga cierta dificultad para responder a esa pregunta. Pero una de las preguntas que tiene menores niveles de no respuesta es respecto a la identificación entre derecha e izquierda.

 

¿Cómo se autoidentifica el electorado uruguayo?

Con una clásica campana de Gauss, con un grueso al centro. Los que están más o menos a la izquierda son aproximadamente la misma cantidad que quien están más o menos a la derecha. Son un poquitito más los de izquierda. Y son más centroizquierda y centroderecha; los extremos son muy pocos. Se trata de un electorado con una fuerza centrípeta muy fuerte. Eso genera un mecanismo de presión y control muy fuerte hacia las posiciones extremistas.

¿Qué sucede, en este escenario, con el Partido Independiente?

Es un partido claramente de nicho. Está justo y es percibido así, en el eje donde está el conjunto de la población. Es visto como un partido de centro. Entonces, desde el punto de vista del posicionamiento ideológico, no podría estar en mejor lugar. Sobre eso, hasta ahora lo que le ha costado al Partido Independiente - en un esquema que tiende a bipolarizarse, con lógicas y dinámicas de segunda vuelta- es encontrar una base de apoyo que le permita alcanzar sus objetivos políticos. En este caso, es el Senado. Pero ha estado muy cerca. Y las encuestas de hoy lo muestran un poquitito más cerca de ese objetivo de lo que estaba hace cinco años. Una elección muy pareja y polarizada puede tender a perjudicar los objetivos del Partido Independiente porque la gente tiende a tomar posición entre los bloques principales. Una elección más abierta puede representarle una oportunidad más importante.

En estas elecciones internas se juegan las candidaturas presidenciales, las posiciones en las listas, pero también el perfilamiento hacia las municipales del año que viene ¿no?

Correcto.

La separación de las elecciones permite que el aspecto departamental juegue mucho más ¿no?

Totalmente. En el Interior del país esto ha sido un cambio muy marcado, muy importante. Hay varios Departamentos donde la dinámica principal de la competencia política hacia la interna tiene que más que ver con la competencia departamental y no con la nacional. La reforma de 1996 tuvo una característica curiosa: separa en el tiempo las elecciones nacionales y municipales en su fase final, pero las hace simultáneas en su fase inicial, que es la interna. En Montevideo esto es menos visible, porque prácticamente no hay carreras políticas a largo plazo en ninguno de los partidos. Pero en varios Departamentos del Interior hay mucha gente que está pujando por tener un peso político que piensa más en la Convención Departamental, para ser candidato a intendente que en los posibles alineamientos nacionales. Eso hace que se crucen de manera bastante curiosa la estructura de alianzas que se pueden armar. Es realmente complejo e interesante desde el punto de vista del comportamiento político. Eso en Montevideo muy pocas veces se ve, y se tiende a pensar que lo que se elige es un candidato presidencial.

Ya que referiste a Montevideo, ¿tienen algún estudio sobre las posibilidades del "Partido de la Concertación" de disputar con reales chances la intendencia capitalina?

Hay varios estudios; venimos midiendo el tema muy cercanamente. Por el momento el Partido de la Concertación no es un tema que haya generado la adhesión o tenga el conocimiento de la mayor parte del público. Hay una parte del público, incluso gente cercana a los partidos tradicionales, que no se ha enterado o no entiende mucho de qué va esta historia. Cuando medimos hoy la predisposición de votos hacia los partidos en lo departamental, el Frente Amplio sigue liderando las preferencias con cierta holgura. De todas formas, es una medición muy preliminar. Ni siquiera están designados los candidatos; falta la elección nacional en el medio. Es muy difícil que el estado de opinión pública actual sobre la competencia departamental de mayo de 2015 nos pueda decir algo que después se parezca a lo que va a ocurrir. Sí está claro que bajo el esquema de competencia individual, con el Partido Nacional y el Partido Colorado por separado, es casi imposible ganarle al Frente Amplio. Con la suma de fuerzas, por lo menos se abre un escenario más competitivo. ¿Cuán competitivo? Eso se verá con el tiempo. Será determinante quiénes son los candidatos y quién gane la elección nacional. Creo que si el Frente gana el gobierno nacional, aumenta sus chances de retener el gobierno de Montevideo; lo contrario si quien gana es uno de los partidos tradicionales.

 

Hace aproximadamente un año, alrededor del 70% de los encuestados manifestaba que pensaba que Tabaré Vázquez sería el próximo presidente. ¿Se mantiene eso?

Sí, sí. Según nuestras encuestas es más del 60% y se sigue manteniendo.

Frente a ese escenario, y más allá de que todos dicen que van para ganar, capaz que el gran tema es disputarle la mayoría parlamentaria al Frente.

Ojo; lo que la gente cree no es necesariamente lo que pase. La gente puede estar equivocada respecto a lo que va a ocurrir. Entonces, el objetivo político de los partidos -Colorado y Nacional en este caso- es claramente ganar el gobierno.

En base a los datos que manejan, ¿es posible ese escenario?

Como decíamos, si mirás el electorado uruguayo, desde el punto de vista de las estructuras ideológicas e identidades partidarias, estamos en un país de dos bloques, parecidos entre sí en cuanto a respaldo. En 1999 tuvimos que ir a una segunda vuelta; en 2004, con Vázquez el FA ganó en primera vuelta, superando el 50% por decimales; en 2009 nuevamente hubo que ir a segunda vuelta. En 2014, bloque a bloque, la elección va a ser muy pareja. Y los puntos que hay en disputa, son puntos disputables en campaña. El FA cuenta con una ventaja importante en el punto de arranque de la campaña, y es que la imagen de su más probable candidato a presidente, que es Tabaré Vázquez, es muy superior a la que tienen los posibles candidatos de la oposición. Uno debería suponer que si la imagen del candidato es muy superior, eso ayudaría al FA a ganar. Y es cierto, opera de esa manera. Pero la imagen del candidato no es el único elemento que los electores toman en cuenta a la hora de definir el voto.

¿Cuáles son los elementos que el elector toma en cuenta? ¿Se analiza el programa?

El programa no se analiza en el sentido de una lectura profunda del mismo, pero se discute. La gente dice que en Uruguay no hay debates. No hay un debate tipo show norteamericano, pero hay una excelente calidad de debates. Hay una característica muy valiosa, y es que los programas de los partidos son en serio. Están hechos en serio y se respetan. Se podrá completar todo o no, pero el programa es una hoja de ruta. Se discute mucho; adentro de los sectores y los partidos, y también se discute mucho con el otro. Entonces, más allá de que no haya leído el programa, la gente está al tanto de las propuestas de cada uno. Por lo menos a nivel de grandes titulares. Yendo a tu pregunta, ¿cuáles son los factores que inciden sobre el voto? La economía es uno de los clásicos. Hay un conjunto de gente que vota por el bolsillo. El propio o el ajeno, a través de visiones solidarias. Para otra gente tienen mucha relevancia los vínculos primarios, sus características sociales, sus grupos de pertenencia. Las que yo creo que tienen más fuerza en nuestro país son las que se denominan  "corrientes actitudinales".

¿Qué implican?

Que las personas tienen vínculos con los objetos políticos -con los partidos, los candidatos- que son de largo plazo y marcan mucho el voto. Creo que esa cuestión de identidad es el factor que más incide a la hora de definir el voto.

Eso es fuerte. Sin ninguna animosidad hacia el Partido Nacional, pero definirse como "blanco como hueso de bagual" es no decir nada. Igual con las identificaciones con otros partidos; pero generan una identidad muy fuerte.

Sí, es tremendo. La mayor parte de los electores ya tiene definido o tiene una orientación muy fuerte sobre a quién va a votar en octubre, cuando ni siquiera están designados los candidatos. Te diría que el 80% de los electores no va a cruzar el muro de que hablábamos antes. Y tenemos el último factor que incide a la hora de decidir el voto, que es el comunicacional, que es el que sostiene que el voto se define por las campañas, el marketing político, etc. En otros países, efectivamente, la mayor parte de los electores están en la bolsa para disputarse en campaña. En Uruguay, no. Es una minoría, pero esa minoría puede ser decisiva.

Sin embargo se gasta mucho dinero en las campañas.

Muchísimo. Eso tiene que ver con que la elección es tan pareja, que unos poquitos votantes puedan definir escenarios muy diferentes. Pero, si comparamos el gasto en campaña con cualquier otro país de la región, te diría que somos los más austeros.

Ha cambiado la comunicación política.

Sí. No solo la comunicación política cambió; cambió toda la comunicación. Hoy estamos viviendo además una revolución que es la de la tecnología, que nos permite estar comunicados en red. Es una transformación brutal. Produciendo un empoderamiento tremendo de la gente, en cosas que tienen mucho más que ver con una comunicación horizontal que vertical. Lo que hoy permite la tecnología de las redes es que estemos todos en bastante igualdad de condiciones. Pero, dependiendo del tamaño de la localidad, puede haber más permanencia del contacto cara a cara.

Vos estás analizando tendencias y comportamientos de los partidos y de la gente, y, al mismo tiempo sos un sujeto político, como individuo. ¿Te resulta difícil tomar decisiones, por ejemplo sobre a quién votar? ¿Te genera conflictos? ¿Sos de esos que tiene esas identidades fuertes?

Soy muy fanático de la objetividad. Si bien creo que la objetividad absoluta es imposible, la considero un objetivo a perseguir. Estoy permanentemente procurando la mayor objetividad posible; aunque no llegue a ella, no claudico de su búsqueda. He tenido algunas veces una especie de contradicción interna. La política me gusta mucho, me apasiona; siempre he sido un apasionado de la política. Pero hoy me toca mirarla del lado de afuera. Esta mirada desde lo profesional, lo técnico, lo científico, me ha llevado -y sobre todo por esta búsqueda de la objetividad- a desapasionarme de mis lecturas políticas. A veces no me reconozco en la frialdad con que analizo. Hoy mi mirada profesional predomina claramente sobre cualquier otra mirada desde la pasión o el involucramiento.

En el FA está definida la elección ¿no?

Uno diría que, salvo acontecimientos absolutamente imprevisibles, las internas del FA y del Partido Colorado ya tienen sus ganadores.

La del Partido Nacional es incierta.

Sí.

Hay quienes sostienen que es incierta y que la diferencia no va a ser muy grande entre quien gane y quien pierda. Tú sostenés que es incierta en todo sentido.

Es incierta. Hasta ahora, hemos tenido una interna con dos características muy marcadas: en primer lugar, una estabilidad muy grande de Larrañaga. Y un crecimiento muy fuerte de Lacalle Pou. Lento pero sostenido. Mirado desde el punto de vista de Larrañaga, se puede pensar que una elección que se define por mayoría simple, con 50% de los votos no se puede perder. Si mantiene lo que las encuestan le dan hasta ahora, matemáticamente no podría perder. De Lacalle Pou, si uno mira la tendencia de crecimiento que tiene, y esta continúa, por lo menos va a llegar a empardar. Realmente es un escenario interesante, desde el lado que se mire. Como no podemos conocer el futuro -las encuestas nos permiten saber lo que está pasando hoy, y realmente lo que estás mirando ya es el pasado-, las cosas pueden mantenerse o pueden cambiar. Hasta ahora, Larrañaga ha sido extremadamente estable, pero capaz que deja de serlo. Hasta ahora, Lacalle Pou ha venido creciendo sistemáticamente. Pero, capaz que en algún momento deja de hacerlo.

Ustedes trabajan en otras cosas, aparte de las encuestas políticas.

Sí; obviamente no podemos diseñar una empresa para trabajar cada cinco años con las encuestas políticas. Entre el 70 y el 80% de la facturación corresponde a otras áreas.

¿Cuántas personas trabajan en Equipos?

Alrededor de 30 profesionales, sin contar los encuestadores. Entre los encuestadores cara a cara y telefónicos, debemos tener unos 120. Parecería que es sencillo llegar a ese porcentaje que uno ve en televisión, pero en realidad, el proceso de construcción de un dato de investigación por encuesta implica un componente logístico y una cantidad de trabajo enorme.

 

 

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2014-05-23T07:29:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias