A 15 AÑOS DE LA MUERTE DE CABEZAS
La familia Yabrán vive en Uruguay pero maneja importantes negocios en Argentina
26.01.2012
MONTEVIDEO, 26 Ene (UYPRESS) – El diario El País realiza una crónica minuciosa sobre el entorno del ex empresario millonario acusado por el crimen del fotógrafo. Conozca dónde viven y cómo manejan las empresas heredadas de “Don Alfredo”.
Se acaban de cumplir 15 años de la muerte del fotógrafo de la revista Noticias, José Luis Cabezas. La familia del autor intelectual del homicidio, Alfredo Yabrán, pasan la mayor parte del tiempo en Uruguay. Al igual que el ex millonario empresario cultivan un bajo perfil, lejos de cualquier escándalo que los pueda llevar a la tapa de las revistas o a informes periodísticos de la televisión argentina.
El diario El País realiza este jueves una jugosa crónica de la vida de la familia Yabrán. Sus negocios, movimientos y las relaciones que mantienen con el resto de la sociedad. A continuación, un resumen de la misma.
Mariano y Pablo son los hijos varones de Yabrán. Ambos eligieron la capital uruguaya para formar una familia y continuar con los negocios. Pablo, el más chico, se casó con María Paula Traverso, hija del corredor de automovilismo, y se instaló en una casa de Manantiales de Carrasco.
Los negocios corren por cuenta de Mariano. Con el paso del tiempo, el hijo mayor de Don Alfredo abandonó el anonimato para comandar la empresa de inversiones inmobiliarias Greenpol. Desde la web, Mariano se encarga de actualizar las novedades de la compañía. Las oficinas están en el World Trade Center, especifica el artículo de El País.
La publicación cuenta que la empresa se dedica a “proporcionar servicios de intermediación para coordinar todo el proceso de inversiones y desarrollos de proyectos inmobiliarios en negocios de mediana y gran escala”, según la web oficial.
Greenpol no solo tiene inversiones en Uruguay, sino también en Argentina y Miami. Mariano maneja el blog de la empresa y una página en Facebook donde mantiene actualizadas las novedades del negocio.
La familia, en el trato con desconocidos, prefiere utilizar el apellido Pérez, de su madre, para pasar desapercibidos. María Cristina Pérez, la viuda de Don Alfredo, se instaló en Punta del Este y algunos veranos se la pudo ver de paseo en las playas.
La única que habría vuelto a la Argentina es Melina, la menor de los tres hermanos. Casada con Facundo Reggi, la “preferida de papá” es la más aficionada de la familia a las redes sociales: tiene cuenta de Twitter y de Facebook.
Según sus comentarios en las redes sociales, Melina es fanática de Bailando por un sueño. En los últimos días, volvió a instalarse en Narbay, la mítica casa de su padre en Pinamar, para disfrutar de sus vacaciones familiares.
Poco después del suicidio, se hizo público que Yabrán había escrito una carta en la que virtualmente designaba a HC (Héctor Colella) como su sucesor. Colella, hombre de confianza de la familia, era asesor del grupo Exxel, un fondo de inversión que adquirió por US$ 605 millones un paquete que incluía algunas de las empresas que se le atribuían a Yabrán.
Pero fueron sus hijos, la viuda, sus históricos contadores y un puñado de amigos los que quedaron a cargo. Días después de la muerte de su padre, Pablo y Mariano se pusieron al frente de las empresas, pero con el tiempo cedieron la representación formal a gente de su confianza. Melina y María Cristina también participaron, aunque en menor medida.
Francisco Gazquez Molina y Oscar Roberto Javurek, contadores del empresario, ocuparon cargos estratégicos: figuraron en algún momento de la última década a cargo de firmas y aún están en el directorio.
Lejos de los procedimientos administrativos, en los últimos años las firmas despertaron la atención pública por quedar enredadas en escándalos y personajes polémicos como Guido Antonini Wilson y los hermanos Juliá.
Lanolec SA es la firma que más exposición tuvo en los medios. Esta compañía de taxis aéreos, que con el tiempo fue rebautizada como Royal Air SA, quedó a cargo de su hijo mayor luego del suicidio.
Royal Air fue salpicada por el Valijagate. La compañía estatal Enarsa contrató sus servicios para trasladar a Wilson, que luego fue detenido en la Aduana de Aeroparque por trasladar un maletín con US$ 800.000. A la hora de declarar su domicilio en Buenos Aires, el venezolano escribió Viamonte 352, el mítico bunker de Yabrán y sede de Royal Air.
Esta última firma quedó mencionada también en otro escándalo, en la causa que investiga el tráfico de 900 kilos de cocaína por parte de los hermanos Juliá. El brigadier José Juliá, padre de los pilotos detenidos en Barcelona, fue vinculado a la empresa de Yabrán tras su retiro.
En la actualidad, Royal Air está bien custodiada: el directorio está conformado por los contadores Gazquez Molina y Roberto Javurek, según los últimos registros.
En tanto, la firma Yabito que se dedica a los negocios agropecuarios, tuvo un papel protagónico durante la investigación por la muerte de Cabezas. El famoso sistema informático Excalibur comprobó que entre el 14 de octubre de 1996 y el 2 de mayo de 1997 se realizaron 35 llamadas desde un teléfono de Yabito a los números que en ese momento pertenecían a la Presidencia argentina. También se descubrieron llamadas a importantes políticos.
De la sucesión de Yabito participó todo el núcleo familiar. Según la última información publicada, la conducción es compartida por los contadores Gazquez Molina y Javurek.
Aylmer es otra de las compañías que también estuvo en la mira. Esta sociedad se dedica a los emprendimientos inmobiliarios, aunque despertó interés público por las reiteradas denuncias sobre supuestas irregularidades en sus operaciones.
El escándalo se desató en los noventa, cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo afirmó que las sociedades Yabito y Aylmer eran la fachada de un holding de empresas con las que Yabrán controlaba los negocios postales y aeroportuarios.
Desde la muerte del empresario, Pablo quedó a cargo de la compañía. En lo formal, la titularidad osciló entre sus históricos contadores y su hija, Melina.
p.t.
El diario El País realiza este jueves una jugosa crónica de la vida de la familia Yabrán. Sus negocios, movimientos y las relaciones que mantienen con el resto de la sociedad. A continuación, un resumen de la misma.
Mariano y Pablo son los hijos varones de Yabrán. Ambos eligieron la capital uruguaya para formar una familia y continuar con los negocios. Pablo, el más chico, se casó con María Paula Traverso, hija del corredor de automovilismo, y se instaló en una casa de Manantiales de Carrasco.
Los negocios corren por cuenta de Mariano. Con el paso del tiempo, el hijo mayor de Don Alfredo abandonó el anonimato para comandar la empresa de inversiones inmobiliarias Greenpol. Desde la web, Mariano se encarga de actualizar las novedades de la compañía. Las oficinas están en el World Trade Center, especifica el artículo de El País.
La publicación cuenta que la empresa se dedica a “proporcionar servicios de intermediación para coordinar todo el proceso de inversiones y desarrollos de proyectos inmobiliarios en negocios de mediana y gran escala”, según la web oficial.
Greenpol no solo tiene inversiones en Uruguay, sino también en Argentina y Miami. Mariano maneja el blog de la empresa y una página en Facebook donde mantiene actualizadas las novedades del negocio.
La familia, en el trato con desconocidos, prefiere utilizar el apellido Pérez, de su madre, para pasar desapercibidos. María Cristina Pérez, la viuda de Don Alfredo, se instaló en Punta del Este y algunos veranos se la pudo ver de paseo en las playas.
La única que habría vuelto a la Argentina es Melina, la menor de los tres hermanos. Casada con Facundo Reggi, la “preferida de papá” es la más aficionada de la familia a las redes sociales: tiene cuenta de Twitter y de Facebook.
Según sus comentarios en las redes sociales, Melina es fanática de Bailando por un sueño. En los últimos días, volvió a instalarse en Narbay, la mítica casa de su padre en Pinamar, para disfrutar de sus vacaciones familiares.
Poco después del suicidio, se hizo público que Yabrán había escrito una carta en la que virtualmente designaba a HC (Héctor Colella) como su sucesor. Colella, hombre de confianza de la familia, era asesor del grupo Exxel, un fondo de inversión que adquirió por US$ 605 millones un paquete que incluía algunas de las empresas que se le atribuían a Yabrán.
Pero fueron sus hijos, la viuda, sus históricos contadores y un puñado de amigos los que quedaron a cargo. Días después de la muerte de su padre, Pablo y Mariano se pusieron al frente de las empresas, pero con el tiempo cedieron la representación formal a gente de su confianza. Melina y María Cristina también participaron, aunque en menor medida.
Francisco Gazquez Molina y Oscar Roberto Javurek, contadores del empresario, ocuparon cargos estratégicos: figuraron en algún momento de la última década a cargo de firmas y aún están en el directorio.
Lejos de los procedimientos administrativos, en los últimos años las firmas despertaron la atención pública por quedar enredadas en escándalos y personajes polémicos como Guido Antonini Wilson y los hermanos Juliá.
Lanolec SA es la firma que más exposición tuvo en los medios. Esta compañía de taxis aéreos, que con el tiempo fue rebautizada como Royal Air SA, quedó a cargo de su hijo mayor luego del suicidio.
Royal Air fue salpicada por el Valijagate. La compañía estatal Enarsa contrató sus servicios para trasladar a Wilson, que luego fue detenido en la Aduana de Aeroparque por trasladar un maletín con US$ 800.000. A la hora de declarar su domicilio en Buenos Aires, el venezolano escribió Viamonte 352, el mítico bunker de Yabrán y sede de Royal Air.
Esta última firma quedó mencionada también en otro escándalo, en la causa que investiga el tráfico de 900 kilos de cocaína por parte de los hermanos Juliá. El brigadier José Juliá, padre de los pilotos detenidos en Barcelona, fue vinculado a la empresa de Yabrán tras su retiro.
En la actualidad, Royal Air está bien custodiada: el directorio está conformado por los contadores Gazquez Molina y Roberto Javurek, según los últimos registros.
En tanto, la firma Yabito que se dedica a los negocios agropecuarios, tuvo un papel protagónico durante la investigación por la muerte de Cabezas. El famoso sistema informático Excalibur comprobó que entre el 14 de octubre de 1996 y el 2 de mayo de 1997 se realizaron 35 llamadas desde un teléfono de Yabito a los números que en ese momento pertenecían a la Presidencia argentina. También se descubrieron llamadas a importantes políticos.
De la sucesión de Yabito participó todo el núcleo familiar. Según la última información publicada, la conducción es compartida por los contadores Gazquez Molina y Javurek.
Aylmer es otra de las compañías que también estuvo en la mira. Esta sociedad se dedica a los emprendimientos inmobiliarios, aunque despertó interés público por las reiteradas denuncias sobre supuestas irregularidades en sus operaciones.
El escándalo se desató en los noventa, cuando el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo afirmó que las sociedades Yabito y Aylmer eran la fachada de un holding de empresas con las que Yabrán controlaba los negocios postales y aeroportuarios.
Desde la muerte del empresario, Pablo quedó a cargo de la compañía. En lo formal, la titularidad osciló entre sus históricos contadores y su hija, Melina.
p.t.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias