Renée Pereira de Méndez Requena: murió una gran capitana
28.12.2020
MONTEVIDEO (Uypress/Esteban Valenti) - Falleció Renée Pereira de Méndez Requena directora del Argentino Hotel de Piriápolis, que timoneó el mayor hotel del país durante varias décadas sorteando pruebas muy difíciles. Fue la capitana de ese emprendimiento que es además el motor turístico de esa ciudad.
Fue sin duda la capitana de esa enorme mole apuntando hacia el mar, que está unida a la aventura de su fundador Francisco Piria. Es que Piriápolis es una ciudad de personajes que han marcado su historia. Renée fue una de las principales.
Nacida en el departamento de Salto, en una zona rural, comenzó a trabajar desde que era casi una niña y murió a los 86 años al frente de esta nueva y difícil etapa del hotel. Era una de mis mejores amigas, por lo tanto es posible que yo tenga una visión particular, pero el que la conoció y compartió esa batalla diaria para hacer funcionar esa enorme nave hotelera que cumplió los 90 años, sabe apreciarla. El trabajo, pero además la inteligencia y la experiencia acumulada, fueron claves para que se siga navegando, en medio de la pandemia pero también de otros momentos muy difíciles.
Hace exactamente tres años le fue renovada la concesión por 30 años, pues en dos sucesivas convocatorias a interesados, se presentó solamente la empresa presidida por Renée. Su presentación para seguir manejando ese ícono del turismo nacional rechazaba explícitamente la explotación del casino, en ninguna de las posibles alternativas. Ella era hotelera, venía de décadas de administrar el hotel de forma exitosa, con una clientela fiel y satisfecha. Y fue Renée con su trabajo, con su enfoque único, particular de la hotelería, la que logró ese triunfo.
Vivía dentro del hotel y estaba siempre pronta para el trabajo, porque manejar cientos de empleados, miles de turistas que regresábamos a visitarlos, no es el resultado de una simple labor administrativa, hay que afrontar las buenas, las medias y las malas temporadas, y combatirlas con energía - que a Renée le sobraba -, incluso en estos últimos años en los que sufrió diversos quebrantos de salud. Ella siempre estaba al mando.
Es difícil imaginar las tensiones diarias, la avalancha de problemas, de mantener el hotel abierto, con un edificio majestuoso, único, pero que simultáneamente padecía todos los problemas de una vieja construcción que había que mantener abierto y renovar simultáneamente. Y eso requiere mucha inteligencia, mucha energía y experiencia.
Renée reiteró varias veces su visión de que el hotel debía prestar un servicio personalizado, incluso siempre se rehusó a sustituir las tradicionales llaves por tarjetas magnéticas porque los huéspedes debían verle la cara al personal, poder preguntar y no ser un número, sino un amigo del hotel. En todos los servicios del hotel, funcionaba esa visión personalizada, desde los niños con su espacio especial, hasta el comedor por el que pasaron y se fueron satisfechos y volvían año a año, decenas de miles de argentinos, uruguayos, brasileros y turistas de decenas de países.
Con ese espíritu inquieto e innovador inauguró el primer hotel accesible de Uruguay, con menú en braile, accesibilidad a la piscina, y habitaciones especialmente equipadas, y capacitó en lenguaje para sordomudos, a su personal.
Piria construyó ese hotel - que se inauguró en 1930 -, pero muchos años después debía llegar un personaje como Renée para hacerle honor a los delirios y los sueños del gran empresario y constructor. Necesitaba alguien que comenzó con su esposo Méndez Requena, pero cuando éste murió, siguió ella - con la ayuda de su hijo Juan - por una ruta única, diferente. Y lo logró, falleció con el hotel navegando.
Era generosa y solidaria, abriendo el hotel a diversos planes sociales, para los jubilados, para las cumpleañeras de quince y otros sectores. Hay muchas autoridades que lo saben así como miles de personas que utilizaron esos servicios.
Su mayor capital, fue construir una red en Uruguay, Argentina y en Brasil de clientes fieles, no solo por los servicios tradicionales, sino por la personalidad única del hotel y ese es un mérito de su directora, de su numen tutelar.
Otro rasgo del hotel fueron sus actividades culturales, musicales, el ya famoso festival de cine en pleno invierno -Piriápolis de película, con sus 17 ediciones -, los desfiles de moda y en todos los casos, Renée estaba presente, trabajando incansablemente.
Los que la conocimos más allá de su empeño como empresaria, como directora del hotel y compartimos su amistad, su cariño, hoy nos sentimos más solos y más tristes en este tiempo tan terrible. Voy a extrañar sus charlas, su amistad, su capacidad de aportar una visión de firmeza, pero de gran sensibilidad y humanidad. Ocupaba un espacio importante en nuestra vida, de Selva y mía, y ahora sufrimos un gran vacío.
En este año terrible, un golpe muy doloroso se acumula al dolor colectivo que sufrimos todos los días. Fue por sobre todas las cosas, una gran mujer uruguaya.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias