Tristeza não tem fim
Ariel Bank
11.04.2021
El enorme número de fallecidos, la generación de nuevas cepas y el negacionismo de su presidente ha convertido a esta nación en la mayor amenaza para el mundo entero.
Pasan los días y no nos sorprenden las noticias alrededor del mundo. No nos sorprenden los contagios, no sorprenden los muertos, no nos sorprenden las cuarentenas ni los hisopados. La aparición de nuevas cepas con adjetivos que exhiben el lugar de origen de la misma nos es algo totalmente natural. Un día cepa británica, otra cepa sudafricana, de Manaos, etc. Tampoco sorprende la aparición de un sector de la sociedad que reniega de las medidas sanitarias y solo piensan en si mismos. Pero hay algo que todavía nos sigue conmoviendo. Las imágenes de los cementerios trabajando horas extras porque no dan abasto con la demanda. Son un recordatorio claro de que la pandemia sigue viva y que nuestras vidas siguen pendiendo de un hilo. Pero hay un país donde esa sensación de desolación y tristeza se plasma más que en ninguna nación del mundo, en Brasil. Paradójicamente, el país de la samba y la alegría se ha convertido en la nación donde la tristeza não tem fim.
Cuando uno habla de la situación del Brasil, automáticamente uno debe automáticamente pensar en la palabra tragedia. Desde el comienzo de la pandemia, el presidente de aquella nación se la pasó negando el coronavirus siguiendo el ejemplo de Donald Trump. Afirmando que era una "Gripezinha", otro día declarando que el brasileño tenía que ser estudiado ya que "puede saltar a una alcantarilla y no pasarle nada" y promoviendo el uso de sustancias que no están probadas científicamente que funcionen para tratar el Covid-19 como la hidroxicloroquina. Pero esas fueron solo declaraciones y peor que las mismas son sus acciones.
Jair Mesías Bolsonaro alentó manifestaciones masivas donde se rechazaba el uso del tapabocas empezando por el propio presidente, forzó la renuncia de varios ministros de salud por su negativa a usar la hidroxicloroquina, intentó bloquear la aplicación de medidas sanitarias por parte de los gobernadores, canceló órdenes de compra de vacunas del Laboratorio Sinovac porque quería un futuro "sin interferencia de la dictadura china", no suministró el oxígeno que precisaba Manaos para tratar a sus pacientes contagiados con la enfermedad (insumo que finalmente llegó a la localidad por acción del Gobierno de Venezuela) y constantemente se muestra desafiante frente al virus al no seguir las medidas sanitarias como el uso de tapabocas o el distanciamiento. Pero él no está solo en esta agitación, lo acompañan dirigentes muy importantes del oficialismo.
El diputado e hijo del presidente, Eduardo Bolsonaro, declaró en su momento que el Coronavirus era un "virus chino" y además en una gira oficial a Israel expresó ante redes sociales "métanse el barbijo por el culo" ante las críticas producidas por los medios de comunicación al notificar que en la visita oficial, los mismos funcionarios respetan las medidas que en su país no acatan. Ernesto Araujo (hasta hace poco canciller) dijo que la pandemia era una forma de "instaurar el comunismo" e incluso habló del "covidismo" como una estrategia marxista para controlar todas las relaciones sociales y económicas en todo el planeta. El Vicepresidente General Retirado Hamilton Mourão responsabilizó al pueblo brasileño por el avance de la pandemia y al mismo tiempo elogiando el rol del ex ministro de salud (General Eduardo Pazuello) el cual ha sido criticado por su incapacidad para gestionar la crisis de la saturación del sistema sanitario. La catástrofe está a la vista de todos.
De los 27 estados, 25 tienen sus sistemas de salud saturados a comienzos de abril del 2021. En los últimos días, más de 3000 muertos por día se han reportado lo que ha aumentado la mortalidad de manera dramática. 8 de cada diez intubados por Covid-19 mueren en las Unidades de Terapia Intensiva y hay miles de personas esperando por camas en las UTI. Existe el riesgo concreto de que se queden sin insumos básicos como respiradores, oxígeno y hasta incluso espacio físico en los pasillos para que esperen los pacientes a ser atendidos. Falta personal de salud para atender pacientes, falta insumos para atenderlos, faltan camas disponibles, faltan insumos y eso genera que haya situaciones en las que se les quite el oxígeno a adultos mayores para dárselos a jóvenes. En muchas ocasiones, terminan muriendo tanto el adulto mayor como el joven que quizás tiene 30 años. Y una de las cosas más tristes es que incluso, en varios cementerios no tienen lugar para ser enterrados.
Día y noche trabajan exhumando cuerpos, cremandolos y enterrando a otros porque no dan abasto. Los hospitales y clínicas se la pasan contratando containers refrigerados para almacenar los cuerpos de las víctimas. La mayoría del pueblo está sufriendo por algún amigo, conocido o familiar que ha pasado por la enfermedad. Sin embargo, existe un sector de la opinión pública que no solo no le reclama a su líder por su actuación sino que encima niega la importancia de la ciencia en la misma y solo se encomiendan a lo que ellos denominan "dios".
Bolsonaro dirige a dos sectores sociales que lo siguen disciplinadamente y siguen el "ejemplo" de su líder. Un sector es profundamente religioso y desacata todas las medidas sanitarias. Se les dice que debe haber distanciamiento social y ellos se juntan. Se les dice que deben usar tapaboca y ellos no las usan. Se les dice que debe haber ventilación y hacen rezos en edificios sin ventilación de carácter masivo. El otro sector está vinculado a una corriente de las fuerzas de seguridad que desprecian no solo la ciencia sino al sistema democrático. Y no solo eso, sino que esa combinación de fundamentalismo religioso con militarismo antidemocrático está engendrando una base social que demanda a su líder la ejecución de un golpe de estado e instaure una dictadura en el medio de una pandemia.
El descredito hacia el gobierno por su gestión de la pandemia ha desembocado en el descredito de todas sus figuras empezando por el otrora ministro estrella de Bolsonaro, Sergio Moro. La declaración del máximo órgano judicial del Brasil en la cual afirman que Sergio Moro fue parcial en el tratamiento del proceso contra Lula ha abierto la puerta para que en las próximas elecciones presidenciales, Lula se presente y con serias chances de triunfar. Todas las denuncias que la izquierda hacía sobre la actuación de los funcionarios judiciales de repente fueron escuchadas por el Poder Judicial y por la opinión pública. Varios de los medios de comunicación que operaron contra el PT para lograr el derrocamiento de Dilma Rousseff tomaron consciencia del daño que se generó en la sociedad. Tuvo que llegar una pandemia para que comprendieran el mismo.
El Coronavirus exige para controlar los contagios, entre otras medidas, la aplicación de cuarentenas. Contra esto es que se erige la ultraderecha brasilera el cual con la excusa de "defender la libertad" busca sabotear las medidas de control sanitario emitidas por las instituciones democráticas. Al punto donde sin ruborizarse celebran el Golpe de Estado de 1964 y colocan carteles en las calles con la leyenda "Con Bolsonaro en el Poder, Intervención Militar Ya". El propio Ministro de Defensa afirmó que el golpe fue "un movimiento para pacificar el país. El presidente avanzó con una medida concreta muy peligrosa, la revocación de regulaciones para la tenencia de armas. Lo hizo a través de un decreto con lo cual, varios de su base electoral, podrían acceder a armas de una manera más sencilla ¿alguien se puede imaginar que esas armas serán para practicar para los juegos olímpicos? ¿o es el preludio a la organización de escuadrones de la muerte al servicio del presidente?
¿El comienzo del fin para Bolsonaro?
A todo esto, hace pocos días renunciaron los jefes de las tres fuerzas que componen las Fuerzas Armadas del Brasil, en un gesto muy inusual. En los medios de aquel país, se interpreta el mismo como un acto de oposición a la idea de ejecutar un golpe y el respeto de estos mandos hacia el orden constitucional. No es un gesto menor, es la exposición ante todo el público de la grieta entre los golpistas y los constitucionalistas. Y no es el único sector que comienza a darle la espalda a Bolsonaro.
Gran parte de los empresarios que conforman la clase dominante del país han redactado, firmado y publicado una carta en los principales medios de comunicación denominada "El País exige Respeto" donde solicitan al gobierno que aplique medidas sanitarias para contener la pandemia. Denuncian los discursos negacionistas de la pandemia, antivacunas y donde se promueven sustancias sin evidencia científica como la Hidroxicloroquina. En la misma rechazan el "desdén por la ciencia" y advierten que de no aplicarse estas medidas sanitarias, aumentaría el costo para el país producto del alto número de contagios y muertos. Es la primera gran demostración de oposición de este sector para con Bolsonaro.
A pesar de los muchos pedidos de juicio político, Bolsonaro sigue teniendo apoyo no solo en su base social sino por la vacilación de varios dirigentes políticos que por intereses mezquinos todavía siguen dudando de impulsar la destitución del responsable de la muerte de miles y miles de personas. Hasta hace poco Bolsonaro tenía el respaldo de Donald Trump y con el, el de varios políticos afines a su ideología. La asunción de Biden en Estados Unidos, representa un giro internacional que ha distanciado a su gobierno del resto de los gobiernos del mundo. Incluso, aquellos que son aliados como el liderado por Netanyahu, no siguen su visión de la pandemia. La dictadura boliviana que tenía grandes relaciones con el carioca, ha caído y el nuevo gobierno tiene vocación por combatir la pandemia.
Otros dirigentes políticos y del rubro de la medicina se han acercado a organismos internacionales solicitando la intervención de la comunidad internacional para poder controlar la pandemia. ¿Por qué debería intervenir la comunidad internacional? Pues porque la ausencia de órdenes ejecutivas del presidente para cumplir con las medidas sanitarias está degenerando en la aparición de nuevas cepas con mayor transmisibilidad y mayor mortalidad. Sudamérica entera y varias otras naciones del mundo se encuentran amenazadas por estas cepas que surgen por la ausencia de políticas de control de la pandemia. La aparición de estas y otras futuras cepas podrían poner en peligro la campaña de vacunación en el mundo entero. Vaya si hay motivos para que organismos internacionales actúen de inmediato para frenar el accionar de los negacionistas.
Más de 340.000 muertos y 13 millones de contagiados hasta ahora pero... tengamos en cuenta que en Brasil están discutidas las cifras por la ausencia de transparencia por parte del gobierno. Es que Bolsonaro intentó bloquear que se difundan los números de la pandemia ante lo cual tuvo que intervenir la justicia para investigar si hay un método sistemático de manipulación de datos para minimizar el impacto de la pandemia. Existen sospechas de que el número de fallecidos sería más alto de lo que se conoce actualmente. ¿Qué están esperando los parlamentarios que dudan para ejecutar el Impeachment? ¿Qué está esperando el gobierno norteamericano para presionar a su par brasileño por el desastre sanitario? ¿Por qué las sanciones que hay contra gobiernos como el venezolano o el ruso, no se aplican para el de Jair Bolsonaro?
Pero la mayor pregunta que hay que hacerse es la siguiente.
¿Cuántos muertos más tienen que haber para que el pueblo brasileño vuelva a gozar del derecho a la salud?
Ariel Bank
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias