Columna de Ciencia y Tecnología
Claudio Martinez Debat
20.04.2018
Este año se cumplen 65 años del descubrimiento de la estructura en doble hélice del ADN, la molécula de la herencia.
El trabajo original, escrito por James D. Watson y Francis H. C. Crick sin realizar ningún trabajo experimental, fue publicado en la prestigiosa revista británica Nature, en abril de 1953. En el mismo ejemplar aparecieron otros artículos, firmados por algunos de los otros participantes de esta carrera hacia el Santo Grial de la Biología: Maurice Wilkins y Rosalind Elsie Franklin. Watson, Crick y Wilkins recibirían el Premio Nobel de Medicina en 1962, "por sus descubrimientos concernientes a la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su significación en la transferencia de la información en los seres vivos". No así Franklin, quien falleció en 1958, con sólo 37 años de edad. Fue ella quien obtuvo los datos experimentales clave en la elucidación de la estructura del ADN.
Rosalind, nacida en 1920, surgió de un background raro para una mujer de su época. Los Franklin eran una familia ortodoxa judía que llevaba una vida acomodada, con una fuerte tradición liberal. La solidaridad y el trabajo público eran una tradición entre las mujeres de la familia, que se manifestó especialmente en los años de pre-guerra y durante la misma, acogiendo a muchos refugiados. Proviniendo de una familia política y socialmente activa, sus padres creían en la educación igualitaria de todos sus niños, incluyendo a las hijas. Rosalind era muy exigente consigo misma, pero también sentía, que a pesar de su educación igualitaria, estaba de algún modo en desventaja sólo porque era mujer. Este sentimiento apareció continuamente en su vida y trabajo. Decidió no tener hijos, a pesar de amar a los niños, para dedicarse de lleno a su vocación encontrada durante la adolescencia: sería una científica profesional a tiempo completo.
Realizó sus estudios universitarios durante la segunda guerra mundial en Newnham y Cambridge, donde obtuvo su doctorado en 1945. En esos años realizó varios trabajos como voluntaria, y se vinculó a grupos de sobrevivientes del holocausto nazi. Se asoció con su amiga francesa Adrienne Weil para regentear un hostal destinado a recibir refugiados. Fue una época de enormes cambios, y que Rosalind aprovechó para completar su independencia de la casa paterna. En particular, tomó distancia en el plano ideológico, afiliándose a la causa socialista.
Inmediatamente después de la guerra, en 1947, la Doctora Franklin se mudó a París. Consiguió un buen puesto como Investigadora en el Laboratoire Central des Services Chimiques de l'État francés. Accedió a este cargo gracias a un amigo de Adrienne, el distinguido científico Marcel Mathieu. Primero como colegas científicos, luego como amigos íntimos, nació entre ellos una relación única en la vida de Rosalind. Encontró en Marcel alguien a quien admirar y respetar, sin tener que mostrar su lado defensivo. Por otro lado, su trabajo científico acerca de las propiedades del carbono fue muy productivo: aprendió todo lo relacionado a las técnicas de difracción por rayos X, y publicó varios artículos, sentando las bases estructurales del estudio de las fibras de carbono. La sociedad científica francesa no era tan sexista como la inglesa, se notaba la influencia de Mme. Marie Curie. Sus colegas del laboratorio estimaban su agudeza, su capacidad de concentración y su gran habilidad manual. Fue muy feliz durante su estadía de cuatro años en Paris, que era una fiesta. Vivió como quiso, mejoró sus naturales habilidades culinarias (característica de la mayoría de los científicos), y adquirió una elegancia francesa en su vestir.
Franklin regresó a Inglaterra con un cargo de "Investigadora Asociada" en el laboratorio de John Randall en el King's College, Londres, en 1951. Este puesto constituía un ascenso académico para ella y la posibilidad de aplicar su indiscutible pericia a otros temas. Los trabajos de los 15 años anteriores permitían suponer que una vez que se resolviera la estructura molecular del ADN, podría establecerse sin dudas una relación inequívoca entre este replicante y su función en los mecanismos hereditarios. En ese momento, la técnica de difracción por rayos X (que permite precisar la posición de los átomos en cualquier cristal), estaba a punto para ser utilizada en el estudio de muestras biológicas, y el King's se encontraba a la cabeza de los laboratorios mundiales en el tema. Rosalind continuó trabajando con el carbono, pero pasando del grafito, casi amorfo y desordenado, al estudio del núcleo químico de la vida, el carbono tetravalente, capaz de organizar bellas formas en el espacio y el tiempo, tales como las hélices de los ácidos nucleicos y proteínas, uróboros espirales de la vida.
Un ambiente machista y una serie de malentendidos alejaron a Franklin de la resolución de la estructura del ADN. Existía una discriminación sexual evidente en el King's: los hombres almorzaban en su propia y confortable cantina, en la cual charlaban informalmente en el almuerzo y después de la jornada laboral. Las mujeres tenían vedado el acceso. Éstas debían contentarse con la cantina estudiantil. Este ambiente hostil, hirió profundamente a Franklin quien se sumergió en su trabajo. Adoptó una actitud defensiva, percibida por sus colegas como altanera, soberbia, distante, hasta inaccesible. Esto afectó sobre todo su interacción con Wilkins, en los papeles su colaborador al mismo nivel, y en los hechos su competidor, trabajando ambos en paralelo pero sin ese diálogo imprescindible para una colaboración eficaz.
Durante los dos años siguientes, Rosalind trabajó duro en la cristalografía del ADN. Desarrolló sus propias técnicas experimentales y tomó fotografías soberbias del patrón de difracción de fibras de la molécula. Fotos clásicas, entre ellas la famosa 51, que se encuentran en los libros de texto biomédicos, pero que a veces aún hoy son acreditadas erróneamente como de Wilkins. Gracias a esos experimentos, en esos dos años Franklin se acercó como nadie podía hacerlo en ese momento a la resolución de la estructura del ADN. Para obtener las coordenadas espaciales de los átomos constituyentes de la molécula de ADN a partir de las fotos de difracción por rayos X, Franklin empleó una técnica de análisis matemático larga y laboriosa, ¡a mano!, sin ayuda de computadora alguna. Entregó un informe a su jefe Randall y comenzó a trabajar sobre los datos para su publicación.
En esos días, llegó un trabajo publicado por Linus Pauling (el químico más famoso del siglo XX) al laboratorio de Watson y Crick, en Cambridge. Pauling, quien había, entre otras cosas, descubierto la llamada "alfa hélice" (estructura fundamental en las proteínas), declaraba haber resuelto la estructura del ADN... pero estaba errado: el ADN sería una triple hélice, con los grupos fosfato en el interior y las bases nitrogenadas en el exterior. Errar es humano, y hasta el mejor químico del mundo puede cometer errores de principiante. En realidad, los fosfatos se encuentran en el exterior de la molécula y las bases en el interior, tal como se deducía de los experimentos de Franklin.
Watson decidió viajar inmediatamente al King's College, en Londres, para mostrar el trabajo de Pauling a su amigote Wilkins. Cuando llega al King's, éste no estaba disponible y entonces va hasta el laboratorio de Rosalind, para mostrarle los resultados de Linus. Lo que exactamente pasó en esa ocasión no se sabe, pero sí que se generó una agria discusión que terminó con Franklin avanzando amenazadora hacia Watson y éste huyendo de su laboratorio. Wilkins lo encuentra en el pasillo y, aparentemente de buena fe, le muestra uno de los mejores resultados de Franklin. Ella nunca se enteró de este suceso. En los hechos fue un robo de datos, un fraude científico. Al ver la foto, Watson "queda con la boca abierta", percibe claramente la repetición cada 34 angstroms, diez escalones de bases nitrogenadas, girando hacia la derecha, formando una vuelta de rosca. Regresa enseguida a Cambridge, y junto a Crick resuelven la estructura molecular del ADN, la doble hélice, "demasiado bella como para no ser cierta". "Elemental querido Watson, es una doble hélice", parece que también le dijo Crick, ambos borrachos en el Pub The Eagle, en Cambridge, que hoy ostenta una placa en honor a Franklin... Construyeron un modelo del ADN, hecho a escala en alambre y chapas metálicas, hoy en exposición en el Museo de Ciencia de Londres. Lograron la fusión de datos provenientes de la química, la física, la genética y la biología, lo cual es un mérito mayor.
El borrador del trabajo que estaba escribiendo Franklin perfilaba su convicción de que el ADN era helicoidal y formado por dos cadenas coaxiales, con los grupos fosfato en el exterior de la molécula, y apoyaba de hecho el modelo de Watson-Crick. Nunca quiso o supo discutir sus resultados con sus colegas, salvo con su estudiante Gosling, quien no estaba a la altura del desafío. De hecho, Pauling, quien tampoco era "muy comunicativo", quiso entrevistarse con Franklin, pero debido a sus ideas de izquierda, el gobierno norteamericano de la época denegó su visa de salida, frustrándose así un encuentro que podría haber cambiado el curso de la historia de la biología.
En la primavera de 1953, Franklin dejó el King's, desalentada por el ambiente de trabajo y el curso de los acontecimientos, para trabajar en el Birkbeck College. En 1956, se manifiesta su enfermedad: cáncer ovárico, muy probablemente provocado por sus largas exposiciones a la radiación. Trabajó hasta sus últimos días y murió en 1958. Existe todavía controversia acerca de si debiera habérsele otorgado el Premio Nobel junto con Watson, Crick y Wilkins. Nunca se sabrá, el Premio Nobel no se otorga de manera póstuma, y la historia la escriben los vencedores.
La foto 51 es uno de los modelos biológicos más famosos de la ciencia. El legado de Franklin continúa a través de varias iniciativas, tales como la Rosalind Franklin Society y la Rosalind Franklin University, (antes Chicago Hospital-College of Medicine, fundado en 1912), que lleva en su logo una versión de esa foto, que parece una flor, no sé como se llama pero tiene forma de doble hélice, es linda y tiene aroma a rosa.
Obs.: Para la redacción de esta nota se tomó como referencia el artículo "Detrás de todo ADN hay una gran mujer. Historia de traiciones", publicado en el Suplemento "El Cultural" de El País, N° 661, p. 7, 5/7/2002.
Claudio Martínez Debat (Dr. en Biología Molecular y Celular, Químico Farmacéutico), es Profesor Adjunto del Instituto de Biología de la Facultad de Ciencias, Universidad de la República. Dirige a LaTraMa (Laboratorio de Trazabilidad Molecular Alimentaria) en la Sección Bioquímica. Es el Responsable Académico del Convenio (entre la Universidad de la República y la Intendencia del Departamento de Montevideo) tendiente a implementar el Etiquetado de Alimentos Transgénicos en Montevideo. Es el Co-Coordinador del Núcleo Interdisciplinario Colectivo TÁ (Transgénicos y Agroecología), del Espacio Interdisciplinario, UdelaR. Músico y compositor, integra la banda Supernova y está grabando su primer proyecto solista: Uróboro.
e-mail: clau@fcien.edu.uy / Facebook: Claudio Martinez Debat
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