PAISAJES URBANOS - Un redivivo viaje a Itaca
Daniel Feldman
09.08.2021
Stoa es una palabra de origen griego, castellanizable como estoa, y que se puede traducir como pórtico. Se trata de una construcción propia del urbanismo griego antiguo, muy común en las ágoras, tal vez –y sin tal vez- una de las máximas expresiones de la democracia, de antaño y de hoy.
Pienso en sus columnas delimitando la galería, y me traslado a Atenas, para detenerme absorto frente al pórtico de las Cariátides, en el Erecteion. Tampoco me cuesta pararme frente a la stoa de Eumenes, imponente planta rectangular de 163 metros de largo por casi 18 de ancho, construida por Eumenes II de Pérgamo, hace ya más de dos mil años.
Pero estoy en Montevideo. Más de una vez lo vi desde la rambla de Palermo, de frente, mirando orgulloso y altivo al estuario.
Sin embargo, observarlo desde una de las laterales no hizo más que confirmar todo aquello que había leído alguna vez sobre el punto de vista. De la imagen de férreos barrotes que no permiten salir a quien cumple condena en su pasaje, rápidamente volví a Grecia, pero esta vez al mar Jónico, y recaí en Odiseo.
Sin ningún tipo de alusión política, creí entrever una luz al final del camino, pero para abrazarme a ella era menester recorrerlo. A grandes zancadas -soy de paso largo- podía rápidamente, según creía, alcanzar la meta.
Pero -casi siempre hay un pero- mi amiga Margarita me hizo recordar a Konstantinos Kavafis y su poema:
Cuando el viaje emprendas hacia Itaca,
ruega que sea largo el camino
pleno de aventuras, pleno de conocimientos.
A los Lestrigones y a los Cíclopes
al encolerizado Poseidón no temas.
Tales cosas nunca hallarás en tu camino,
mientras mantengas tu pensamiento en alto, mientras selecta
emoción roce tu espíritu y tu cuerpo.
A los Lestrigones y a los Cíclopes,
y al feroz Poseidón no hallarás,
si no los llevas dentro de tu alma,
si tu alma ante ti no los coloca.
Ruega que sea largo el camino.
Que haya muchas mañanas estivales
en las que, con qué placer y alegría
arribes a puertos nunca vistos;
detente en los mercados fenicios,
y adquiere finas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébanos,
y sensuales perfumes de toda clase,
cuantos más perfumes sensuales puedas;
visita muchas ciudades egipcias,
y aprende más y más, de los sabios.
Mantén en tu pensamiento siempre a Itaca.
Llegar allí es tu destino.
Pero no apresures por nada el viaje.
Mejor que dure muchos años,
para que ya anciano llegues a la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino,
sin esperar riquezas de Itaca.
Itaca te ha dado el más maravilloso viaje.
Sin ella, nunca hubieras emprendido el camino.
Otras cosas ya no tiene para darte.
Aunque pobre la encuentres, Itaca no te engañó.
Sabio como has llegado a ser, con tanta experiencia,
ya habrás comprendido qué significan las Itacas
Fue así que, parsimoniosamente, decidí tomarme mi tiempo para atravesar los metros que por esta galería van de la calle Salto hasta Lorenzo Carnelli, y de esa manera, despaciosamente, ir construyendo mi propia Itaca.
Daniel Feldman | Periodista