Diario de la guerra del cerdo ¿Rebelión juvenil?
Hebert Abimorad
04.01.2021 11:15
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro
y a veces lloro sin querer.
(...)
R. Darío
Acabo de ver un video donde jóvenes de manera ordenada salen de una residencia, siendo expulsados por la fuerza del orden público, habiendo estado de fiesta, contradiciendo la autoridad del gobierno, ante el llamado de no agruparse por el riesgo a propagar el coronavirus.
Alrededor de 3000 personas se concentraron en la plaza principal de Gotemburgo para festejar el año nuevo y ver los fuegos artificiales.
Los mismos ejemplos se multiplican alrededor del mundo.
No cabe duda, que estamos frente a un movimiento contestatario que se infunda en el valor de la libertad, con o sin razón aparente, ante el autoritarismo del estado.
La rebelión juvenil es una sublevación contra la generación que le precede. Una explosión de los sentidos. Tal conmoción social se empieza hacer notar después del nacimiento del modernismo, en la que los jóvenes comienzan adquirir independencia con respecto a los mayores. La expectativa de vida aumentó y nace el derecho de jubilación.
Y es entonces, que personajes canosos se empiezan hacer visibles en la sociedad. La juventud los ve como algo que se interfiere en su camino, que son la alegría y la diversión.
Ver a la vejez jugando a las cartas en un bar, representa la pasividad, ante una sociedad que se transforma a una velocidad en la que el joven está obligado a correr a la par.
Y nace el enfrentamiento, que adquiere rasgos de violencia moral y física frente a un viejo estado de cosas, valores e instituciones. La década del 60 fue el pico de lo que se había estado engendrando durante el siglo.
En este contexto fue que el escritor argentino, Adolfo Bioy Casares (1914 -1999), escribe la novela publicada en 1969, Diario de la guerra del cerdo, en donde relata una guerra en la que los viejos (cerdos) son víctimas y los jóvenes verdugos. Comienza cuando un grupo de jubilados, que son los protagonistas principales, que salen de su encuentro diario, un bar jugando a las cartas, descubren a un grupo de jóvenes asesinando al canillita del barrio.
La casería de todos los personajes "viejos" de la sociedad se traduce en muertes y torturas macabras.
La novela representa a la vejez como algo abominable, un estado de pérdida de la intensidad y los colores, es la muerte. A su vez, el autor, describe a la juventud como iracundos y sin cerebros, sin conocer ellos mismos qué razones los mueven a ser tan despiadados. Siendo la última escena el incendio de un hogar de ancianos.
La trama de la novela marca la sensación en la que muchos adolescentes, de manera inconsciente,viven ante el desafío del mundo nuevo que se les avecina, la vejez, y el cual no querrían imitar. Y en tal desesperación la solución es romper el espejo donde se reflejan.
A pesar del mensaje fúnebre de la novela está presente una historia de amor. Don Isidro, protagonista principal, y su vecina algo más joven, se enamoran y forman pareja.
Hebert Abimorad
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias