Se murió Daniel Rabinovich
Héctor Musto
22.08.2015
Se murió Daniel Rabinovich. Cuesta creerlo. Y duele.
"Muchas veces mis alumnos me preguntan si la hermenéutica telúrica incaica transtrueca la peripatética anotrética de la filosofía aristotélica, por la inicuidad fáctica de los diálogos socráticos no dogmáticos. Yo siempre les respondo que no."
Daniel Rabinovich (1943-2015).
Se murió Daniel Rabinovich. Cuesta creerlo. Y duele. El tipo este fue fundador de Les Luthiers, y desde sus inicios, un "personaje central" del grupo. No voy a hacer su biografía porque anda por todos lados. Solamente voy a escribir unas pocas líneas personales de lo que sentí, en su presencia... y cuando me enteré de su muerte. Obviamente, nunca lo conocí en persona. Pero lo vi arriba del escenario incontables veces, aquí y en Buenos Aires. Y era el tipo al que uno miraba aunque hablase otro. Sus pequeños movimientos, su mirada, como movía los ojos... la gestualidad de su cuerpo. Su capacidad infinita de hablar "trabalenguas" sin decir nada pero diciendo, su manera de ir construyendo humor sin ser la "primera persona" en lo que estaba pasando. Si Daniel estaba arriba del escenario, inevitablemente, quisiera uno o no, atraía. Fue un maestro de la pequeña gestualidad. De lo chiquito. De lo que hacía la diferencia. Y todo eso sin tapar a los que ocupaban los primeros planos. Supongo que no debe ser fácil hacer eso... y lo hizo durante décadas. Fue un maestro en eso que supongo difícil que es el arte de complementar lo que pasa sin ser "el protagonista". Aunque claro, lo fue siempre. Y cuando fue el protagonista... ¿qué decir? Por mencionar unos pocos ejemplos: en la payada de la vaca, en esther píscore, en el monólogo, en la gallina dijo eureka... en el solo que se manda sobre el final haciendo percusión en el adelantado don rodrigo díaz de carreras... (cuando hizo reír hasta a sus compañeros arriba del escenario)... y tantas otras veces. Nos hizo reír. Pero "reír fácil"... no, ese nunca fue su estilo. Su forma de hacer humor fue apostar a la inteligencia, a lo que podíamos aportar nosotros, desde las butacas. Y eso no es fácil. Más que apostar a la gestualidad facilonga, al chiste sencillo, buscó y apostó a que nosotros, su público, pusiéramos lo nuestro para entenderlo. A su frase sobre las canciones de Lenin... ¿pero Lenin hacía música? "Si, Lenin y McCartney".
No se murió un payaso. Se murió un humorista, o, en realidad un Humorista, con mayúscula. Como hay pocos.
Y hoy, cuando iba a la Facultad, me llamó mi madre. Me extrañó que me llamara temprano. Cuando le pregunté qué pasaba, me dijo "murió Rabinovich, el de Les Luthiers". Estaba cerca del auto. Me senté en el cordón de la vereda y, lo confieso, lloré un ratito. De dolor. No podía creer que Daniel se hubiese muerto. Y como tenía que ir a la Facultad, me subí al auto. Y no lo pude evitar. Agarré el celular y busqué en youtube el monólogo... y después a esther píscore. Las escuché. Con lágrimas en los ojos. Y de a poco, mis lágrimas por su muerte, por esa distancia insalvable, se fueron transformando en alegría. Por haberlo visto. Por haberlo vivido. De cerca. Casi como a un amigo, aunque nunca hablé con él. Pero no importa. Daniel se fue. Pero está. Al menos conmigo. Y siempre va a estar. Apelando a lo mejor de mí.
Gracias Daniel.
Un abrazo grande para vos, y no te preocupes: la muerte no te mató, te hizo eterno.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias