ELECCIONES EN CHILE: UN VOLCÁN LATENTE DE ERUPCIÓN
Ismael Blanco
06.12.2013
"Uno no puede ponerse del lado de los que hacen la historia sino de los que la padecen." Albert Camus
En mi perspectiva, lo que nos está diciendo Albert Camus es que los hombres que padecen la historia son los que están convocados a transformar las circunstancias que hacen la misma.
En el pronunciamiento de los hombres está la determinación del cambio social, "con la rebelión nace la conciencia".
Desde este enfoque nos preguntamos: ¿quiénes son los que necesitan y reclaman que se produzcan cambios y por tanto se transformen las actuales circunstancias que imperan? Nos podemos responder que son aquellos que se sienten menos contemplados por el sistema y se ven desplazados por los que detentan el poder en la sociedad; son aquellos que no fueron tomados en cuenta. La rebelión nace entonces de una existencia injusta, abusiva e inaceptable.
En la actualidad estoy absolutamente convencido, y aquí no doy lugar a la licencia “salvo mejor opinión”, que los cambios y las transformaciones que nuestras sociedades se merecen y se proponen deben construirse por una vía profundamente democrática expresada por la voluntad electoral de la ciudadanía.
Me propuse escribir este artículo antes de la segunda vuelta de las elecciones de Chile donde Michelle Bachelet o Matthei serán elegidas para presidir ese país.
Intentando ser un observador, reconozco no neutral, advertí el tercer domingo de noviembre, que si yo hubiera sido un distraído turista en la ciudad de Santiago no hubiera detectado que allí había una elección nacional donde la izquierda y la derecha se jugaban, una vez más en la historia, una parada mayúscula.
Reitero, a los efectos de no engañar a nadie, que pisar el suelo chileno me conmueve y me estremece la sangre por lo que representa su historia de luchas heroicas, persecuciones, conquistas y esperanzas. También de utopías, de obras inconclusas y por ser la tierra de humanos ejemplares, pero resumo en uno: la tierra de Salvador Allende.
Con esa mirada, con este talente, no supe o no pude comprender o asimilar que sólo en estos comicios de primera vuelta concurrió a votar un 56 % del padrón electoral. Una respuesta quizá sea que era la primera experiencia en una elección nacional donde el voto no era obligatorio. Éste es un aspecto a analizar, habrá quienes concluyen que éste fue un hecho positivo y de mayor democracia y libertad para el ciudadano y habrá otros, y en particular muchos dirigentes de la izquierda, que la voluntariedad del voto no les convence, detalle no menor cuando el cuestionamiento se lo hacen sobre una contundente victoria.
La victoria electoral de la izquierda y el gran porcentaje de abstención, ambas son señales importantes.
Una crónica chilena expresa: “Ya lo sabíamos, pero ayer lo sentimos en carne propia. Una cosa es hablar de cambios y otra votarlos; una cosa es adivinar el talante de los tiempos y otra que dependa de lo que marque nuestro lápiz en la cédula; una cosa es querer y aspirar y otra cosa es actuar y decidir”.
Este concepto resume el sentimiento de “el día después de las Elecciones Nacionales” y refleja el sentir de los chilenos que votaron dándole un amplio triunfo a la candidata de la “Nueva Mayoría” Michelle Bachelet que obtuvo el 46,67% de los votos, contra un 25,01% de la candidata de la derecha Evelyn Matthei.
Existe una necesaria reflexión respecto de la importancia de esta segunda vuelta y es involucrar a quienes no participaron. Se debe analizar qué sectores de la población y en especial de los insatisfechos, de los carenciados, no se ha sentido convocado para expresarse con su voto.
Esta segunda vuelta es la etapa final de un proceso complejo en la que se definirá entre dos modelos contrapuestos de país, los chilenos decidirán a cuál de ellos le confiarán la conducción en los próximos años.
Es un momento decisivo en el que todos los habilitados que aspiren a ser protagonistas de un cambio de paradigma en Chile, deben sentirse parte esencial de este proceso, porque importa el voto de cada uno. Quienes no votaron en la primera vuelta tienen ahora la oportunidad de expresarse, es importante que lo sepan. Lo harán libremente y en el sentido en el que consideren que sus aspiraciones se verán mejor reflejadas, con conciencia de la importancia de votar y sin darse cuenta o haciéndolo a cabal conciencia, le estarán rindiendo un homenaje a Salvador Allende quien entregó su vida y polemizó con propios y ajenos, de que vale la pena morirse siempre en defensa del sistema democrático.
La amplia mayoría de quienes se expresaron en las urnas aspira a un modelo de sociedad más justa, equitativa, por eso apostaron a un cambio de paradigmas. Es natural que sea así, ya que los insatisfechos son los que reclaman reformas tributarias, la gratuidad y la calidad de la educación, la reforma constitucional, reformas del modelo social.
No es un detalle menor decir que la “Nueva Mayoría” es una nueva expresión de un frente popular, donde coexistan democristianos y comunistas, socialistas, socialdemócratas, independientes y verdes. Algo en que la izquierda uruguaya puede reconocerse sin dificultad. Expresión política donde Salvador Allende se sentiría muy cómodo. Este pronunciamiento popular lo vemos como un hecho histórico que prueba que las ideas trascienden los tiempos en que se gestan.
No obstante no somos distraídos ni ingenuos como para ausentar del análisis que las fuerzas progresistas estuvieron gobernando durante 20 años luego del retorno a la democracia. Evidentemente no se pudo avanzar sobre los aspectos que hoy están planteados en la actual campaña electoral, llegando al extremo de perder con la derecha en la anterior elección, retrasando un proceso histórico hacia la democratización de la sociedad y conquista de derechos sustanciales sobre la base de la libertad y la igualdad.
La experiencia chilena y en particular la derrota contra la derecha fue, o es, una luz de alerta para la fuerza de izquierda uruguaya.
Los pueblos deben tener memoria y no olvidar. A 40 años después de la muerte del presidente Allende, quienes concurrieron a votar a la Nueva Mayoría y a Michelle Bachelet, ratificaron las ideas que él defendió, promotoras de socialismo en democracia, pluralidad y libertad.
Michelle Bachelet en su campaña lo recordó de esta manera: “Allende supo entender las grandes urgencias de los chilenos y chilenas, esperaba que nuestro país a partir de sus tradiciones creara los mecanismos para hacernos cargo de ellas, y que no pretendía ser líder de esa conquista sino encabezar un proceso de cambios sucesivos para el bienestar de Chile; un Presidente que puso en el centro de su acción política el ser humano para acercar el horizonte de justicia social y ponerlo al alcance de las grandes mayorías postergadas”
Ahora bien, también estamos obligados a reconocer que Allende fue un gran incomprendido por la propia izquierda de su tiempo. Ni siquiera tuvo el apoyo ilimitado de su propio partido. Algunos sectores ni siquiera estaban convencidos del programa de la Unidad Popular. Se creía en el “camino corto”, se menospreciaba el proceso de cambios y consolidación de los mismos, existía indiferencia y desdén hacia el planteo de Allende por gran parte de la izquierda.
Allende fue sin lugar a dudas por su idiosincrasia, como decía Camus “un hombre rebelde” que no aceptó los hechos y el destino con resignación y pasividad, eligió ir más allá, analizar el porqué de las cosas con la convicción que se puede incidir para modificar lo que parece estar dado. Esta actitud es la que asumen los valientes, los líderes. Implica detenerse, fijarse objetivos nobles, estar dispuesto a desandar una y mil veces el camino si es preciso para poder seguir adelante.
Albert Camus expresa: El hombre rebelde es aquel que dice que no, aunque negar no significa renunciar y con su negación es también un hombre que dice sí desde su primer movimiento, con lo cual, afirma la existencia de una frontera. Así, el movimiento de rebelión se apoya en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho. La rebelión va acompañada de la idea de tener uno mismo, de alguna manera y en alguna parte, razón.” “Pone la parte de sí mismo que quiere hacer respetar por encima de lo demás y lo proclama preferible a todo.” ”En el movimiento de la rebelión no se elige un ideal abstracto, rebasa el resentimiento y revela lo que hay que defender siempre en el hombre, su libertad…”
Camus, desembarcó en Chile hace 54 años en medio de una revuelta, la conocida “revolución de la chaucha”, una suba de 20 centavos en el transporte, al decir de los chilenos una chaucha y de ahí el nombre del levantamiento. Los hechos parecen jugar con los hombres, Camus comienza a escribir “El hombre Rebelde” en París y queda atascado. Los días en Chile lo estimulan a continuar con su obra. En esos días Camus escribe en su diario: “La tropa con casco y armada ocupa la ciudad. A veces dispara al blanco. Es el estado de Sitio. Durante la noche oigo disparos aislados.”
El gobierno reprime, los estudiantes salen a las calles, los obreros se suman, se conforma el Comité Unido de Obreros, antecedente de la CUT (Central Única de Trabajadores). Los comunistas son proscriptos y perseguidos, Pablo Neruda, es clandestino, se exilia cruzando la cordillera, estuvo a punto de morirse, hacía dos años se había plantado en el senado denunciando el abuso y la represión a los trabajadores mineros en huelga. Camus, el resistente, el director del la revista “Combat”, distribuida entre la resistencia francesa a la ocupación nazi, no se encuentra con él. Hubiese sido lo lógico, lo que correspondía.
En la actual coyuntura Michelle Bachelet representa el cambio social. Ella eligió seguir el camino de Allende, el de la democracia sin condiciones como el único posible para construir una sociedad mejor dentro del marco de la Constitución, para lograr la transformación social buscando la emancipación de las clases populares.
Los chilenos son un pueblo que ha alcanzado la madurez política para decidir. El reemplazo del sistema económico capitalista por una vía democrática al socialismo sigue siendo una premisa y yo agregaría también una gran interrogante político y filosófico.
Mario Amorós quien recientemente escribió una nueva biografía sobre Allende concluyó “…para Nixon, Allende era más peligroso que Fidel Castro.”
Es por eso que a la hora del pronunciamiento, la pasividad y la indiferencia son las causas de las grandes derrotas. Ningún chileno querrá ese destino para su país. Estamos seguros.
Por cierto quien esté leyendo este artículo podrá preguntarse por qué convoque a Albert Camus, las elecciones de Chile y Salvador Allende.
Porque esos dos nombres y esa tierra confluyeron en la idea de rebeldía, en estos tiempos donde lo banal, lo pasatista, lo vacuo, el puro consumo o la indiferencia se presentan con decidida impronta, la rebelión y la rebeldía siguen teniendo vigencia.
“…Chile me ha enseñado que los volcanes pueden ser tiernos…” Albert Camus.
Ismael Blanco
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias