¿Qué pasa y cómo nos paramos?

Jaime Secco

09.05.2021

El momento es confuso. La situación terrible, pese a ello el gobierno mantiene apoyo y el Frente parece mareado. El medio país de izquierda tiene razones para estar ansioso. ¿Qué podemos sacar en limpio?

 

I

Muchos estudios, afirma el politólogo Oscar Bottinelli, coinciden en que en momentos de crisis la gente se agrupa atrás del líder. Una especie de necesidad de protección paternal, agrega.

Esto puede explicar la popularidad del gobierno y el Presidente en temas sanitarios y, por la importancia del problema, se extiende al apoyo en general de 60%. La sensación de éxito se manifiesta también en seguridad; 50%.

II

Bottinelli observa que, sin embargo, en todas los demás cosas que los entrevistados consideran importantes -empleo, precios, pobreza. ingresos-, la satisfacción con el gobierno baja a 40 o 30%. Entiende que, si pasa la crisis de coronavirus estos problemas pesarán más.

Daniel Chasquetti en esos mismos días recordó como caso clásico la elección en Gran Bretaña inmediata al triunfo en la Segunda Guerra Mundial. El primer ministro Winston Churchill tenía enorme popularidad, pero con su partido conservador perdió ante los laboristas. Hubo sorpresa ante la ingratitud, pero se entiende que el fin de la guerra hizo aflorar problemas que habían sido postergados, de crecimiento, sueldos y protección social. No querían más sangre, sudor ni lágrimas.

III

Es posible que eso suceda en Uruguay, pero el Frente Amplio no debiera sentarse a esperar que pase el tiempo. 

Hay razones para desear que este tipo de gobiernos no se prolongue en 2024. Las políticas generales son devastadoramente regresivas. Y hasta los mínimos gestos muestran irritantes atenciones obsequiosas a cuanto pida un empresario de mediano para arriba y una especial crueldad para rebajar sueldos, presionar políticamente a las ollas populares en gran medida organizadas por desocupados y culpar a los enfermos de su contagio o su propia muerte, porque estaban avisados de que el gobierno no piensa hacer nada. 

Pero nadie votará a un partido si no expone una alternativa clara. La restauración no es una alternativa de futuro,. Sería volver a lo que ya no dio resultado. Churchill, para recuperar la mayoría en 1951 no podía prometer que iba a ganar otra guerra contra Alemania. Y quizá una de las causas de que al Frente Amplio le faltara ese 1% por el que perdió la Presidencia en 2019, tras los gobiernos más exitosos en un siglo, fue que hubo gente que sentía que FA esperaba ganar por gratitud. 

Como los goles, los gobiernos no se merecen, se ganan con mejores proyectos.

IV

Se dice que todas las crisis pasan. La pandemia va a amainar necesariamente tarde o temprano. El problema es a qué costo en vidas y en entramado económico y social. En otras palabras, si finalmente se acaba pero con un costo de diez mil vidas, no debe concluirse en que fue correctamente controlada.

Bottinelli habla de dos maneras de leer la realidad. El Presidente y su círculo herrerista cree que el Covid terminará pronto y que ya para la primavera habrá un florecimiento económico mundial que nos hará recuperar el crecimiento. Todo eso podrá capitalizarlo con nuevos motivos de apoyo. 

Sus socios en la coalición no creen que la cosa venga tan fácil. En especial Cabildo Abierto, pero también los sectores colorados ven un diagnóstico preocupante. Por eso, sostuvo el presidente de Factum, hoy muchos hablan de alguna forma de diálogo nacional: Cabildo Abierto, Sanguinetti, Ignacio de Posadas y del otro lado también el Frente Amplio y organizaciones como el PIT-CNT.

¿Se trata de qué país se quiere, si uno con investment grade jugado a grandes multinacionales y algún malla oro? Este obliga a prestar atención a recetas ortodoxas viejas que ya descartaron todos los países capitalistas centrales y ningún organismo internacional aconseja. ¿O en un país que se apoye en un entramado de pequeñas y medianas empresas para asegurar máximo empleo, a la vez que recupere el impulso innovador y competitivo para reinsertarse en un mundo distinto?

Cuidado, Bottinelli fue cuidadoso aclarar que hablaba de posibles tensiones en la llamada coalición de gobierno. No estaba sugiriendo que la izquierda hace la misma lectura que Cabildo Abierto.

V

En resumen, dice, están hablando de dos realidades distintas, no de dos soluciones a un mismo problema y un mismo objetivo. Por eso las propuestas y sus argumentos son incomnensurables. No puede haber diálogo. Se señala entonces que hay polarización. Y, ya que estamos, se juega a la polarización a ver si con eso se gana puntos. 

Esa polarización la señaló con alarma, por esos días, el también politólogo Gerardo Caetano. Es evidente que el Frente Amplio como tal no apuesta a ella; aunque esté presente en redes sociales, con su característico furor, sin el freno de la razón.

VI

El hecho de que el Frente Amplio no juegue a la grieta pone nerviosos a algunos frenteamplistas que entienden que se desdibuja su perfil opositor. Alguno parece querer un ataque igualmente virulento en todo momento y ante cualquier tema. 

Alguien mencionó la metáfora genial del jugador de tenis que corre para atajar todas las pelotas con igual ansiedad y sin ese mirar adelante que requieren los juegos de estrategia, como el ajedrez, que precisan evaluación y paciencia.

En las redes toda información y hasta anécdota se transforma automáticamente en una denuncia y causa sorpresa que su sola divulgación no produzca inmediatos cambios de jerarcas y de políticas.

Pero en la lucha más amplia por los intereses populares se sabe que no triunfará quien se presente con la cara más enojada. Habrá que tomarse el trabajo de elaborar una propuesta nacional para el 2025. No sirve la que fue prevista para 2005, aunque tuvo tanto éxito.  Ni la plataforma de 2019. No haríamos lo opuesto al gobierno, que se quiere revivir propuestas neoliberales de los 90. Haríamos lo mismo al revés.

Hay bases en qué apoyarse. En la experiencia de gobierno, la experiencia de lo que salió mal, los estudios de prospectiva de la OPP con miras al 2050, la escucha y diálogo con sectores y organizaciones que ha emprendido la bancada de Senadores, el estudio de las nuevas realidades que realizan el equipo de asesora de las bancadas del Frente, que incluyen muchos ex gobernantes, y por otro lado varias unidades temáticas de la Comisión de Programa. Pero a escala más amplia, en la producción académica que el país entero está aprendiendo a valorar. Y, claro, recuperar las herramientas tácticas que supimos manejar en la búsqueda de aislar adversarios y concertar con la mayor amplitud posible.

VII

Chasquetti entiende que es una exageración propia de la dialéctica política la afirmación de que el Frente Amplio está sin rumbo. Pero es cierto que está en un momento delicado.

Muchos partidos se han partido e incluso disuelto tras una derrota electoral. Y eso se suma que ha vencido el mandato de los organismos elegidos por los adherentes: las presidencias nacional y departamentales, los plenarios nacional y departamentales con sus delegados de base y de los sectores. Y su renovación se ha postergado por la postergación de las elecciones departamentales el año pasado y luego por el agravamiento de la pandemia.

En el otoño de 2020 los sectores con representación en el Senado acordaron impulsar una transición ordenada, lo que acordaron con delegados de la estructura. El episodio con Rafael Michelini, con tan lamentable desenlace, volvió a tensar la interna.

En esta situación, la conducción del Frente Amplio no tiene muchos ámbitos en los que los principales líderes dialoguen cotidianamente hasta formar algo parecido a una teoría de la coyuntura y el rumbo. Durante los 15 años anteriores eso muchas veces ocurría en el gobierno. Ahora, la bancada de senadores es algo parecido. Para que algo parecido, que todos deseamos, pueda funcionar engranado a la dirección nacional, lo que hay que hacer es cuidar que nada se desarme y acelerar la transición.

VIII

Paciencia, pero no pachorra. Despacio que voy apurado.

No tenemos todo el tiempo a favor, en primer lugar, porque el camino nacional alternativo no puede esperar para anunciarse en 2024.

En segundo lugar, porque ya hoy cada uno de los frenteamplistas quiere saber qué hacer hoy. Por supuesto, sacarse la bronca o la ansiedad en las redes no es muy productivo. Por supuesto que hay que alcanzar las firmas. Pero también tenemos que juntarnos. El lenguaje y la orientación común unitaria no saldrá sólo de las cabezas de los principales dirigentes.

En tercer lugar, porque no sabemos si la situación no puede desatar un estallido social. Aunque no parezca posible en Uruguay, como no lo parecía en casi ninguno de los cuarenta y pocos países que estallaron en 2019. En Uruguay, en 2002 no sucedió porque había esperanza en Frente Amplio que aún no había gobernado. Y la central sindical tenía un enorme acatamiento.

Hoy, las herramientas están al alcance de cualquiera con un teléfono. La chispa encenderá la pradera cuando una masa de gente sienta dos cosas. Primero, que su paciencia se agotó. Me gusta decir que se golpe "se de cuenta" que no da más. Y segundo, que no ve a ninguna organización capaz de estar a la altura de conducir y sintetizar esa ira.  

Y el problema no es que tengamos miedo a la gente, sino que se genere una situación sin horizonte, sin alternativa, sin portavoces ni con quien negociar, que probablemente termine en un baño de sangre que abone una reacción de ultraderecha. Como ha sucedido.

Y a mucho más sufrimiento.

Jaime Secco
2021-05-09T21:19:00

Jaime Secco

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias