Las responsabilidades del MLN-MPP
José W. Legaspi
13.05.2016
¿Responsable de qué?, se preguntará el amable lector. Trataremos de satisfacer el cuestionamiento. Pero para ello es fundamental hacer un poco de historia.
El 2 de marzo de 1986 el Comité central del MLN-T (Tupamaros) resolvió, después de un "prolongado y estudioso análisis del tema", su inmediata solicitud de ingreso al FA. Largo proceso que los compañeros iniciaron en diciembre de 1970, cuando en un documento público, más precisamente en su numeral 4 afirmaban:" El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) entiende positivo que se forje una unión de fuerzas populares tan importantes, aunque lamenta que esa unión se haya dado precisamente con motivo de las elecciones y no antes". Acotación necesaria, entender el proceso de unión de la izquierda como resultante de un interés electoral, desconociendo el desarrollo iniciado con la unidad del movimiento obrero en una única central, su alianza estratégica con el movimiento estudiantil y con las capas medias, que pautaron el escenario político de la década del '60, más la unidad sin exclusiones planteada desde la izquierda marxista-leninista, es, por lo menos, una distorsión de la realidad, provocada, quizás, por el "lente deformante" de la lucha armada como exclusivo método de batalla y principio rector de toda la actividad desplegada por los compañeros.
Sigamos. En ese mismo documento afirman: "Al apoyar al Frente Amplio entonces, lo hacemos en el entendido de que su tarea principal debe ser la movilización de las masas trabajadoras y de que su labor dentro de las mismas no empieza ni termina con las elecciones" (numeral 5), para terminar en los numerales 6 y 7 con la afirmación de su táctica y estrategia: "La lucha armada y clandestina de los tupamaros no se detiene. Por los que han caído y por los que están presos. Por los que fueron torturados y humillados. Por los explotados y por los más infelices. Por los marginados en su propia nación, por los que la construyen y no la poseen. Por los orientales despojados, por los sin tierra, por los sin trabajo, por los que no tienen nada que perder y todo a conquistar decimos: HABRA PATRIA PARA TODOS O NO HABRA PATRIA PARA NADIE LIBERTAD O MUERTE MOVIMIENTO DE LIBERACION NACIONAL (TUPAMAROS) Diciembre de 1970".
Inmediatamente después de creado el Frente Amplio, los compañeros tupamaros impulsan la formación del Movimiento de Independientes 26 de Marzo, al que convergen militantes vinculados o afines al MLN(T), e independientes totalmente desvinculados de este.
Desde ese momento hasta marzo de 1986 pasaron muchas cosas. El MLN-T sufrió una derrota militar y política en 1972, que lo borró de la escena, diezmándolo y disolviéndolo entre la prisión, el exilio y una casi inexistente presencia clandestina. La izquierda organizada en el FA fue derrotada en 1973 y años siguientes, con el golpe de Estado. La dictadura significó una dura experiencia para el pueblo uruguayo, para el Frente Amplio y para el MLN. Prisión, persecución, tortura, exilio, desaparición y asesinato pautaron esa lucha, que nunca dio el brazo a torcer, y que mantuvo al Frente Amplio y sus organizaciones vigentes y firmes en el enfrentamiento al fascismo dentro y fuera del país.
Para el año 1986 la solicitud de ingreso se fundaba "en el interés y deber del MLN(T) de fortalecer la alianza de las fuerzas antiimperialistas y antioligárquicas de este país, aportando sus esfuerzos y su militancia a trabajar en conjunto en el FA, ante los intentos de los partidos tradicionales de aislarlo del quehacer político nacional". Para ello, en setiembre de 1984 una Asamblea Representativa de Delegados del MLN-T declara "su acuerdo con la Declaración constitutiva del FA, el Compromiso Político del FA, el Reglamento del FA y las Bases Programáticas del FA". Manifiesta "que el ingreso al FA está íntimamente relacionado con el proceso de unificación del MLN(T) y del 26M en el Uruguay, objeto de otra resolución de la asamblea y tiene aspectos prácticos que interesan tanto al MLN(T) como al FA, por lo que deben ser considerados en forma cuidadosa y conjunta, con espíritu unitario y fraternal para el mayor bien de las futuras luchas del pueblo uruguayo". Y concluye exhortando "a sus militantes a continuar el trabajo político en los comités de base del FA con el más amplio y fraterno sentido unitario".
Años después, el 20 de mayo de 1989, se concretó formalmente lo que ya estaba dado en los hechos, el ingreso del MLN-T y otros grupos al Fren6te Amplio.
Hasta este momento y año, 1989, el Frente era una expresión urbana y capitalina por excelencia. Se hizo muy fuerte en Montevideo (ganó las elecciones de ese año en la capital con una exitosa campaña política de la lista 1001) y lograba una muy buena presencia en las más importantes capitales del interior del país. Germán Araujo, solitariamente, realizaba viajes al interior tratando de completar una presencia nacional de la fuerza política. Con poco éxito y no mucho apoyo.
He aquí la primera responsabilidad del MLN-MPP (creado en abril de 1989). Una responsabilidad exitosa para el FA, sin ninguna duda. A partir de ese año el Frente comenzó un lento pero sostenido proceso de incremento de su presencia en sectores sociales hasta ese momento impermeables a la prédica izquierdista. Dos factores fueron determinantes para ello. Primero, la determinación orgánica del MLN de "insertar" a dirigentes y cuadros en la "orilla" montevideana, llámese cantegriles, barrios carenciados, o asentamientos irregulares. Allí, en pleno bastión colorado y pachequista desde los años '70, el trabajo constante del MLN comenzó a dar sus frutos. A una monocromática geografía preñada de clubes y cantones colorados con estandartes de las listas 123, 321, 15 y 2000, sucedieron paulatinamente las banderas rojas del MPP y las tricolores del FA. Generalmente, incluso, los comités colorados pasaban, de una elección a otra, a ser bastiones del MPP. En segundo término, a impulso de la creciente figura mediática del Pepe Mujica, crecía la aceptación en sectores sub urbanos y rurales donde hasta ese momento el FA tenía una simbólica presencia.
En las elecciones de 1999 casi se gana al empuje de este tremendo trabajo. Precisamente desde las de 2004 se consolidó el MPP como fuerza mayoritaria, hasta transformarse en las últimas del 2014 en la mitad de la bancada frenteamplista.
¿Esto es malo? A priori no. Es el resumen de un trabajo consciente y metódico en los sectores sociales que el propio Mujica define como el "pobrerío".
En definitiva, podemos concluir que gracias al Pepe Mujica y el MPP, el Frente se convirtió en fuerza de expresión nacional con diputados en todo el territorio, que ha ganado intendencias y alcaldías en todo el país, con una buena presencia de ediles y concejales.
Claro, se me dirá que no es solamente al impulso del fenómeno Mujica que esto se logra. Y es cierto. Todos los grupos y sectores avanzaron en su presencia nacional, pero nobleza obliga. Fue tras el impulso decidido del MLN y Mujica que se logró eso.
Cuando el éxito político se consolida y se mide electoralmente es muy exitoso. Ahora bien, cuando ese éxito debe ser medido en calidad política, en construcción de la unidad de la izquierda, en su necesario debate ideológico interno, y, por ende en "mejor y más frenteamplismo" es cuando chocamos con el lado negativo de esa responsabilidad.
Ser la primera fuerza del Frente Amplio, la más poderosa en lo político, en lo orgánico y hasta en lo económico, reviste nuevas y más importantes responsabilidades.
Primero que nada, ser unitaria. Es decir, "tratar" de no avasallar a los "compañeros de viaje". Incorporar sus visiones y sus propuestas de manera tal que la unidad no se resienta. "Tratar" de no aparecer como un aparato que acapare los organismos de decisión y la estructura frenteamplista. Promover un real y efectivo ensanchamiento de la democracia y la participación de grupos y compañeros no sectorizados. Defender, en definitiva, la esencia del Frente Amplio, tan bien definida en la página web: "El Frente Amplio es una fuerza política de cambio y justicia social; de concepción progresista; democrática, popular, antioligárquica y antiimperialista; y conforma una organización para la acción política permanente con el carácter de coalición y movimiento sobre bases de respeto recíproco de la diversidad ideológica, funcionamiento democrático y unidad de acción".
¿Se defiende la acción política permanente, respetando ese carácter de coalición y movimiento, apostando a la supremacía del aparato propio? ¿Se respeta la diversidad ideológica, el funcionamiento democrático y la unidad de acción yendo por todos los cargos en la interna y en las elecciones de responsabilidades ejecutivas de carácter nacional? NO. Todo lo contrario. Tales prácticas de los compañeros conducen a la inacción política, a la desmovilización social, a la desintegración de la parte del movimiento, independiente e imprescindible para la sustentabilidad del FA, al verticalismo y a la inexistencia de debate ideológico y político, que se ha visto sustituido por un discurso hegemónico, que no hace otra cosa que justificar ese estado de situación.
Segundo, ser democrática. No es democrático un Frente Amplio hegemonizado por un grupo. Ya lo hemos experimentado en el pasado, cuando éramos oposición. Hoy, desde la responsabilidad de gobierno, esa hegemonía se expresa de la peor manera posible. "Gobierno en disputa" es la consumación de esa manera de operar, y es, de continuar ese camino, una de las más certeras formas de terminar con el proceso iniciado en 2005. Que no termina, y que necesita, para desarrollar políticas sustentables más democráticas, más progresistas y más de izquierda, otros períodos de gobierno. Viendo lo que sucede en la región, más precisamente en Argentina y Brasil, ¿podemos darnos el lujo de perder por demérito propio el gobierno? ¿Pueden los siempre desplazados y postergados de las políticas públicas sufrir la aplicación de un programa que privilegie a los poderosos? NO. No podemos. El FA llegó para cambiar la sociedad. No para "administrarla" dos o tres períodos. La alternancia es un precio que pagarán, y muy caro, los que siguen al borde de la integración social, los que dependen del asistencialismo, los que siguen sobreviviendo con sueldos de $15000. Y el precio político de esa hecatombe no la pagará el MLN-MPP. La pagaremos todos los frenteamplistas.
Y en tercer lugar, esa fuerza hegemónica, debe garantizar la formación y la generación de más y jóvenes cuadros frenteamplistas. Los debates públicos sobre temas recientes de gestión en empresas públicas, de la ética de los dirigentes que ejercen cargos de primerísima responsabilidad en el gobierno, sumados a los ya acostumbrados temas de la participación, la democracia interna y el imprescindible debate ideológico, han desnudado esta grave carencia. Ante la menor crítica, o peor aún, ante el menor matiz de interpretación de cualquier frenteamplista, se esgrimen, desde el discurso hegemónico, los peores insultos, y las más canallescas bajezas, contra quienes "osan" cuestionar tales hechos.
Queda en evidencia algo terrible. El MLN-MPP, que logró un extraordinario éxito político para sí mismo y para el Frente Amplio, no se preocupó por generar frenteamplismo en esos sectores sociales que ganó para la izquierda. Uno discute con compañeros que hace quince u once años que votan el FA y no parece una discusión fraterna entre frenteamplistas. Todo lo contrario. Ante la crítica se reacciona con un primitivismo político lamentable. Que refleja poca cultura de debate, pero también una ignorancia absoluta de la historia de gestación de la unidad de la izquierda en Uruguay, del Frente Amplio y de los grupos, sectores, y ciudadanos independientes que lo crearon. Cabe preguntarse entonces ¿qué relato histórico traslada la fuerza hegemónica hacia estos nuevos frenteamplistas? ¿El de la guerrilla como detonante de la unidad de la izquierda o el del proceso de unidad de la clase obrera y su alianza con el movimiento estudiantil, lo mejor de la cultura, las capas medias y el cooperativismo? ¿Qué historia trasladan de sí mismos? Cuando se discute con algunos compañeros se desprende que Raúl Sendic (el padre, no el hijo) es la máxima figura de la izquierda uruguaya, que el MLN fue creado para "enfrentar una dictadura militar" o "una invasión de Brasil", o disparates por el estilo Los que somos frenteamplistas desde hace más de treinta años sabemos que eso no es verdad. Los mismos compañeros tupamaros lo saben.
Y aquí queda en evidencia la responsabilidad más importante. Promover un relato histórico que no se ajusta a la verdad, que miente descaradamente, y que genera un discurso hegemónico avasallante, poco democrático y sin ningún respeto por la diversidad política ni por la verdad histórica, no hace otra cosa que sabotear un proyecto que lleva cuarenta y cinco años gestándose hasta convertir al Frente Amplio en la principal fuerza política del Uruguay. Estamos a tiempo de generar los cambios internos que mitiguen el efecto devastador de esta forma irresponsable de hacer política. Discutiendo sin arriar principios, con contenidos claros, fraternalmente, y con un objetivo común impostergable, alcanzar mayores niveles de bienestar y paz para todo nuestro pueblo. De lo contrario, seremos un eslabón más de la cadena de derrotas que se va gestando en la región.
José W. Legaspi
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias