Por qué precisamos tanto al Solarpunk

Juan Manuel Sánchez Puntigliano

22.05.2021

Pero, perá un cacho, Juan. Me estás diciendo que precisamos algo que es una palabra rara que nunca escuché, ni sé de qué me estás hablando. ¿Acaso te volviste loco?

 

                                                           I 

Tranquilos, lectores. Vamos desde el principio y de a poco. A principios de los años 80, se hizo evidente que dentro de la inmensa variedad que ofrece la Ciencia Ficción, existían ciertas historias con elementos similares. Se desarrollan en inmensas y deshumanizadas metrópolis, donde titánicas corporaciones se han aliado con algún tipo de tecnología futurística, normalmente alguna forma de inteligencia artificial, para oprimir a la mayoría de la población. El tono de estas narraciones, es normalmente pesimista. A este subgénero de la Ciencia Ficción se le denominó Cyberpunk. De hecho, varios clásicos del cine de ciencia ficción son buenos ejemplos del Cyberpunk, entre ellos Blade Runner y The Matrix por nombrar algunos.

La necesidad de seguir clasificando y la plasticidad del inglés, hizo que pronto surgieran términos similares. Conceptualmente, uno de los más conocidos es el Steampunk. No sé, si este término puede asimilarse a la Ciencia Ficción estrictamente hablando. Su premisa fundamental es que la humanidad nunca desarrolló el motor a explosión, sino que perfeccionó y complejizó la máquina a vapor hasta niveles insospechados. Después de todo, Steam significa chorro de vapor en inglés. El Steampunk tampoco es muy optimista a la hora de imaginar mundos. Pues las ciudades están perpetuamente bajo una densa neblina debido a las todo-presentes chimeneas que constantemente están quemando carbón o leña. 

En contraposición al Cyberpunk el Steampunk no ha tenido mucha suerte en la pantalla grande. Las dos películas que han explorado dicho género y al menos puedo recordar, Wild Wild West y La Liga de los Hombres Extraordinarios, son cine mediocre en el mejor de los casos. En cambio recomiendo Las Misteriosas Exploraciones Geográficas de Jasper Morello, una joya animada de 25 minutos. Se puede encontrar fácilmente en youtube y no sólo le dará al lector una idea acertada sobre de qué hablamos, cuando hablamos de Steampunk, sino que podrá apreciar una verdadera obra de arte audiovisual.

Con esta lógica, se fueron estableciendo nuevos términos para otros tipos de estéticas y formas de imaginar mundos alternativos. Por ejemplo, el Dieselpunk, por mencionar uno.

Pero entonces, en 2014  internet mediante, un grupo de artistas visuales decidió quebrar una lanza por la utopía o al menos por el optimismo. ¿Por qué la tecnología tiene que tener siempre un tinte pesimista? ¿Por qué no podemos imaginar (y desarrollar) mundos que se basen en formas de energía renovables y amigables con el medio ambiente? ¿No pueden ser acaso las ciudades lugares con escala humana y agradables para vivir? Y así surgió el Solarpunk.

Estéticamente hablando, el Solarpunk es una mezcla entre Art Nouveau con paneles solares, nuevas tecnologías y mucho espacio verde. Los paisajes imaginados, son luminosos, y los paneles solares conviven con plazas y terrazas repletas de vegetación que amenizan y hacen más sano el espacio urbano. Además, parece haber implícito una apuesta a sociedades más igualitarias. Los jardines verticales y la abundancia de paneles solares como generadores eólicos, pueden ser un contrapeso al poder de grandes corporaciones y un recordatorio de que no todo tiene que pasar necesariamente por el mercado.  

El Solarpunk no ha dado aún algún ejemplo icónico en el cine o la literatura y probablemente nunca lo dé. Las utopías son lugares hermosos para vivir pero aburridisimos a la hora de crear historias interesantes. Sin embargo, tuvo su momento mediático, cuando se barajaron algunas opciones sobre cómo reconstruir Notre Dame de París, en particular la propuesta por el arquitecto Vincent Callebaut.

Pero quizás, lo más importante del Solarpunk es su carácter de utopía. La utopía que necesitamos en el Siglo XXI que nos permite divisar un futuro mejor y navegar hacia él. Por supuesto, que las utopías son irrealizables, pero parafraseando a Benedetti, sirven para ir caminando.

                                                   II

Y este es el momento en el que bajamos un poco más a tierra las cosas. Dejamos de hablar diseñadores en foros de internet y arquitectos franceses que re imaginan Notre Dame. Uruguay, y Montevideo en particular, podrían proponerse ser la capital Solarpunk del mundo. ¿Ambicioso?, quizás. ¿Locura sin anclaje de la realidad?, de ninguna manera. Tenemos muchísimas ventajas comparativas e incluso parte del camino ya andado. 

En primer lugar, Uruguay es uno de los países líderes a nivel mundial en el uso de energías renovables. Mientras otros países deberían cambiar su matriz energética para hacerlo, nosotros ya fuimos obligados a eso  por no tener petróleo. Montevideo en particular, es una ciudad que siempre se ha preocupado por preservar el verde dentro de su paisaje urbano. Cuenta con una generosa dotación de plazas, parques y calles arboladas. Y si bien, montevideano que se respeta, debe quejarse de los plátanos en primavera, durante el resto del año, esto es una bendición más que un problema. 

También, Montevideo es una ciudad que siempre ha apostado por el transporte público. Por supuesto que nuestro sistema de transporte urbano, no es todo lo bueno que debería ser; pero nunca ha sido dinamitado y llevado a su mínima expresión como ha sucedido en otras ciudades. El tema del transporte público, es importante, ya que energéticamente es más eficiente que el vehículo personal y descongestiona el tránsito.

Finalmente, muchos elementos existentes de la arquitectura montevideana, encajan muy bien dentro de una estética Solarpunk. Estoy pensando en los kioscos verdes de algunas plazas, en las claraboyas que alumbran tantas casas como edificios de uso público. Pienso también en todos esos ejemplos de arquitectura de la primera mitad del siglo XX que todavía tenemos en la ciudad.

Como en muchos aspectos de la vida, podemos quedarnos con el aspecto más superficial del Solarpunk utilizarlo como un mero elemento de marketing inmobiliario. Construir algunos edificios con este estilo en las zonas más caras de la ciudad y congratularnos de lo modernos y  de la responsabilidad social que tienen nuestras empresas. O podemos empaparnos en los significados más profundos de este movimiento y que se vuelva una de las banderas para realmente vivir en una sociedad mejor. 

Juan Manuel Sánchez Puntigliano es docente de UTU y Monitor de Sala en el Museo Figari.

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2021-05-22T06:47:00

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