Ducho y Colola
Juan Raúl Ferreira
21.08.2015
Murió Ducho (Dad) Sfeir. Bastaría invocar mi condición de uruguayo para asumir la de deudo. Luto en la Cultura y el Pueblo uruguayo. Y yo soy uno más de esos que juntos constituimos esta Comunidad Espiritual que se llama Uruguay.
Pero tuve la suerte de poder tener a DC muy cerca de mi vida.
Mi exilio empezó un par de años después del de mis pares, algunas detenciones policiales mediante. Pero un día me llegó la hora de cruzar el charco. Y entonces, esa misma noche conocí a Ducho. Nadie podía imaginar que 20 años después sería la tía de mis hijos. Wilson y Sofía son Ferreira Sfeir y sobrinos nietos de la Tía Ducho.
Mi primer noche de exilio el viejo me dijo que voy a llevar a un lugar bomba... Yo creí que era solamente para levantarme el ánimo. Pero, es noche conocí a Ducho.
Fuimos a la casa de Alvaro Carbone, un trabajador del prensa del diario Opinión que dirigía el padre el actual canciller Argentino, el periodista , luego desaparecido y aparecido por la presión internacional, Jacobo Timmerman. Carbone fue el hombre al que Michelini años después iba a dejarle la carta "por si le pasaba algo." que le pasó. Y estaba Elías Bluth, un joven abogado judío a quien volví a encontrar cuando en gobierno de Sanguinetti fue Secretario de su Presidencia. Y en alguna vuelta de esas curiosas de la vida años antes... Esa es, divertida también, otra historia.
Fue una bienvenida al exilio surrealista. Empanadas en una caja de carton abierta puesta en el piso. El mismo lugar donde sobre almohadas nos sentamos los comensales: Pepe Guerra, Braulio López y Ducho. INCREIBLE.
En aquellos años para un joven de 20 conocer a Ducho Sfeir no era poca cosa. Ducho cantó tango acompañada por los Olimareños. Y luego hizo un par de cuetos del La Duvija en el Boliche Del Resorte, cuentos de Don Verídico, que ni el propio Julio Cesar Castro (Juceca) que entró a la inmortalidad sin ver su máxima obra de arte; la película uruguaya Viaje al Mar en la cual fue, además actor, nadie lo hubiera hecho hecho mejor.
Fue una noche en mi vida. De esas que pasan a ser parte de la identidad propia. De esas de las que uno se acuerda hasta a forma de las servilletas de papel que usamos.
Luego la mano oscura del terrorismo de estado nos lejos de Buenos Aires. Algunos ocasionales encuentros en el el vasto territorio del exilio porque al decir de Mario Benedetti, "nos quisieron achicar la Patria y nos la agrandaron." Si no era por Ducho era por su cro. de vida Carlos M. Gutierrez, con quien había derecho a discrepar, pero nunca espacio para no respetar y admirar. Nos vimos en Venezuela, Cuba y Suecia entre el 75 y el 85.
En el año 89, regresada la democracia e ido mi viejo que tanto la quería y admiraba, me caso con su sobrina. Tenemos dos hijos, Wilson y Sofía que, como he dicho llevan como segundo apellido el suyo SFEIR.
Aquel personaje de leyenda pasó a ser, en la familia Tía Ducho, la hermana entre otras mujeres maravillosas como Sveide, de Lailita la imagen y personificación de una persona de bien si cabe. Aparecen los entrecruces de la ida que la hacen tan maravillosa. La amistad de los Sfeir con Enrique Iglesias, predilecto asesor teórico y económico del viejo Wilson.
Creo no equivocarme: la última vez que la vi actuar fue en un homenaje a Enrique en el Club Libanés recitando los cuentos de JUCECA.
Al otro día de su entierro cayó muy enferma la abuela de mis hijos. Colola, viuda de Acle Sfeir (alias Angel para la orga de la familia). Mi suegro desparecido era como Ducho, 100% Oriental. Mezcla pura integrada 50 % Libanés y 50% de termo mate, bombachas y bombillas de Melo. Colola se fue ayer. Ya están juntas lejos de todo sufrimiento humano. Dios las cuide.
Dr. Juan Raúl Ferreira
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias