Escándalo, vergüenza, bochorno y absurdo: El asunto de las candidaturas a la presidencia del Frente Amplio
Marcia Collazo
19.03.2016
Escándalo, vergüenza, bochorno y absurdo: El asunto de las candidaturas a la presidencia del Frente Amplio
Así llamé en su momento, públicamente, durante mi estadía en la Feria del Libro de Cuba, al hecho de que en el Panel de Narrativa Latinoamericana realizado en la Casa de las Américas e integrado por cinco varones, no figurara ni una sola mujer. Me pregunté, en ese instante, qué motivos más o menos inconscientes o subterráneos podrían haber llevado a cometer semejante omisión, desliz o sismo cultural. Sin ir más lejos, yo estaba sentada al lado de la prestigiosa y multipremiada escritora cubana Laidi Fernández de Juan, quien -como es evidente- no fue invitada a integrar tan prestigioso foro. Tampoco fue invitada ninguna de las muchas escritoras provenientes de todos los países de América Latina.
Dos argumentos, por lo menos, podrían esgrimirse, para intentar justificar el hecho. El primero sería que no existen escritoras en América Latina. El segundo sería que, de existir, ninguna escribe lo bastante bien como para aspirar a integrar un panel de Narrativa Latinoamericana. Ambas premisas, por absurdas, deberían caer por su base. Quedaría aún una tercera respuesta, que no formularé, sino que dejaré "picando", para que alguno de los cerebros que deciden la integración de estos y tantos otros foros institucionales, recoja el guante y me responda.
A modo de consuelo, me dije en aquel momento que en mi país esas groseras omisiones, por lo menos a nivel cultural, no suceden. Y sin embargo la realidad es siempre más poderosa y desafiante que la imaginación. Escándalo, vergüenza, bochorno y absurdo debo llamar ahora a la imagen que proyecta sobre la ciudadanía y sobre los circundantes mundos exteriores al Uruguay, a esta altura del partido -vaya ironía semántica la de esta frase tan manida- el exabrupto político de que se haya propuesto a cuatro hombres como candidatos para la presidencia del Frente Amplio. A cuatro hombres, sí, señor, a cuatro hombres, sí, señora. A ninguna mujer, por lo tanto. Apresurémonos a precisar que no estamos hablando de cuotas políticas.
Ni las queremos ni las estamos pidiendo. No estamos hablando de emparejamientos de género. No estamos hablando de empujoncitos en pro de la igualdad entre hombres y mujeres. Muy lejos de ello, estamos hablando de simple y llana transgresión de la equidad, de la justicia, de la ética, de la realidad, del reconocimiento y de la paridad de participación. En efecto. No es de hoy, ni de ayer, sino de hace muchos años que las mujeres votan, las mujeres trabajan, las mujeres inciden de infinitas maneras en el mundo en que viven; las mujeres intervienen en todas las esferas del quehacer social, y las mujeres hacen política.
Tenemos, como es de toda evidencia, numerosas y prestigiosas representantes en todos y cada uno de los sectores partidarios de este país; y el solo hecho de que haya que recordarlo configura la vergüenza, configura el bochorno, configura el escándalo. Capítulo aparte merecería el cinismo de algunas declaraciones públicas al respecto; pero no hablo para los cínicos, sino para los hombres y las mujeres de buena voluntad que hacen uso, todavía, de esa función de conocimiento llamada razón. Muchas de esas mujeres frenteamplistas, no por serlo, sino por su activa, continua, sostenida y directa intervención en tanto seres pertenecientes a la especie homo sapiens sapiens, se han ganado un justo lugar de incidencia y de relevancia en sus respectivas áreas de actividad político partidaria, al igual que muchos hombres.
La pregunta es, entonces: ¿por qué no fue propuesta ninguna mujer como candidata a la presidencia del Frente Amplio? Hay implícitas en esta decisión varias cuestiones, a cuál más grave. Pero vayamos por partes, puesto que así lo requiere el método del más elemental pensamiento analítico.
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Decisión, elección, valoración: Se trató de una decisión. Las decisiones provienen de actos humanos, no de fenómenos naturales, y descansan en elecciones, que a su vez provienen de valoraciones. Se valoró, por lo tanto, y se valoró en forma negativa, la propuesta de una mujer a la candidatura del Frente Amplio. O, por el contrario, ni siquiera se valoró, lo que es aún peor.
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Menosprecio: En cualquiera de las dos hipótesis anteriores, existió una actitud de menosprecio hacia una eventual candidata mujer. Según la Real Academia Española, menospreciar es "Tener a alguien en menos de lo que merece". Existen, en efecto -y el solo hecho de ponerlo en duda es casi un atentado- muchas mujeres que con toda legitimidad podrían haber aspirado a esa candidatura, porque se lo merecían. Según la misma Real Academia Española, merecer es hacerse digno acreedor a cierta cosa: por el trabajo, por el empuje, por el sacrificio, por la formación, por la experiencia, por la trayectoria, por la honradez, por la consideración popular... Y vaya si existen, en la esfera política del Frente Amplio, mujeres que entran limpiamente en esta categoría.
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Vulneración del merecimiento -y por lo tanto de la dignidad-: a la hora de colocar a personas en la línea de igualdad de oportunidades para aspirar a cargos, debe tenerse en cuenta a las mujeres, no por capricho ni por extravagancia, sino porque ellas participan activamente en la política dentro del FA, en paridad con los varones; asumen compromisos, trabajan, discuten, diseñan acciones, trazan planes y estrategias, cargan con múltiples problemas y desafíos, en paridad con los varones; muchas de ellas son personas públicas de probada idoneidad, experiencia, profesionalismo y respeto de la comunidad, en paridad con los varones; y por lo tanto, su reconocimiento a la hora de postular a cargos políticos de relevancia es un asunto de responsabilidad social elemental. No hacerlo equivale a un corrimiento de las categorías de justicia. Simple. Equivale también a una grosera desviación de la distribución equitativa o igualitaria, cuyo círculo vicioso conduce nuevamente a la vulneración del merecimiento, la dignidad y el respeto.
La omisión en proponer mujeres a la presidencia del FA no es una casualidad, sino una causalidad. Como bien lo explicita el filósofo alemán Axel Honneth, el reconocimiento del prestigio, las cualidades o las virtudes de una persona o de un grupo social, sólo es posible en una relación de interdependencia, por medio de la cual se ponen de manifiesto las particularidades y las cualidades de cada uno. La presencia del otro nos pone frente a nuestra alteridad. Es el otro quien me reconoce o deja de reconocerme, y soy yo quien procedo o no procedo a reconocerlo.
"En la medida en que no haya reciprocidad en esta relación se produce la ofensa o el agravio, desencadenándose así lo que el joven Hegel denominaba la causalidad del destino"1. Y bien: en la conformación de las candidaturas a la presidencia del FA se omitió el reconocimiento de muchos nombres femeninos de importante gravitación actual, con lo cual se produjo la ofensa o el agravio, o sea la injusticia; dirigida no a tal o cual mujer en particular, sino a la ciudadanía toda. Parece que nos estamos olvidando de que los otros nos miran vivir, evalúan nuestros actos, sacan la cuenta. Parece que no estamos asumiendo la cabal responsabilidad social que nos compete, como actores de las instituciones públicas y privadas, a la hora de emitir mensajes que impactan en los grupos sociales, y que son captados por las generaciones más jóvenes, con las que, quien esto escribe, viene trabajando día a día, mano a mano, desde hace casi tres décadas.
Esas generaciones, por si no lo sabían, acusan a las dirigencias frenteamplistas de viejas, obsoletas o caducas. ¿No les importa este dato a los cerebros que dirigen nuestras candidaturas políticas? ¿No advierten que la rueda de la historia gira, implacable, y que -como también decía Hegel- en su tránsito tiende a devorarse todo lo irracional, para que sea tragado por la noche de los tiempos? ¿No se dan cuenta de que no están al final de la historia, sino que son un engranaje más de la vieja máquina que porfía en hacer de este mundo un lugar mejor o peor? Esas generaciones jóvenes acusan al Frente Amplio de no tener en cuenta sus reclamos, sus intereses, sus legítimas aspiraciones a integrar activamente, con incidencia, con verbo y con poder las esferas del quehacer político, que es inherente al animal humano. Las acusan, en suma, de ceguera, de ignorancia, de discriminación y de soberbia. Ahora, también podrán acusarlas -con pleno derecho, según evidencia de público y notorio conocimiento- de machistas.
1Abril, Manuel. Dilemas del reconocimiento. Un abordaje crítico de la teoría social de Axel Honneth. Universidad Nacional de Córdoba, CONICET. 2014
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