Loly, ¡mirá quien vino a cenar!

Pablo Tosquellas

05.01.2021

Vos sabes. Tenés claro que no simpatizo para nada con la figura del expresidente José Mujica, con quien no me une ni el amor por las flores y menos los trabajos de chacra. Siempre lo consideré un charlatán.

También, sos consciente que considero que su gestión al frente del gobierno fue muy mala y que no hizo otra cosa que ponerle un lastre a las revolucionarias medidas que se habían adoptado en la primera gestión de Tabaré Vázquez (2005-2010).

Asimismo, que su fama mundial se basó en que era un presidente que hizo culto del pobrismo. Esto es, un jefe de Estado que vivía en una chacra empapada de moho en un remoto sitio de la ciudad de Montevideo y se dedicaba a hacer salsa casera para las pizzas. Tomate en conserva, ¿será?.

Y que la gente se hizo adicta a lo que mejor sabe hacer Mujica: filosofía barata; silogismos etéreos y aburridas reflexiones sobre la maldita muerte. Tal es así, que un enamorado y edulcorado Emir Kustirica hizo un patético documental sobre su figura, que no fue otra cosa que un óleo sin colores compuesto por frases hechas del exguerrillero.

Pero soy un caballero, eso también lo sabes. Y uno debe ser justo. ¿A qué me refiero? Mujica se ha comportado como un hombre de nobleza extrema frente a la actual administración de Luis Lacalle Pou, atravesada por la pandemia y sus consecuencias. No se escucharon estridentes frases ni metáforas de odio desde la radio por parte del líder del MPP.

Es más, Lacalle encontró en Mujica al mejor interlocutor para ponerle paños fríos al germen de histeria social por la mentada vacuna contra el Covid-19 (si es que existe alguna realmente efectiva). Dado su arraigo popular, el otrora mandatario tuvo la hombría de defender una supuesta demora en un plan de inoculación y en esta especie de juego frenético por conocer cuál será el laboratorio salvador.

Consultado sobre el asunto en una entrevista concedida al informativo la Primera Edición de 970 Noticias (Radio Universal) y recogida por Montevideo Portal este martes 5, opinó: "No es sencillo para cualquier Gobierno de un país pequeño, con un mercado pequeño, en un momento en que hay una demanda brutal, con una gran presión sobre las empresas y laboratorios productores de vacunas".

Y añadió: "Estamos en una economía de mercado y es lógico que algunos laboratorios intenten explotar económicamente la enorme demanda del mundo". Dijo, además, que en este contexto mundial, "no es sencillo para el Gobierno uruguayo, con un mercado pequeño, poder negociar". Lluvia ante un foco ígneo. ¿Qué más pretendes, Luis?

Mujica no solamente se quedó en lo que puede denominarse el área técnica del problema, sino que le dio mensajes a la inquieta población. Por ejemplo, advirtió sobre la ansiedad de la gente y les explicó que "la vacuna no va a ser mágica". Pidió tener "paciencia y comprensión". De nada, presi. "Pongo el cuero en la situación del Gobierno, sé las escalofriantes condiciones que piden algunos de los laboratorios; no es sencillo tomar decisiones", remató. Chapeu.

En mi opinión, estas fueron las declaraciones más inteligentes y explicativas que surgieron desde el sistema político desde la incipiente histeria por la vacuna. Los voceros presidenciales van a quedar en mute, sobre todo el secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, que para efectuar formulaciones tiene menos cintura que un pollo.

Mientras tanto, Mujica se sienta a cenar en la mesa de la alta política y se convierte en el bálsamo que el actual gobierno no pudo encontrar entre sus filas para bajar la pelota al piso, comprender que el asunto es complejo y que Uruguay no andará mendigando jeringas sino que se buscará la mejor solución para la vacunación lejos de infantiles llantos de desesperanza.

 

Pablo Tosquellas

tosquellas18@gmail.com

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2021-01-05T13:02:00

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