¿Venezuela por Ucrania? Rúben H. Díaz

22.08.2025

El gran mérito de Trump es conectar en forma eficiente con los norteamericanos que están enojados con la globalización. Que le quitan la sociedad ideal en la que nacieron y se criaron. Aquellos que no aceptan vivir sin petróleo y carbón.

Cuidar el medio ambiente y reniegan de que su país sea la principal potencia mundial. Son herederos de un aislacionismo que siempre tuvo apoyo en un sector americano pero que en definitiva no logro suficiente aceptación como para convertirse en una opinión mayoritaria salvo en determinadas situaciones. Por ejemplo cuando rechazaron las ideas de Wilson al fin de la primera guerra mundial.

El Estados Unidos primera potencia, como todas las primeras potencias que tuvo la humanidad en su historia, incluso los chinos hasta el siglo XV, pudieron ejercer ese rol, porque también eran los primeros en promover el comercio y luego el capitalismo en su forma más pura, defendiendo la excelencia del mercado abierto. No se puede ser potencia mundial sin una política de ese tipo.

Estamos en un momento complejo, luego de un largo período de prosperidad a nivel global. Siempre el desarrollo tecnológico creo dificultades al empleo. Porque genera situaciones donde el empleo pierde vigencia. Sin embargo, a mediano plazo, la nueva tecnología mejoraba la vida de la gente, y sustituía con creces los aspectos negativos. Creaba nuevos empleos de mejor calidad y el bienestar y el progreso se imponía. Esto es así desde que se pasó de la edad del cobre a la del hierro.

Las revoluciones no las hicieron los pobres, y esto está muy claro, en las que abrieron las puertas a la modernidad y la revolución industrial, sino las clases medias cuando vieron que su nivel de vida estaba en peligro por crisis económicas y sociales. Me refiero al proceso de independencia de Estados Unidos, la revolución francesa y la rusa ya en el siglo veinte.
Esta vez la situación tiene mayor complejidad. Porque hay una clase media muy potente en un momento de gran crecimiento demográfico, y con estructuras políticas que les permitió expresarse con mayor fuerza. 

Trump ha sido el líder de la reacción al cambio. En su primera presidencia fue más una voz en ese sentido, pero no llevo a cabo sus ideas porque carecía del poder necesario. Cuando asumió el segundo mandato, con otro poder empezó a aplicar sus ideas sin reticencia alguna. Y ello, en muy poco tiempo, puede llevarse puesta a la principal democracia del mundo. Cerrar la economía, hacer uso político de los aranceles, y debilitar la institucionalidad pone a Estados Unidos en una crisis muy importante. Que por ahora no se expresa en toda su extensión, por la dialéctica efectiva del Presidente, pero que se está registrando y en poco tiempo no podrá disimular. Está usando instrumentos de baja calidad y que responden a tendencias no democráticas. Esto es destituir a quien maneja la información pública sobre el estado de la economía porque transparenta en sus informes esa situación. O hacer intervenir a fuerzas de seguridad del gobierno central en sitios donde la seguridad mejoraba con la policía local. Lo que se dio por ejemplo en estos días en Washington y antes en California.

Lo peor de esta situación es que Trump no tiene principios democráticos, se encuentra con líderes fuertes y que no tienen límites, con mayor carácter y preparación. Me refiero a sus propósitos manifiestos sobre Canadá, Panamá y Groenlandia. Trump actúa sin reticencias cuando se trata de los amigos de su país de siempre. Es muy moderado si se habla de regiones sobre los cuales Rusia y China tienen intereses directos. Me refiero a Ucrania y los países de Europa y Asia que integraron la URSS en el siglo pasado en el caso de Rusia. Y Taiwán, el mar Chino y el lejano Oriente cuando hablamos de Xi.

En ese marco, no es difícil pensar que Trump y Putin están de acuerdo en que Ucrania caiga al final del cuento en manos de Rusia y Estados Unidos termine con Maduro y el régimen venezolano. Putin haría lo que realmente le importa, avanzar sobre Europa, y darle un triunfo en una región que no le interesa, en América, a Trump. Lo que le permitiría con todo su histrionismo gritar victoria por Venezuela.

A Trump nunca le importó Venezuela. De Cuba se ocupa solo para tener presencia ante la comunidad de ese país que reside en Estados Unidos, en realidad en Miami. Y de Nicaragua ni hace mención alguna.

Si esto es así, festejaremos la caída de un régimen tan negativo como es el de Venezuela, pero el mundo estará más cerca de un enfrentamiento global en el que se pondrá en juego la existencia de nuestra especie. Rusia volverá a actuar sobre Europa, después de que China lo haga en Taiwan.

 

Rúben H. Díaz

Columnistas
2025-08-22T19:59:00

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