A más de 100 años del intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía. Hebert Abimorad

02.03.2025

Una especie de modernismo tardío apremió a la dirección política de Grecia y Turquía a tratar de homogeneizar la población civil, lo que concibió a la creación de regímenes autoritarios.

El intercambio de poblaciones entre Grecia y Turquía de 1923 fue un hecho histórico de gran relevancia que implicó el desplazamiento forzado de aproximadamente 2 millones de personas. Este intercambio, basado en la identidad religiosa y no en la etnia o el idioma, fue formalizado por la "Convención Respecto del Intercambio de Poblaciones griegas y turcas" firmada en Lausana, Suiza, el 30 de enero de 1923.Este acuerdo, producto de intensas negociaciones, estipula el traslado de aproximadamente 1,5 millones de cristianos ortodoxos de Turquía a Grecia, y de alrededor de 500.000 musulmanes de Grecia a Turquía. El Tratado de Lausana de 1923, puso fin a la Guerra Greco-Turca (1919-1922).

 

ANTECEDENTES

Kemal Atatürk fue un destacado militar y estadista turco, así como el fundador y primer presidente de la República de Turquía.Tras la entrada de Mustafa Kemal en la ciudad de Esmirna y la abolición del Imperio Otomano el 1 de noviembre de 1922, se firmó un acuerdo de paz formal con Grecia después de meses de negociaciones basadas en el posterior Tratado de Lausana, el 24 de julio de 1923. Dos semanas después del tratado, las potencias aliadas entregaron Estambul a los nacionalistas turcos, marcando así la salida definitiva de los ejércitos invasores de Anatolia.

La República Turca fue proclamada por la Gran Asamblea Nacional el 29 de octubre de 1923, estableciendo un estado que abarcaría la mayoría de los territorios reclamados por Mustafa Kemal en su Pacto Nacional de 1920.

El Estado turco se robustece comandado por el Partido Popular de Mustafa Kemal, que posteriormente evolucionaría al Partido Republicano del Pueblo. El desenlace de la Guerra de Independencia instauró un nuevo régimen para la región, pero también planteó nuevos retos, como la recuperación demográfica de ciudades y pueblos, muchos de los cuales habían sido deshabitados. El conflicto greco-turco dejó numerosos asentamientos arrasados y en ruinas.

Tras las Guerras de los Balcanes, Grecia redobló su superficie y su población aumentó de unos 2,7 millones a 4,8 millones de habitantes. Con esta población recién incorporada, la proporción de minorías no helenas en Grecia se elevó del 13% al 20% después del término de la Primera Guerra Mundial. La mayor parte de la población de los territorios anexados era de credo musulmán, aunque no necesariamente de origen étnico turco. Esto fue especialmente notable en el caso de los albaneses, que residían en la región de Cameria, en la actual Albania.

En resumen, durante las conversaciones en Lausana, se discutía frecuentemente sobre la identidad étnica de las personas, específicamente si eran griegos, turcos o albaneses. Los representantes griegos y albaneses coincidieron en que los albaneses en Grecia, que vivían principalmente en la región noroeste, eran de ascendencia mixta y se distinguían fácilmente de los turcos. Mientras tanto, el gobierno turco esperaba la llegada de personas de habla turca de Cameria a Anatolia para incorporarlos a sus  ciudades.

 

EL INTERCAMBIO

El intercambio de población entre Grecia y Turquía, supervisado por Fridtjof Nansen de la Sociedad de Naciones, buscó crear estados étnicamente homogéneos. Este proceso, aunque rápido, implicó el desplazamiento forzado de millones de personas, alterando significativamente la demografía de ambos países.

La medida se justificó como la única solución para aliviar las tensiones étnicas tras la Primera Guerra Mundial, ofreciendo "protección" a las minorías. Turquía argumentó que la estabilidad de sus minorías dependía de la no interferencia extranjera y de su propia política interna.

Nansen enfatizó la urgencia y el aspecto económico del problema, reconociendo las enormes dificultades logísticas del traslado masivo y la liquidación de propiedades.

Algunos historiadores, como Norman Naimark y Dinah Shelton, vieron el tratado como la culminación de una limpieza étnica. Lord Curzon, del Reino Unido, criticó la solución como "mala y viciosa", atribuyendo la responsabilidad a las acciones de Turquía. Grecia, debilitada tras la guerra, tuvo poca influencia en el proceso.

CONSECUENCIAS POLÍTICAS

 

El desplazamiento masivo de población entre Turquía y Grecia tuvo repercusiones políticas significativas en ambos países durante el periodo de entreguerras.

En Turquía, la partida de la floreciente población griega ortodoxa dejó un vacío económico y político, fortaleciendo el poder régimen autoritario. La ausencia de una clase comercial fuerte dificulta la formación de una oposición efectiva al partido único. Si la élite ortodoxa hubiera permanecido, posiblemente habría desafiado el régimen establecido.

En Grecia, la llegada de los refugiados desestabilizó el panorama político tradicional. Inicialmente, apoyaron a los republicanos, pero el creciente descontento llevó a algunos a unirse al Partido Comunista, lo que provocó la instauración de un régimen autoritario en 1936.

La migración también tuvo un alto costo humano, con numerosas muertes por enfermedades y condiciones precarias durante el viaje. Económicamente, Turquía sufrió pérdidas iniciales debido a la falta de mano de obra cualificada, mientras que Grecia se benefició de la llegada de trabajadores expertos.

 

CONSECUENCIAS FINALES

 

El intercambio de población entre Turquía y Grecia en 1922 tuvo excepciones: los turcos y musulmanes de Tracia Occidental, así como los griegos de Estambul y las islas de Imbros y Tenedos, quedaron excluidos.

Sin embargo, la República de Turquía implementó medidas restrictivas que redujeron drásticamente la población griega en Estambul y las islas. Una ley de 1932 prohibió a los ciudadanos griegos ejercer numerosas profesiones, lo que generó un éxodo.

El gobierno turco confiscó la mayoría de las propiedades griegas abandonadas, declarándose "abandonadas" o "no reclamadas". Muchas fueron vendidas a precios irrisorios. El impuesto sobre la riqueza de 1942, dirigido a los no musulmanes, y el Pogromo de Estambul de 1955 aceleraron aún más la emigración griega. La población griega en Turquía se redujo drásticamente, mientras que la población turca en Grecia aumentó.

En contraste, la población musulmana de Creta se trasladó a Anatolia y otros lugares, lo que alteró significativamente el perfil demográfico de la isla. Algunos de estos migrantes ahora se identifican como griegos. Los griegos de Asia Menor llegaron a Creta, llevando consigo su cultura y dialectos.

A pesar de los desafíos y el sufrimiento causados por las deportaciones, algunos vieron la homogeneización étnica como un factor estabilizador para los estados-nación de Grecia y Turquía. Sin embargo, las consecuencias persisten, con propiedades abandonadas y áreas urbanas en Grecia que aún reflejan la llegada masiva de refugiados.

 

Fuentes: Wikipedia. Oriente XXI

 

Hebert Abimorad

Columnistas
2025-03-02T19:56:00

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