Addío Italia. Esteban Valenti

07.07.2025

Esta triste columna la escribo en primer lugar para mí. Estuve en Italia después de casi 4 años. En esos cuatro años me sucedieron cosas muy duras. No las voy a recordar.

No todo es polÍtica, hay golpes terribles que te da la vida, que no esperabas y que te siguen golpeando por el resto de tu existencia. Volver a Italia me hizo revivir muchos recuerdos y mis grandes ausencias. 

Quería encontrarme con esos momentos, con esos lugares. Imposible.

Volví a vivir la maravilla única de la creación de los seres humanos durante muchos siglos, entrecruzados con una naturaleza estupenda.

Italia sigue siendo única y una parte importante de mi identidad, de mi alma es italiana, aunque me sienta uruguayo, sufro y festejo de color celeste. Soy tano.

Y nunca me dolió ser italiano, al contrario, ahora gobernada por fascistas mediocres, incluso, carentes de una ideología y hasta de la más mínima épica. Ni que hablemos de ética es un dolor insoportable.

Sin figuras, sin pudor, sin verguenza, un gobierno que aprueba decretos-leyes que castigan con varios años de cárcel a los manifestantes que cortan el tráfico, que favorecen descaradamente a los bancos, a las aseguradoras, a los oligarcas, en especial sin son "negros".

Que se alían con la Alemania de derecha para apoyar a Trump, a Netanyahu. Son la vanguardia decadente de una Europa que hace llorar por su falta de personalidad y dignidad, por su deriva cultural y moral.

Una Italia con la educación, la salud, los jubilados en crisis pero que se arrodilla ante Trump para saquear todas las políticas sociales y gastar el 5% del PBI en armas. Duplicar el gasto militar. Arrastrándose.

No hay manifestaciones de protesta ante esa barbaridad, los sindicatos no dicen casi nada y la izquierda es una parodia. No hay una voz que suene, que se levante, que toque el alma de la gente.

Tuvimos a Mussolini, pero en ese mismo tiempo también tuvimos a Togliatti, a Pertini, a Gramsci, a Labriola, a La Malfa y a tantos políticos e intelectuales y salimos del fascismo con un coro tan plural de voces políticas, de la cultura, del cine, del arte que hoy son solo un vago recuerdo.

La izquierda y hasta el auténtico centro casi no existen. Dan pena, son un buen ejemplo para mirarnos a nosotros mismos y preocuparnos.

Como aquí en Uruguay hablo poco el italiano y me gusta mucho, no solo hablar sino contar y pensar en italiano y en romano, aproveché cada momento para comunicarme con mucha gente, desconocidos, porque casi no me quedan amigos y la gente sigue siendo como siempre un valor fundamental. Lamentablemente el siciliano casi no lo hablo. Me gustaría. 

Aprovechando, hablé con mucha, mucha gente. Además me gusta contarle mi periplo de 77 años sículos-uruguayos y romanos con una pizca de argentina y en particular mi visión del Uruguay y de los uruguayos.

Entre tantas, tantas conversaciones llegamos a llorar y emocionarnos juntos a pesar de ser desconocidos hacía unos minutos con varias personas. Para muchos hay una enorme, hay una gran frustración, pero sobre todo hay desinterés en la política y una visión aterradora de igualdad entre la derecha y la izquierda. Eso es lo dominante.

En Italia, en los últimos 4 plebiscitos, hace un mes, votó el 31% de los inscriptos... y estaban apoyados por toda la izquierda y los sindicatos. El día después discutían que no había sido una derrota. Las explicaciones de los derrotados, me incluyo, daban pena, en primer lugar, la secretaria general del Partido Demócrata, una suiza... nacida en Lugano, parece que volvimos a reconquistarla, hizo campaña por Barak Obama... La derecha bailoteaba alegre.

La expresión de la decadencia está en casi todo, en la prensa al tope, las entrevistas que logré soportar sobre la masacre en Gaza, sobre el bombardeo a Irán y de pasada sobre la guerra en Ucrania daban pena. Y yo recuerdo el valor, el nivel, la calidad del debate político y periodístico en Italia durante muchos años.

Creo que entre las cosas que se salvan está la comida y naturalmente esa arquitectura inigualable que también salpicó nuestro país hace algunas décadas, las obras de arte, los cuadros maravillosos, los museos y la naturaleza que conmueve.

Ni el futbol se salvó, en eso somos también algo parecidos.

Un país, una nación que además tiene dos mil quinientos años de historia, no es solo la suma de sus ruinas arqueológicas, de sus catedrales incomparables, de sus museos, de sus red interminable de rutas de todas las dimensiones, ni sus paisajes que deslumbran, es su alma, su espíritu e Italia construyó una de las almas más complejas y profundas, que ha tenido una enorme influencia en el mundo.

No me quedan años suficientes para esperar que esta Italia cambie, que algún día pueda volver a un país que no esté a la vanguardia del apoyo de los que masacran niños todos los días, un país gobernado por fascistas de tercera.

Todavía tengo buena memoria y espero seguir recordando aquella maravilla y no darme de frente con esta decadencia, que por otro lado está en casi toda Europa.

Por ello, con un dolor tremendo asumo que le estoy diciendo addio a esta Italia, los que me conocen saben perfectamente que esta no es una columna más, es un paso importante hacia la muerte.

Esteban Valenti
2025-07-07T07:00:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.bitacora.com.uy) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).