Amores y odios. Esteban Valenti


El historiador Gerardo Caetano reconoció una inexactitud en su afirmación sobre la alianza entre el fundador del Partido Colorado, general Fructuoso Rivera y el brasilero Carlos Federico Lecor, en relación a la fecha del 200 aniversario del 25 de agosto de 1825.

Y tiene razón, fue solo una inexactitud de fechas, porque Rivera expresión del ala más conservadora de la política nacional y del propio Partido Colorado en el año 1820 cuando fue derrotado Artigas en la batalla de Tacuarembó, Rivera que comandaba las tropas orientales, capituló ante el invasor Lecor en el Pacto del Vaso de Cañas, no solo depuso sus armas, sino que se incorporó con sus hombres al ejercito luso-brasileño, manteniendo incluso sus grados militares. Tampoco puede considerarse un gesto de valentía o de respeto por el procer de los orientales José Artigas.

La decisión de Rivera generó una enorme controversia y le valió la acusación de traición por parte de sus antiguos compañeros, especialmente de Juan Antonio Lavalleja.

Ese capítulo, aunque no coincida con la fecha de la independencia nacional, no puede borrarse de la historia y no es por cierto una de sus páginas más heroicas y honorables, mal que les pese a los colorados. Ni siquiera el posterior acuerdo con Lavalleja borra esa entrega con armas y bagajes a los invasores luso-brasileros.

Por otro lado el "Abrazo del Monzón", el encuentro entre Juan Antonio Lavalleja y Fructuoso Rivera tuvo lugar el 29 de abril de 1825, menos de 5 meses antes del 25 de Agosto de ese año, por lo tanto, la entrega de Rivera a los brasileros, duró muchos años.,

La versión de la captura de Rivera por Lavalleja,se apoya en diversas fuentes y testimonios de la época, y en la Memorias de Juan Manuel de Rosas: En sus memorias, el caudillo argentino narra que Rivera fue capturado y Lavalleja lo invitó a unirse a la causa patriota bajo amenaza.

Juan Spikerman: Su "Epopeya Nacional" describe un relato donde Rivera es hecho prisionero y Lavalleja le perdona la vida, a cambio de que se sume a la lucha.

Francisco Pividal Devoto: Este historiador también menciona la posibilidad de la captura, analizando las versiones de Spikerman.

Por lo tanto la inexactitud es solo sobre las fechas, no sobre el alma de Rivera.

Como no hay nada que pueda borrar otra fecha trágica, en abril de 1831, cuando el entonces nobel presidente de la República Oriental del Uruguay, Fructuoso Rivera convocó a los principales caciques charrúas y a sus familias a una reunión en las orillas del arroyo Salsipuedes, en lo que es hoy el límite entre los departamentos de Tacuarembó y Río Negro.

El pretexto de la reunión era la supuesta necesidad del Estado uruguayo de contar con la colaboración de los charrúas para defender las fronteras. Los caciques, entre ellos Vaimaca-Perú, Juan Pedro, Rondeau y Brown, acudieron a la cita en son de paz, confiando en su antigua relación con Rivera, con quien habían combatido juntos durante la Guerra de la Independencia.

Sin embargo, se trataba de una emboscada cuidadosamente planeada. Se les invitó a un festín donde, una vez desarmados y con la guardia baja, fueron atacados por las tropas gubernamentales al mando de Bernabé Rivera, sobrino del presidente.

El saldo de la masacre, según la historiografía oficial, fue de alrededor de 40 charrúas muertos y 300 prisioneros. Sin embargo, otras estimaciones varían. Muchos de los sobrevivientes, principalmente mujeres y niños, fueron trasladados a Montevideo para ser "repartidos" y "domesticados" en casas de familias adineradas, lo que en la práctica significó un destino de servidumbre y esclavitud.

Si bien existe un debate sobre si lo ocurrido fue un genocidio o simplemente un exterminio, muchos historiadores sostienen que fue un acto de genocidio cultural y físico, ya que la masacre fue una acción deliberada para eliminar una población que se consideraba incompatible con el proyecto de nación que se estaba construyendo.

Lo que queda del Partido Colorado, sus restos riveristas se soliviantaron por los dichos de Caetano, pero no dijeron una sola palabra sobre la claudicación y entrega de Rivera a los brasileros. El Partido Colorado tiene dos almas irreconciliables, la de José Batlle y Ordoñez que modeló un país de avanzada y de bienestar para su época e incluso para la actual y el riverismo, siempre a la derecha de todo.

El profesor Caetano agregó algo en una reciente entrevista radial que a mi entender tiene mucha importancia en la política uruguaya: "hay un grupo ubicado en las derechas" que "me odia". Esa sí que no es una inexactitud y yo la conozco perfectamente.

Es mayormente el nivel uruguayo del odio, que no es comparable con la ferocidad y la estupidez de otros odios de la derecha en otros países.

Yo me siento realmente honrado que me haya ganado ese odio de la derecha, soy un político, un periodista de opinión y no un historiador, pero la derecha también odia a los intelectuales comprometidos, progresistas, sin mucha piedad.

Creo que ese odio es normal, que no se puede pretender vivir en el amor morboso entre la derecha y la izquierda. Es una patología, es una deformación y una negación histórica.

Por más gestos de acercamiento, de búsqueda de contactos "nacionales", la derecha ha elaborado un discurso, un relato basado en justificar su historia completa y sobre todo su último y desastroso gobierno, tanto en su orientación y resultados económicos y sociales, como sus inmoralidades en muchos sectores de la administración nacional y departamental.

Toda su estrategia tiene una dosis de odio y además en su gobierno organizaron operaciones de odio feroz, como las acusaciones contra Yamandú Orsi que se desmoronaron estrepitosamente. Ahora ya sabemos que Romina Celeste y Paula Diaz ya coordinaban en el operativo montado para destruir al senador Penadés (bien merecido por cierto...) y la lista 71 y posteriormente con las acusaciones falsas contra el entonces candidato a Presidente de la República por el Frente Amplio. ¿Lo recuerdan?

Los blancos y colorados han demostrado que están dispuestos a renunciar a su propia historia, al legado de sus grandes figuras, como Batlle Ordoñez, o Timoteo Aparicio, Wilson Ferreira Aldunate para unirse entre ellos a cualquier costo. Incluso olvidando las traiciones y los horrores de Rivera.

Para ello además de los elementos ideológicos y políticos contra la izquierda, hace falta una buena dosis de odio. Y la tienen.

La izquierda no puede de ninguna manera reducir su perfil, sus ideas, sus proyectos para disminuir o anular esos odios. Es un precio demasiado alto, no lo pagaremos solo políticamente, sino culturalmente y lo pagará la gente más desprotegida y débil.

No es un problema de buena voluntad, es una profunda definición política y cultural, esos odios, que en algunos casos no tienen ni siquiera los límites "nacionales", son parte de la propia identidad de la derecha y también nuestra. No somos veganos. (con perdón de los veganos).

Esteban Valenti
2025-09-08T07:12:00

Esteban Valenti.

Trabajador del vidrio, cooperativista, militante político, periodista, escritor, director de Bitácora (www.suplementobitacora.net) y Uypress (www.uypress.net), columnista en el portal de información Meer (www.meer.com/es) y de Other News (www.other-news.info/noticias).