Anglicanorum Coetibus. Los católicos ganan fuerzas en Inglaterra (Parte 1). Michael Mansilla
 30.10.2025 
¿Puede superar el número de católicos al de anglicanos en Reino Unido? Con la constitución del Anglicanorum Coetibus-Iglesia Anglo-Católica hay indicios que pronto podría suceder.
En noviembre de 2009, en un gesto tan audaz como inesperado, el papa Benedicto XVI firmó una constitución apostólica que abriría una puerta institucional sin precedentes: Anglicanorum Coetibus.
El documento, discreto en apariencia, ofrecía a comunidades enteras de anglicanos una vía para ingresar en plena comunión con la Iglesia Católica sin renunciar a su liturgia, su espiritualidad y su patrimonio teológico. En un tiempo en que el cristianismo occidental parecía fracturarse cada vez más, el Vaticano tendía un puente hacia un grupo que, durante casi cinco siglos, había permanecido en la orilla opuesta.
"Ut unum sint" ("Que sean uno")
El jueves 23 de octubre de 2025 se hizo historia en la Capilla Sixtina cuando el Papa León XIV y el Rey Carlos III oraron uno al lado del otro, marcando la primera vez desde la Reforma Protestante que un monarca británico reinante y un Papa oraron juntos durante una visita de estado real al Vaticano.
El Papa León XIV dirigió la oración del mediodía del Oficio Divino, de pie bajo el fresco de Miguel Ángel de "El Juicio Final" y flanqueado por el arzobispo anglicano de York, Stephen Cottrell, el rey Carlos y la reina Camila.
El servicio de oración ecuménico contó con la participación del Coro de la Capilla Sixtina junto con los coros de la Capilla de San Jorge en el Castillo de Windsor y la Capilla Real de Su Majestad.
El rey Carlos asistió a la canonización de John Henry Newman en 2019 y recientemente León XVI se convirtió en el primer monarca británico en visitar el Oratorio de Birmingham, que Newman fundó en 1848.
La visita real se produce mientras el rey Carlos continúa el tratamiento contra el cáncer, diagnosticado por primera vez a principios de 2024.
El Palacio de Buckingham dijo que la visita de estado del rey, pospuesta a principios de este año debido a la mala salud del Papa Francisco, celebra tanto el Año Jubilar 2025 de la Iglesia como "el trabajo ecuménico entre la Iglesia de Inglaterra y la Iglesia Católica, reflejando el tema del año jubilar de caminar juntos como 'Peregrinos de la Esperanza'".
Tras las reuniones en el Vaticano, el rey Carlos tiene previsto visitar la Basílica de San Pablo Extramuros, lo que revitalizará los vínculos históricos entre Inglaterra y la basílica papal. Una silla recién encargada que lleva el escudo de armas real y la frase en latín "Ut unum sint" ("Que sean uno") se ha instalado en la Basílica de San Pablo Extramuros para que el Rey Carlos y sus sucesores la utilicen durante futuras visitas. Esto fue informado por la agencia Vaticana de Noticias
Carlos III, se está blindando.
La Corona Británica se encuentra en el nivel más bajo de popularidad en décadas, y sus propios súbditos dudan en continuar con la monarquía.
Un príncipe desertor Harry, un príncipe ladino Andrés, un paria, despojado de sus títulos de nobiliarios, sueldo, expulsado de la familia real, y otras docenas de casos judiciales, financieros incluidos, afectan a la casa real de Windsor-Mountbatten. Los ojos están esperanzados en heredero el Príncipe William.
Los analistas políticos ven en el acercamiento de la Iglesia de Inglaterra al Vaticano, mantener una cabeza visible que "dirija" el anglicanismo-ya quebrado- por un posible final de la monarquía británica. Carlos III se está blindando.
Esto podría demostrarse con el doble juego del Vaticano. Los "papistas" católicos romanos están reclutando sacerdotes y fieles en las puertas de la Iglesia Anglicana, y Carlos III nunca se posicionado en contra.
Carlos III es la autoridad máxima de la Iglesia de Inglaterra (anglicana). Pero en la práctica el Arzobispado de Canterbury ha quedado en manos de una cúpula LGBT. Allí comienzan los problemas.
Sarah Mullally, de 63 años, que era la obispesa anglicana de Londres desde 2018, es ahora la arzobispesa de Canterbury, máximo cargo en la Iglesia (anglicana) de Inglaterra y en la Comunión Anglicana. Mullaly no sólo es mujer; también se ha mostrado a favor del aborto, del matrimonio del mismo sexo, las bendiciones a uniones homosexuales y un lenguaje femenino aplicado a Dios.
No es ningún secreto en el Reino Unido, que Carlos III, es un conservador, y su relación con Arzovispesa Mullay es distante. El intermediario entre ambos suele ser su amigo personal y también conservador el arzobispo anglicano de York, Stephen Cottrell.
Esto fue el colmo para los anglicanos conservadores, tanto fieles como sacerdotes que se han marchado a otras denominaciones, pero sobre todo al nuevo rito anglo- católico, creado por Papa Benedicto XVI Anglicanorum Coetibus, un puente entre Roma y Canterbury.
Del cisma a la búsqueda de unidad.
Para comprender el alcance de este fenómeno, es necesario recordar el origen de la ruptura entre Inglaterra y Roma. El cisma anglicano se gestó en el siglo XVI, bajo el reinado de Enrique VIII, cuando el monarca rompió con el Papa Clemente VII al negarle la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón. En 1534, el Acta de Supremacía proclamó al rey como "Cabeza Suprema de la Iglesia de Inglaterra", separando oficialmente al país de la autoridad papal.
No obstante, el nuevo culto inglés no surgió como una creación ex nihilo: conservó buena parte de las estructuras, ritos y jerarquías del catolicismo medieval. Las reformas doctrinales fueron graduales, y el anglicanismo osciló durante siglos entre corrientes más "protestantes" y otras más "católicas".
La llamada "vía media" -un intento de equilibrio entre Roma y Wittenberg- definió buena parte de la identidad anglicana. Sin embargo, esa ambigüedad teológica fue también su mayor debilidad, pues generó divisiones internas cada vez más marcadas.
Durante los siglos XVII y XVIII, la Iglesia de Inglaterra se consolidó como institución estatal y símbolo de la monarquía, pero al mismo tiempo fue perdiendo dinamismo espiritual. El metodismo y otros movimientos disidentes atrajeron a los sectores populares, mientras el clero oficial se mantenía ligado a la aristocracia y al poder político.
La Iglesia de Inglaterra ante el espejo
Para muchos observadores, la crisis del anglicanismo refleja una tensión irresuelta entre identidad nacional y fe universal.
Su estructura episcopal, su liturgia, su teología sacramental y su herencia cultural lo acercan al catolicismo; sin embargo, su autonomía respecto a Roma y su apertura a la reinterpretación doctrinal lo distancian cada vez más del cristianismo histórico.
En su intento de adaptarse al mundo moderno, la Iglesia de Inglaterra ha perdido el equilibrio entre tradición y renovación.
Mientras sectores liberales abrazan las agendas culturales del siglo XXI -desde la ideología de género hasta la redefinición del matrimonio y del sacerdocio-, los fieles más tradicionales se sienten espiritualmente huérfanos.
El anglo-catolicismo y los Ordinariatos han venido a llenar ese vacío, ofreciendo una vía de regreso a la continuidad de la fe apostólica sin renegar del legado inglés.
Conclusión: un regreso al hogar espiritual.
La historia del anglo-catolicismo es, en última instancia, la historia de una nostalgia: la nostalgia de la unidad perdida.
Durante casi quinientos años, Inglaterra ha vivido dividida entre Roma y Canterbury, entre la fidelidad a su herencia católica y su afirmación de independencia religiosa.
Hoy, mientras la secularización avanza y las viejas certezas se desmoronan, cada vez más ingleses descubren que el regreso a Roma no significa una traición a su identidad nacional, sino una reconciliación con sus raíces más profundas.
El catolicismo en Inglaterra, lejos de ser una reliquia del pasado, se presenta como una propuesta de futuro.
Los Ordinariatos, con su liturgia inglesa y su fidelidad romana, encarnan un modelo de comunión posible en el siglo XXI: una Iglesia que no reniega de su historia, sino que la transfigura a la luz de la verdad.mpo de fragmentación y desarraigo, el testimonio de los anglo-católicos recuerda que la verdadera reforma no consiste en inventar una nueva iglesia, sino en redescubrir la santidad de la que ya existe desde los orígenes.
El cimiento católico en el siglo XIX.
El siglo XIX marcó un giro decisivo. En la Universidad de Oxford surgió un movimiento de renovación espiritual conocido como el Movimiento de Oxford o Movimiento Tractariano. Sus principales figuras -John Henry Newman, Edward Pusey y John Keble- denunciaban la pérdida de identidad sacramental y la deriva racionalista del anglicanismo.
Inspirados por los Padres de la Iglesia y por la liturgia antigua, defendían que la Iglesia de Inglaterra no debía verse como una mera iglesia nacional protestante, sino como una rama legítima de la Iglesia católica universal.
Newman, en particular, tras un largo proceso de reflexión, concluyó que esa pretensión era insostenible sin la comunión con Roma. Su conversión al catolicismo en 1845 causó un impacto profundo en el mundo religioso británico. Décadas más tarde, sería creado cardenal por el Papa León XIII, y en 2019 fue canonizado por el Papa Francisco.
El Movimiento de Oxford no solo revitalizó la vida litúrgica y teológica anglicana, sino que también sembró las semillas del futuro anglo-catolicismo: una corriente que buscaba unir la belleza ritual, la devoción sacramental y la fidelidad doctrinal del catolicismo con la tradición inglesa.
¿Puede superar el número de católicos al de anglicanos? Los católicos ganan fuerzas en Inglaterra.
Hay varios indicios de que está a punto de suceder, o que no falta mucho tiempo.
La llegada de una arzobipesa demasiado liberal, fue el colmo para los anglicanos conservadores, tanto fieles como sacerdotes y altos clérigos. Los párrocos sobre todo en las zonas rurales y las localidades pequeñas de Gales y el Norte de Inglaterra, han roto relaciones con la arzobispesa de Canterbury, declarándose "impaired communion" (en comunión deteriorada) desobedeciendo cualquier mandato.
El rey Carlos III se ha convertido en la cabeza de una Iglesia Anglicana fracturada, pero donde sigue siendo la autoridad máxima que se centra en su persona.
La fractura doctrinal: moral y autoridad.
Los años setenta y ochenta fueron especialmente decisivos. En 1975, el Sínodo General de la Iglesia de Inglaterra aprobó la posibilidad de ordenar mujeres como diaconisas, abriendo un proceso que culminaría, dos décadas más tarde, con su ordenación sacerdotal.
Para los anglo-católicos, esto representó una ruptura eclesiológica: la ordenación femenina no solo desafiaba la tradición apostólica, sino que rompía la comunión simbólica con las iglesias orientales y con Roma. Muchos sacerdotes y fieles sintieron que su iglesia había cruzado una línea doctrinal sin retorno.
A esto se sumó, en las décadas siguientes, el reconocimiento de uniones homosexuales y la consagración de obispos abiertamente homosexuales en algunas provincias anglicanas, especialmente en Estados Unidos (Episcopal Church) y Canadá. Tales decisiones provocaron una reacción en cadena dentro de la Comunión Anglicana, con cismas locales, creación de diócesis alternativas y conflictos con Canterbury.
Los matrimonios entre personas del mismo sexo están contemplados por la Iglesia de Inglaterra. Pero se recomienda evitar el Norte de Inglaterra y Gales rural, allí todavía hay quema de brujas.
En 1989, la Iglesia Episcopal fue más lejos: Barbara Harris fue consagrada como la primera obispa dentro de la comunidad anglicana, provocando el distanciamiento de sectores conservadores.
Las divisiones se profundizaron en los años 2000. La consagración del obispo abiertamente homosexual Gene Robinson en New Hampshire (2003) detonó una verdadera fractura. Para muchos anglicanos tradicionales -especialmente en África, Asia y América Latina-, el gesto simbolizaba una rendición moral al secularismo. Varias diócesis, siguiendo Iglesia el ejemplo británico, se declararon en "impaired communion" (comunión deteriorada) con Canterbury, y surgieron nuevas estructuras como la Comunidad Anglicana de América del Norte (ACNA), de perfil más ortodoxo.
Frente a este panorama, miles de fieles y centenares de clérigos -obispos incluidos- comenzaron a buscar una alternativa que conciliara tradición, autoridad y sacramentalidad. No querían integrarse en iglesias protestantes, ni disolverse en movimientos independientes, sino volver a la comunión con Roma sin renegar de su herencia inglesa.
Benedicto XVI percibió en esa búsqueda una oportunidad histórica: un retorno orgánico, no individual, de comunidades enteras. Anglicanorum Coetibus fue, en ese sentido, la respuesta pastoral y teológica a una implosión interna del anglicanismo, una forma de ofrecer refugio canónico a quienes veían en la Iglesia Católica la continuidad que su propia comunión había perdido.
Simultáneamente, la pérdida de una autoridad doctrinal central agravó la confusión. A diferencia de Roma, la Comunión Anglicana funciona como una red de iglesias nacionales autónomas, sin un magisterio vinculante. Las decisiones doctrinales sobre moral sexual, ordenación y liturgia se tomaron de forma dispersa, generando un mosaico de posiciones incompatibles. Algunos teólogos hablaron incluso de un "relativismo eclesial institucionalizado".
En el Reino Unido, el malestar de los anglo-católicos se expresó en la creación de Forward in Faith (1992), una organización que buscaba preservar la ortodoxia doctrinal y litúrgica dentro del anglicanismo. Sin embargo, muchos de sus miembros comenzaron a mirar hacia Roma como una opción definitiva.
¿Puede superar el número de católicos al de anglicanos en Reino Unido? Hay varios indicios de que está a punto de suceder, o que no falta mucho tiempo.
Conocer el numero miembros de las Iglesias y otras confesiones es difícil en el caso de Inglaterra y Gales. Los censos oficiales solo se consulta la pertenencia a una iglesia determinada en Escocia e Irlanda del Norte. Ha partir de 2024 en Inglaterra y Gales no se incluye en el censo la pregunta por religión, ni identidad de género. Los censos o más bien los sondeos, lo realizan instituciones como Sociedad Bíblica a YouGov ,The Quiet Revival y otras organizaciones cristianas. Para complejizarlo más, las distintas confesiones dan otros números a veces muy distintos.
Continua próxima semana, articulo completo en el blog de archivos.
Michael Mansilla
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias
