Infertilidad, familia y propiedad
Azul Cordo
21.07.2013
Situación: Trámite del carné perinatal en una mutualista.
Enfermera "vete" atiende a mujer que apenas cumplió 40 y no los aparenta: es alta, firme, de cabello castaño largo; tiene un lunar sobre el ángulo superior derecho de sus labios y luce radiante por la noticia:
-¿Nombre completo?
-María Pérez.
-¿Estado civil?
-Soltera.
La enfermera se acerca y en tono bajo le dice al oído:
-No me digas nada: el padre se borró.
Cara de sorpresa de la madre en potencia.
-No.
-¿No?
-No... -la miró y se hizo dueña del suspenso.- Inseminación artificial.
Con tesón, convencimiento y amor, una mujer puede tener la suerte -si es que así lo desea- de cumplir el sueño de quedar embarazada mediante reproducción asistida. Bueno, por esas tres razones nombradas arriba, y con dinero. Porque afrontar un tratamiento de reproducción asistida es costoso; además de que puede llevar mucho tiempo.
Pero no se pretende aquí abordar ahora los costos de estos tratamientos, aunque sí lo que implican en la sociedad actual, y desde dónde se miran en el ojo público: desde la heteronorma. Basta echar una mirada al debate vigente en estos días en España, sobre la cobertura por parte de Sanidad estatal para los tratamientos de reproducción asistida.
En ese país estos tratamientos están cubiertos dentro de la "cartera común básica de servicios", pero reservado solo para "parejas integradas por un hombre y una mujer" y solo si existen problemas de esterilidad en la pareja. Esta norma claramente deja fuera a las parejas lesbianas y a las mujeres solteras que deciden su maternidad.
En algunas comunidades autónomas españolas, utilizaban hasta ahora la salvedad de la normativa actual que sostenía que salud pública, además de poder autorizar este tipo de tratamiento con un diagnóstico de esterilidad, podía hacerlo si existía una "indicación clínica establecida".
A partir de este punto, "Andalucía y Madrid (en determinados centros hospitalarios), Baleares o País Vasco cubrían a las mujeres solas o a las lesbianas" (El País de Madrid, 18/07/2013). Este panorama se complejizó con la crisis, porque queda en decisión de las comunidades si pretenden destinar presupuesto a tratamientos con destinatarias no contempladas por la ley.
Además, este martes 23 se presentará esta propuesta de achique a la interpretación de la ley al Consejo Interterritorial de Sanidad. En ese nuevo texto también se detalla "que los tratamientos de reproducción asistida se aplicarán 'a las parejas' que cumplan, además, otros criterios: la mujer no puede ser mayor de 40 años (para inseminación artificial con semen de la pareja, 38) y el hombre de 50; y no pueden tener en común ningún hijo sano. Además, si algún miembro de la pareja se esterilizó voluntariamente o tiene problemas para cumplir el tratamiento por razones de salud o debido a su entorno social serán excluidos" (El País, idem).
El texto de la ley guarda en sí mismo una idea vetusta de familia. La familia occidental de posguerra del '50, con el ama de casa y su vestido campana, el hombre proveedor, una hija y un hijo que estudian, y el perro -infaltable-. Esto dejó de ser hace rato. Por suerte.
Las familias hoy son puzzles. Vivimos ensamblados en concubinatos heterosexuales con los hijos de ella y las hijas de él, todos bajo un mismo techo. Vivimos como pareja estable cama afuera. Vivimos el poliamor. Vivimos donde mamá es la única referente y jefa de hogar, a cargo de tres criaturas. Vivimos con vecinos que se aman y su proyecto de familia es cuidar esa mascota y casarse, ahora que están contemplados en la ley de matrimonio igualitario.
Con-vivimos. Nos vemos. Y sin embargo, en lo discursivo, pareciera que la única familia posible y perfecta son esos cuatro que parecen salidos de un dibujito animado.
Y una mujer decide ser madre en Uruguay, a los 40 años de edad. Cuando después de intentar concretar algunas decisiones con sus parejas masculinas que le decían "estar listos" y luego no atendían el teléfono por semanas, se decidió a bancarse el tratamiento sola. Y qué recibe: ¿una enfermera que le afirma que el padre "se borró"? Queriendo ser comprensiva y cómplice, pero suponiendo varias cosas: que está grande para ser madre sola; que el tipo la dejó; que -entonces- ese hijo/a no fue concebido ni en los sueños por una pareja lesbiana.
Y en la clínica, para que finalmente pudiera inseminarse, tuvo que pasar antes por cinco sesiones de la terapeuta de la institución (mil pesos la sesión), aunque ella realiza psicoterapia hace diez años. El "fallo" de la psicóloga de la clínica respecto a la salud mental de quien decide sola comenzar un tratamiento de ese tipo es "inapelable". En su impresión de cinco sesiones se decide si se comienza o no con la reproducción asistida.
En Uruguay existen clínicas privadas que realizan tratamientos de reproducción asistida desde hace más de 25 años.
Desde el 9 de octubre de 2012 quedó paralizado, tras la media sanción unánime en Diputados, el proyecto de ley para que el Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS) cubra dentro de sus prestaciones las técnicas de reproducción asistida de bajo costo; mientras que las de alto costo serían financiadas por un subsidio administrado por el Fondo Nacional de Recursos.
La media sanción está ahí y uno de los argumentos que podría hacerla volver a Diputados si se reforma en Senadores es considerar a las parejas homosexuales en el proyecto, tras la aprobación del matrimonio igualitario.
En el debate parlamentario y en las notas periodísticas posteriores que lo reseñaron, poco o nada se dijo de las mujeres que deciden quedar embarazadas y ser madres solteras. Poco o nada se habla de esa decisión. ¿Por qué? Porque pensamos en clave binaria, de a dos y heterosexual, si no es mucha molestia.
Y entonces ahora, apenas se pudo empezar a pensar que, como hay un matrimonio igualitario aprobado en el país, entonces deben existir parejas que no solo son de mujer y varón. Y que habrá que modificar la ley, la media sanción, aprobada el año pasado. En 2012, ya existían familias no heteronormativas, y en los 17 años de debates que lleva este proyecto, también.
En Argentina, el 5 de junio de este año se aprobó una ley que establece que los servicios de salud públicos y privados deben brindar tratamientos de fertilidad asistida, tanto para parejas heterosexuales, homosexuales y mujeres solteras. Es decir, sin restricciones. El derecho igualitario a tener hijos.
Hay que cambiar la matriz de pensamiento. Ya no nos regimos solo por "mamá" y "papá", como si además esos roles vinieran necesariamente unidos a un óvulo y un espermatozoide.
La familia hace rato que no es una institución estanca. ¿Cuándo haremos visible, también desde la legislación, a los hogares intrafamiliares, monoparentales, homoparentales, no nucleares, compuestos y extendidos?
Y una mujer que decide ser madre, soltera, mediante un tratamiento de reproducción asistida, ¿cuándo será nombrada, pensada, como sujeta de derechos? No como una abandonada, que quedó "en la lona", que tiene un compañero que "se borró".
Ella decidió constituir una familia. Ni más, ni menos.
Azul Cordo