En mi barrio le diríamos 'gatillo fácil'
Azul Cordo
06.11.2013
Los abusos no son excesos, son algo casi habitual en un vínculo absolutamente desgastado entre la policía y los jóvenes. Y no sólo los de Santa Catalina: destrato, maltrato y prejuicio se registran en otras latitudes del país.
No contribuye ver los hechos como "aislados". Pensar la coyuntura desde la compartimentación no nos permite entender el vínculo factible entre la continuidad de procedimientos policiales ilegales, represivos, propios de un Estado Policial y autoritario que primó hace 40 años y que se aboca especialmente a controlar, con lo ocurrido en la noche del lunes.
Por eso vale reflexionar sobre ese vínculo entre la institución policial y las y los jóvenes, siendo éstos esa otredad que, según pasan los años, se resignifica. Una relación de poder que no ha estado ajena a una nueva construcción de los y las jóvenes como un elemento "peligroso" que se debe controlar, siendo que dentro de este último verbo podrían incluirse acciones como torturar, vigilar, reprimir.
Más allá de que el ministro Eduardo Bonomi haya salido a aclarar a primera hora del miércoles 6 que, tras el desayuno de trabajo del martes 5, él había formulado las dos hipótesis que se manejaban en la investigación y no solo la que indicaba que un policía había disparado a Sergio Lemos porque el joven "había disparado primero" -reproducida por la mayoría de los medios de comunicación-, ya es de por sí grave que se maneje esta hipótesis como válida para justificar los diez disparos dirigidos hacia el joven, tres de los cuales impactaron en su cuerpo, dos de ellos por la espalda.
Vecinos y vecinas, e incluso la abogada que representa a la familia de Lemos, señalaron como un atenuante el hecho de que Sergio "no estuviera armado".
¿Se justifica un tiro por la espalda si estuviera armado? ¿El desmembramiento social es tal y el abuso de autoridad es tal que podríamos justificar que un policía dispare a un joven que va en moto y no responde a la orden de alto (suponiendo que la dio) porque no frena y estaría armado? ¿Dónde entra el manual de Procedimiento Policial en todo esto?
Me preocupa que no pensemos en la historicidad del accionar policial en Uruguay cuando ocurren estos hechos.
Bonomi sale a responder bajo el paraguas de una gestión a la que se le pueden criticar los abusos policiales, pero que exigió una investigación con celeridad que determinó que los oficiales de la Guardia Republicana "le plantaron un arma" a Lemos.
Pero esto va más allá de lo que diga el ministro o de las reformas que pretenda hacer. Le excede en su responsabilidad jerárquica que existan discursos y prácticas sociales, más allá de las directivas de gestión que pueda hacer, que perpetúan el autoritarismo.
En todo caso, a Bonomi le corresponde asegurarse de que estos policías y otros que cometan abuso de funciones sean sancionados, juzgados y condenados. Y en esos engranajes se está fallando también: cuando los policías sólo son removidos a otras funciones, asignados a otras oficinas, pero no reciben una condena por lo que hicieron.
Si seguimos pensando en estos casos como aislados, excepcionales, no vamos a asumir lo que nos está pasando todos los días, ni a quiénes se está construyendo como "peligrosos".
La sociedad uruguaya, que así formulada parece inasible, debe profundizar la reflexión en torno a los comportamientos autoritarios y abusos de poder por parte de las fuerzas de seguridad en este presente y su vínculo con el pasado. Un pasado reciente, de terrorismo de Estado, que continúa impune, si se pone en la balanza cuántos represores fueron o no fueron juzgados.
Así como si se pone en la balanza una formación policial que ha mejorado porque tienen más prácticas de tiro y capacitaciones en violencia doméstica, pero con policías que luego disparan por la espalda y desestiman denuncias de mujeres o de niños, niñas y adolescentes violentados.
Si no reflexionamos sobre esta historicidad y esta perpetuación de pensamientos y acciones autoritarias, se seguirá reproduciendo un resquemor desde algunos sectores sociales y políticos que imposibilita llamar a las cosas como son, tal vez porque nos remiten a períodos explícitamente represivos.
Entonces denominamos "operativos de saturación" a lo que en los barrios recuerdan como "razzias"; "observadores" a "infiltrados" en las marchas; "exceso policial" a un caso de "gatillo fácil".
Azul Cordo