Linda, libre y loca
Azul Cordo
09.03.2014
La muerte de Martina Piazza rondó las actividades de este soleado sábado 8 de marzo. Conocida por muchxs estudiantes, militantes y activistas culturales, el baile por Isla de Flores fue en su honor, la lectura de versos femeninos y feministas fue en su memoria, los abrazos y miradas cómplices entre compañeras también.
Este 8 de marzo tuvo para mí un halo de realidad femenina cotidiana grandísimo. Anduve por Radio Vilardevoz, una casa sonora donde los brazos siempre están abiertos para recibirte, los micrófonos abiertos para expresarte, los oídos abiertos para escucharte.
Allí escuché a Olga, que recordaba el origen del 8 de marzo; a Gladys, que agradecía el espacio para participar, agradecía a los médicos que la habían atendido, y reclamaba su derecho a la vivienda -"Quiero una casa; estar con mis hijos, porque los extraño"-; a Carolina, quien dijo estar convencida que las madres de los desaparecidos y desaparecidas van a encontrar finalmente este año una respuesta. Nombré a Delmira Agustini, en el centenario de su muerte -emblemático caso de femicidio en Uruguay-, y otras geniales mujeres uruguayas fueron recordadas por la fonoplatea: Paulina Luisi, Circe Maia, Idea Vilariño, María Vaz Ferreira, China Zorrilla. Hablamos de los avances legislativos históricos de este país: el voto, el divorcio. Concluimos que está bueno "dejarse ayudar entre todas".
De allí me fui a una jornada de reivindicación organizada por el colectivo feminista Minervas. Un grupo nuevo, joven, que busca respuestas propias por fuera de las organizaciones feministas más institucionalizadas. En el salón comunal del Covireus compartimos música, videos, charlas, comentamos fotografías, nos reímos. Algunas nos quejamos de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, que nos manda a "reflexionar" cinco días y a abortar en casa con misoprostol, y celebramos el nuevo método abortivo que incorporará el sistema de salud (la Aspiración Manual Endouterina -AMEU-). Hicimos una tertulia literaria, llena de palabras de mujeres sobre el mundo.
También hablé, me encontré, me crucé, con esas mujeres a las que quiero representar, dar voz, ser puente, reivindicar, defender, y fue muy interpelante. Una mujer me preguntó dónde podía cargar su GPS -parte del sistema de dispositivos de tobilleras, en casos de violencia basada en género- y supe por ella que este aparato tiene dos sonidos: uno que no para de sonar si el agresor está cerca; otro que lo envía la policía para controlar dónde está ella y saber que se encuentra bien. A otra compañera le pregunté cómo estaba su hermana tras abortar. Vi a una fotógrafa dirimiendo su tiempo entre los disparos del lente y los juegos y correteos con su pequeño hijo. Oí a una joven estudiante que comentaba su reciente descubrimiento del término "femicidio" y pensamos juntas cuánto falta por nombrar aquí. Nos reímos cómplices con los videos de Cualca y festejamos su humor que nos celebra como mujeres irónicas, inteligentes, non sanctas.
Improvisamos un cancionero, llevando al frente la pancarta que recordaba que el 8 de marzo es un Día de Lucha. Bailamos al ritmo de La Melaza por Isla de Flores, calle de resistencia con rebeldía y alegría.
Y al terminar la jornada, extenuadas, conformes y siempre queriendo más (que no es contradictorio), alguna se volvió a preguntar cuando llegó a su casa: "¿De dónde sale tanto odio para quitarle la vida a una mujer?".
Azul Cordo