Cambio de época, barbarie y humanismo. Enrique Rubio

03.06.2025

¿Por qué hay tanta incertidumbre y turbulencia internacional? Porque estamos transitando un cambio de época. En los últimos cinco siglos largos el mundo fue dominado progresivamente por Occidente. Que comprende a Rusia: las tres cuartas partes de su población y cultura son relativamente occidentales, a pesar de que una proporción equivalente de su territorio se encuentre en Asia.

 

Cambio de época, barbarie y humanismo. Enrique Rubio

 

¿Por qué hay tanta incertidumbre y turbulencia internacional? Porque

estamos transitando un cambio de época. En los últimos cinco siglos

largos el mundo fue dominado progresivamente por Occidente. Que

comprende a Rusia: las tres cuartas partes de su población y cultura

son relativamente occidentales, a pesar de que una proporción

equivalente de su territorio se encuentre en Asia. En los cursos de

historia se caracteriza a ese período, grosso modo, como el tiempo

de "la edad moderna", sucedida por la revolución francesa iniciada

en 1789 y la "edad contemporánea".

El estado dominante en Occidente y siempre disputado, a su vez, fue

mutando. Sin pretensiones de precisión histórica, pasamos de la

España de Felipe II en la segunda mitad del siglo XVI, a la Francia de

Luis XIV en la segunda mitad del XVII y comienzos del siguiente, a la

Revolución francesa y la expansión napoleónica de fines del siglo

XVIII y comienzos del XIX, al Reino Unido victoriano de la segunda

mitad del siglo XIX. El último estado hegemónico ha sido Estados

Unidos, y ha dominado el planeta con las reglas acordadas hace

exactamente 80 años, al fin de la Segunda Guerra Mundial (1939-

45).

Esa hegemonía, y también la anterior, la del Reino Unido ya en

declive, fue desafiada por la Revolución rusa de 1917, su sucesión

estaliniana y su continuación posestaliniana, lo que dio lugar al

mundo bipolar y de la guerra fría posterior a la Segunda Guerra

Mundial. Pero la URSS y su vasto sistema de alianzas fracasó y se

desintegró en 1991, lo que abrió el tiempo del mundo unipolar de

fines del siglo XX y principios del actual.

Nuevo balance de poder y cambio de época

En forma no prevista por Occidente, desde 1978 en adelante se fue

dando un crecimiento económico espectacular de China, que se

inició con el liderazgo de Deng Xiaoping en 1978 y prosiguió con sus

sucesores -desde 2013, Xi Jinping- a la cabeza del Partido

Comunista de China. En materia geopolítica este desarrollo de China

se articuló en un sistema de alianzas que se conoce como los BRICS

y sus acuerdos múltiples con otros estados. Este sistema, también

referido como el "Sur Global", si se consolida, relevará el dominio

mundial de Occidente, sustituyendo el mundo unipolar por uno

multipolar con China como el nuevo hegemón.

Este nuevo hegemón ha crecido sobre la base del Estado fuerte y el

mercado potente, la planificación de largo plazo, el desarrollo de la

revolución tecnológica digital, el trabajo más duro como base de la

acumulación económica originaria, la cohesión social milenaria de

base cultural aldeano-campesina, la burocracia meritocrática, el

iliberalismo político, la tradición confuciana, legalista y taoísta, el

control social persona a persona, y la apertura internacional. En otros

estados de los BRICS el curso ha sido diferente. La próxima reunión

será en Río, Brasil, en julio próximo.

Si este relevo hegemónico se produce será el fin de la época

moderna y contemporánea que hemos conocido y el inicio de otra

época. De ahí lo del cambio de época del que se habla.

Pero una hegemonía, cuando es sustituida por otra, en el marco

además de una diferencia civilizatoria, no es un proceso fácil.

Conlleva una fase de transición altamente traumática. Desata todos

los demonios. Máxime si se tiene en cuenta que Occidente padece

de lo que Antonio Gramsci llamaba una profunda crisis orgánica o de

hegemonía porque esta afecta a la economía, la sociedad, la política

y la cultura. O sea, a los modos de pensar, sentir y actuar de las

multitudes. Por eso reina el pesimismo y el belicismo en Occidente, y

emergen toda clase de monstruos. Se produce lo que Émile

Durkheim llamó en 1893 un estado de anomia. En los párrafos finales

de su obra, dice aquello de que "no sufrimos porque no sepamos

sobre qué noción teórica apoyar la moral que hasta aquí

practicábamos, sino porque, en algunas de sus partes, esta moral se

halla irremediablemente quebrantada, y la que necesitamos está tan

sólo en vías de formación"1.

 

El imperio de la barbarie

Esta situación da lugar a lo que a mediados de los 90 y a principios

del siglo XXI, en distintas publicaciones, Eric Hobsbawm llamaba el

retorno de la barbarie (y otros, del brutalismo). En efecto, en uno de

los ensayos recogidos en un libro publicado en esa década de final

de siglo realiza un recorrido por las distintas etapas de avance de la

barbarie y declive de la civilización a partir de la Primera Guerra

Mundial y hasta fines del siglo XX. Toma como indicador la práctica

de la tortura y sostiene que la desintegración social y política explica

la barbarización creciente (el declive del Siglo de las Luces), y

denuncia la creciente naturalización de lo inhumano2 en Occidente.

Años después, cuando terminaba su autobiografía, desde su cama

en un hospital vio el 11 de setiembre en vivo en la televisión y redactó

una coda en la que sostuvo que en los 30 años posteriores a la

Segunda Guerra Mundial la vida cambió más rápidamente y

fundamentalmente que en ningún período de extensión similar de la

historia humana, y que la suya es la primera generación en haber

vivido en el momento histórico en el que las reglas y convenciones

de familias, comunidades y sociedades habían cesado de operar.

Con su humor impagable escribió, y no me animo a traducirlo: "If you

want to know what it was like, only we can tell you. If you think you

can go back, we can tell you, it can't be done"3.

La dominación y la disidencia

En este período o fase de transición, la democracia liberal clásica ha

entrado en crisis y las prácticas autocráticas de todo signo han

avanzado, las ultraderechas han crecido, pero el neoliberalismo se

ha debilitado y los estados han retornado, las plutocracias han

exacerbado un clasismo despiadado, las sociedades han perdido

cohesión social y el pensamiento compartido ha sido sustituido por

el control de las personas. Las guerras pululan, las matanzas, como

en Ucrania, se naturalizan, y en algunos lugares la barbarie se

convierte en crímenes de lesa humanidad. Pero también crece la

disidencia y el estado de insatisfacción social provoca estallidos

múltiples y permanentes. En suma, la polarización sociopolítica

aumenta. Al mismo tiempo, el humanismo que se cultivó durante

siglos se rebela y condena la barbarie. Y busca nuevos caminos.

La democracia liberal clásica ha entrado en crisis y

las prácticas autocráticas de todo signo han

avanzado, las ultraderechas han crecido, pero el

neoliberalismo se ha debilitado y los Estados han

retornado.

Gaza o la banalidad del mal

Subtitulo así, aunque duela y nos duela, ¿porque acaso la respuesta

que lidera Benjamín Netanyahu a la barbarie terrorista de Hamas en

octubre de 2023 no se ha convertido en terribles crímenes de lesa

humanidad en la Franja de Gaza? Entiendo los problemas de

conciencia de los que siempre han sido perseguidos y discriminados

y sometidos al exterminio por los nazis cuando intentan justificar lo

que se está haciendo en Gaza. Pero los hechos son irrefutables. Los

fundamentalismos de ambos lados se han retroalimentado. Los

mapas muestran la expansión territorial imparable de Israel desde

1948 a la actualidad. La colonización del territorio palestino es

realmente impresionante. La expansión hacia el Gran Israel, con

decenas y decenas de asentamientos en Cisjordania, se puede

seguir por los satélites y las aplicaciones vinculadas a ellos. No hay

sitio de noticias serio que no nos muestre la matanza de decenas de

miles de civiles inocentes en Gaza, muchísimos totalmente fuera de

zonas de confrontación.

Un judío muy inteligente, Yuval Noah Harari, dijo reiteradamente que

las guerras se ganan en lo político, no en lo militar. No obstante ello,

el aislamiento internacional de esta política israelí es prácticamente

total. No erran los que sostienen que el gobierno de Netanyahu está

convirtiendo a Israel en un "Estado paria". Es muy duro para una

etnia que ha sufrido tanto y que ha mostrado una increíble

resiliencia. Se podrá discutir hasta el fin de los tiempos si hay o no

técnicamente genocidio, pero es indiscutible que se han cometido y

cometen crímenes atroces de lesa humanidad en Gaza. ¿Cómo

quieren que el concepto que elaboró de "la banalidad del mal"4 la

notable filósofa Hannah Arendt en 1963 no recaiga sobre sí mismos

como un tajo lacerante en el alma del ser humano? Relean su

alegato, en particular su Epílogo.

El humanismo y los esfuerzos por transitar

otros caminos

En Occidente, que está en declive pero que gravita y seguirá

pesando mucho, fundamentalmente por la riqueza de su tradición

cultural, a la que no quiere ni debe renunciar, el péndulo que se

mueve hacia la ultraderecha también provoca una reacción hacia la

otra punta.

Los caminos que se intentan son múltiples. Algunos países buscan

revitalizar lo que fueron políticas socialdemócratas, estimuladas por

el antitrumpismo, como en parte en Canadá, Europa nórdica o

Australia.

Otras izquierdas elaboran un curso distinto sobre la base de un

Estado fuerte y redistributivo, de las tecnologías de punta como

motor de la diversificación productiva, de la radicalización de la

democracia liberal sobre la base de una nueva cohesión social, del

desarrollo del poder social y de una inserción internacional

independiente o integrada regionalmente sin alineamientos fáciles en

un mundo multipolar, como en parte de los progresismos de América

Latina.

Son períodos de innovación y energía creativa. Es lo que Álvaro

García Linera llama una fase "liminar".

Posteriormente, el mundo se estabilizará, en un tiempo no

determinado, pero en tanto viviremos, coexistiremos y

participaremos de luchas sociales intensas. Máxime con la crisis

ecológica y la transición energética como telón de fondo. Y

asimilando las transformaciones radicales de la infoesfera, es decir,

las nuevas tecnologías digitales, la inteligencia artificial, la realidad

de los consumidores en las redes sociales y plataformas digitales

que son a la vez productores de mensajes o "prosumidores", el

reinado de las empresas del capitalismo en las nubes o del

"nubelismo", y el imperio de la geoesfera, o sea, de la geopolítica de

siempre y de la geoeconomía de todos los tiempos. Es lo que nos ha

tocado. Un tiempo fermental para nuestros hijos y nietos. Como diría

Ortega y Gasset, y la IA se encarga de recordarnos que es su frase

más famosa: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no

me salvo yo".

 

Enrique Rubio fue senador del Frente Amplio y director de la

Oficina de Planeamiento y Presupuesto.

1. Durkheim, É. (1987). La división del trabajo social. Akal:

España.

2. Hobsbawm, E. (1998). Sobre la historia. Companhia das Letras:

Brasil.

3. Hobsbawm, E. (2003). Interesting times. Abacus: Londres, pp.

414-415.

4. Arendt, H. (2017). Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la

banalidad del mal. Debolsillo.

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2025-06-03T11:57:00

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