FRENAZO DE LOS EMERGENTES: LA ECONOMÍA MUNDIAL INGRESA EN UNA FASE DE BAJAS TASAS DE CRECIMIENTO
Carlos Garramón
18.07.2013
El Fondo Monetario Internacional, en su previsión semestral, revisó en julio sus estimaciones de crecimiento de la economía mundial, y lo hizo hacia la baja.
Tras expandirse la economía mundial a un ritmo del 4% en 2011 y del 3.1% en 2012, el organismo proyecta que se mantendrá en 3.1 para 2013, dos décimas menos que su estimación anterior. La proyección del Banco Mundial es aún más baja, del 2.2% este año para alcanzar el 3% recién en 2014. Ambas muy lejos del 4.8% de media registrado durante los años previos a la crisis, lo que cuantifica todo el camino que debe recorrer la economía global para retornar a los niveles de expansión del producto, previos a la crisis económica y financiera mundial.
El objetivo de esta reflexión es comprender las razones que explican esta caída e iniciar un entendimiento del origen de la misma.
El acontecimiento nuevo en el panorama mundial es el “frenazo” en las economías emergentes. Para este grupo de países, integrado fundamentalmente por China, India, Brasil, Rusia y Sudáfrica, el Fondo Monetario proyecta para este año un crecimiento promedio del 5%, tres décimas menos que su anterior pronóstico. A nuestro entender, y al entender del Banco Mundial, estas estimaciones comprendidas en su último informe son incluso optimistas: el crecimiento global estará en el entorno del 4.5% en el 2013.
En esta contracción en el crecimiento de las economías emergentes, que llegaron a explicar el 50% de la expansión del producto mundial en 2012, los países y regiones más comprometidas son China y América Latina.
En el caso de China el nuevo Gobierno proyecta un 7.5% de crecimiento para este año, lejos de las tasas cercanas a 10% que caracterizaron el pasado reciente.
Las razones que explican la desaceleración de la economía china son sustantivamente diferentes de aquellas que fundamentan la caída del producto en el resto de las economías emergentes. El desempeño del sector industrial chino muestra rasgos de una persistente anemia, y en junio por primera vez cayeron las exportaciones. En este contexto, el nuevo liderazgo chino esta tratando de manejar una de las más difíciles maniobras económicas: aterrizar suavemente una economía que volaba a tasas del 10%, sin mayores dificultades en su hoja de ruta. Con la caída y estancamiento de la demanda en los países desarrollados, finalmente el impacto se hizo sentir en las exportaciones chinas. En junio pasado cayeron las exportaciones y las importaciones, por primera vez desde que se inició el proceso de dinamización de la economía china. A su vez, en este primer semestre han caído las inversiones y la tasa de crecimiento del sector manufacturero. Como en cualquier economía de mercado, si caen las exportaciones y las inversiones, sólo queda un motor al cual recurrir para mantener el crecimiento: el mercado interno. Y hacia ese “motor” es justamente hacia donde apunta la nueva estrategia del Presidente Xi Jinping. Obviamente que esta nueva dinámica, desde una economía traccionada por las exportaciones a una economía traccionada por el mercado interno, implica asumir una tasa de crecimiento del producto menor. Crecer al 7.5% no es una consecuencia inesperada, es una tasa previamente establecida en el marco de un cuidadoso proceso de planificación, dado el nuevo contexto internacional y algunos problemas estructurales que viene presentando la economía china, como ser la riesgosa inyección de liquidez para mantener la tasa de inversión, fundamentalmente con obra publica y con abundante crédito para vivienda. El control de esa expansión de liquidez hace más complejo el manejo de una política de compensación de la caída de las exportaciones e inversiones, a través de una reactivación del mercado interno, ya que limita el crédito e incrementa la tasa de interés, la cual llegó el pasado mes a dos dígitos.
Lo destacable del proceso de planificación chino es que, a pesar de las estimaciones más optimistas (FMI: 7.8) o más pesimistas (WB: 7.3%), el segundo semestre cerró con una expansión del producto de exactamente 7.5%, tal cual lo anunciado por el Gobierno, el cual ha optado concientemente por una tasa de crecimiento menor y más sostenible. “No debemos juzgar a un país simplemente por el crecimiento de su producto bruto”, dijo Xi en una reunión la semana pasada. Esto, si bien es válido para China, es preocupante para el resto del mundo. Primero porque para los próximos años, si la demanda externa no se recupera y continúan los desequilibrios internos, el Gobierno de Xi puede plantearse como meta tasas de crecimiento aún menores y segundo, y fundamentalmente, porque el desempeño de muchas economías emergentes y países de América Latina y África está ligado a la demanda china, principalmente de commodities.
Pienso que desagregando los productos que conforman este amplio grupo, denominados commodities, los alimentos deberían sufrir menos la desaceleración china, ya que como se explicó antes, la estrategia de aterrizaje implica reactivar el mercado interno. Si la inversión y la actividad manufacturera caen, la demanda por minerales se verá afectada.
En relación a Brasil, y al resto de los países de América Latina, se verán afectados en su tasa de crecimiento, en mayor o menor medida, de acuerdo al grado de dependencia de sus economías del sector externo, agravándose en aquellas economías cuyas exportaciones son materias primas sin mayor valor agregado. En el caso de Brasil, la situación se hace más difícil en la medida en que se profundiza la crisis política y pierde liderazgo la Presidenta al caer su imagen pública. Las proyecciones del crecimiento para Brasil están en el entorno del 2% para 3013.
Con Europa en profundo estancamiento, luchando por lograr tasas apenas positivas en 2013 y 2014, con EEUU consolidando una suave reactivación, aún apuntalada por una tasa de interés de cero y el reciente anuncio de Ben Bernanke de que continuará la inyección de liquidez, a través de la compra de Bonos por parte de la Fed , es posible deducir que los países desarrollados seguirán con muy baja ponderación en la estimación de la tasa global de crecimiento, y por ende, en su incidencia en la reactivación del mercado mundial.
En conclusión, es esperable un 2013, y posiblemente gran parte del 2014, con una economía mundial caracterizada por tasas de expansión del producto y un mercado mundial anémico. Si bien esta observación era ya conocida para los países desarrollados, es nueva para las economías emergentes que venían respaldando con sus altas tasas de crecimiento la tasa global promedio.
Quizás la REFLEXIÓN final es que por varios años el mundo crecerá a tasas menores, lo que implica que la absorción de los millones de desempleados que ha generado la crisis sea un tema de política social más que de política económica, que el mundo deberá encarar más allá de los empleos efectivos que genere la recuperación. Yo percibo un gran desequilibrio entre la pobreza, el desempleo y la debilidad de la recuperación económica mundial. Pero todo tiene una cara mala y una buena: las bajas tasas de crecimiento son más acordes a las urgencias medioambientales que sufre nuestro planeta. En resumen, los próximos años viviremos una fuerte interrelación entre cimiento, empleo y medioambiente.
Carlos Garramón
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias