El techo de cristal y la capacidad de las mujeres
Carlos Pérez Pereira
08.07.2020
"En ADEOM no hay cuota y no apoyo la cuota, llegamos por capacidad". Valeria Ripoll.
Los hombres, desde que el patriarcado fue instaurado como fórmula de transmisión de la propiedad y del poder, establecemos reglas de conductas, extraídas de normas morales, religiosas y éticas, para someter a las mujeres. Creamos sutiles sistemas de dominación que nos permiten tenerlas atadas, dependientes, disciplinadas por los varones. Las rodeamos de barreras infranqueables, y cuando salen del redil desatamos los mecanismos de protección del statu quo mantenidos en reserva. A las que se zafan de las ataduras las estigmatizamos: loca histérica, afiebrada vaginal, bombacha fácil, puta, arrastrada, rebelde, traidora, infantil, posesa del Demonio, bruja, agente de Satanás, pecadora, serpiente seductora de santos varones para hacerlos pecar con la manzana, retardada, cabellos largos e inteligencia corta, etc. En los últimos tiempos pasan a ser feministas desvergonzadas, destructoras de la familia tradicional, lesbianas reprimidas, extremistas feminazis, iconoclastas irreverentes, etc. Es largo el rosario de improperios y el listado no es exhaustivo.
El techo de cristal, atornillado encima de las víctimas, permite la visión del apetecible cielo al que pocas llegarán, porque funcionan los mecanismos (a veces imperceptibles), para mantenerlas a raya. Se les priva de -o se impide que existan- las condiciones (con manipulaciones sutiles, o a prepo) para su ascenso en carreras laborales, políticas, culturales o sociales en general, desnudando la falsa libertad de acción y de competencia entre iguales. Una grotesca mentira muy manida por la derecha, pero que a veces recala en tiendas de la izquierda. Escuché a una influyente militante afirmar que estuvo en contra de las cuotas en el Frente Amplio, porque las mujeres solo pueden llegar al Parlamento si acreditan su capacidad para ser buenas legisladoras, no por su género. Mi pregunta sería, en tal caso, si a los hombres se les hace los mismos controles. Porque al estar de lo que se ve, parecería que con muchos no hay tal exigencia. Dicho con todo respeto.
Si partimos de necesidades y condiciones distintas con las mujeres, éstas no llegarán a los mejores lugares aún con igualdad de méritos o de capacidades. Bastaría, como prueba flagrante de esta afirmación, recordar la diferente remuneración entre mujeres y hombres a iguales trabajos.
Toda la vida y para todas las tareas, empresas, acciones y disciplinas, los hombres partimos desde mejores ubicaciones, impuestas por un sistema de valores culturales que opera con ancestrales beneficios para los machos de la familia, de la sociedad o de los grupos de todo tipo. Veamos el ejemplo de la militancia política y la gremial que todos conocemos bien. Desde los niveles de base hasta los últimos escalones predominan, con creces, las mujeres, pero en la medida que el embudo invertido se angosta, pasan a predominar los hombres. Es un tema estudiado ya por los analistas de la participación de la mujer en la política, con cifras de escándalo en direcciones de partidos, composición de parlamentos, equipos de gobierno, empresas e instituciones sociales. Esto habla por sí mismo, sin necesidad de más fundamentos.
Las cuotas son un mecanismo de apertura para abrir el cerrojo y romper el techo cristalino. El cristal es resistente y no se hará trizas para todas, ni siquiera para la mitad, pero es un avance enorme en la lucha por la visibilidad y contra la opresión milenaria. Típica "discriminación positiva", concepto denostado y banalizado por los partidarios de la otra discriminación: la que reproduce las condiciones de la inequidad. Y quien afirme que las mujeres deberían ascender solo por su capacidad y méritos está afirmando que, hasta el momento, la amplia mayoría de ellas ha revelado estar compuesta por una manga de incapaces.
A la señora Ripoll solo le faltó agregar: Sepan, mujeres de ADEOM, que si ninguna de ustedes ha llegado a cargos de importancia en ese gremio, como he logrado hacerlo yo, es porque son unas incapaces carentes del mérito necesario.
No apruebo insultos, pero entiendo porqué las feministas se han enojado tanto con el concepto que esta señora tiene de las demás mujeres.
Carlos Pérez Pereira
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias