“Apuntes para una herencia” (*)
Carlos Pérez Pereira
19.05.2022
Es un removedor documental argentino, muy a propósito para el Mes de la Memoria. (Cinemateca).
El tema es simple: El autor, Federico Robles (Córdoba/Argentina) se entera de que su abuelo (ya fallecido) alistó en filas del ejército franquista durante la guerra civil española (1939), donde logró el grado de capitán. Este hecho le llena de intriga y resuelve investigar la historia, recabando testimonios y documentos.
Al inicio, la investigación toma un giro inesperado cuando Federico, cámara en mano, encara a su padre (el hijo del soldado franquista), para preguntarle si conoce esa parte de la vida de su abuelo. El padre declara que solo está dispuesto a contar de su viejo, "por lo que vivió acá, en este pueblo". De su vida en España y de lo que hizo como soldado del franquismo, no. Es una respuesta definitiva y tensa. "Acá era un buen vecino, todos lo querían. Jamás preocupó por nada a la comunidad, ni a las autoridades". Eso es lo que importa.
El autor del documental siente y transmite al espectador la dureza de la respuesta paterna. "Tu abuelo fue reclutado en su granja, metido en un camión y conducido con otros a salvar a España de los rojos, como se decía entonces"-le dice el padre, visiblemente molesto. "El abuelo no sabía ni firmar su nombre; era un campesino bruto, vivía para su trabajo. Un día llegaron los franquistas, le dijeron que tenía que defender a España. Le dieron un rifle, le enseñaron a usarlo y le ordenaron que apuntara hacia aquel lado. Y eso es todo. Si querés que diga que Franco era un dictador asesino, estoy de acuerdo contigo. Si lo que estás investigando es eso, punto, no hay más que decir. Tu investigación termina". El espíritu inquieto de Federico Robles, aunque acusó su perplejidad por las palabras del padre, no cejó en el esfuerzo por descubrir la verdad.
En España, en el pueblo de sus antepasados, encontraría nuevos elementos para rellenar el vacío de la vida de su abuelo. Pero también encontraría, para su pesar, antiguas resistencias a sacar del olvido "cosas horribles". La mayoría quería recordar al abuelo Robles en su imagen de buen padre de familia, honesto y trabajador. Los menos, más abiertos, reconocen la presión de la revisión de una historia con la cual mantienen una deliberada distancia. Familiares y antiguos moradores locales, intentan dejar ese pasado en una nebulosa. Mejor no remover eso. ¿Con qué necesidad? A los cinco años de vivir en España, Federico regresará a la Argentina, donde seguirá con su trabajo de investigación.
El contexto histórico y la ignorancia de los protagonistas.
No es novedosa la postura asumida por descendientes de personas que aún mantienen deudas históricas por lo que hicieron durante sus vidas. Para su propio padre, el abuelo, siendo un joven ignorante y analfabeto, no era consciente de las razones por las que se enroló en las filas golpistas. Lo obligaron a ir a pelear, y solo entendió que había que apuntar "a los rojillos". Sin embargo, la investigación del nieto agrega nuevos elementos a la historia. Su abuelo había llegado al grado de capitán de su batallón. Es un grado importante, no es el de un soldado raso. Al investigar los registros de actuaciones de ese batallón, descubrió incursiones por pueblos provinciales, antes, durante y después de la victoria definitiva de los nacionalistas. Recientes investigaciones de historiadores que han salido al rescate de la memoria, descubrieron que por allí hubo asesinatos a sangre fría, fusilamientos de sospechosos, o de familiares de sospechosos, desapariciones y otras crueldades perpetradas por los franquistas. Esos crímenes quedaron soterrados en un sistemático ocultamiento de información por las autoridades, y por el temor de los testigos a contar lo que vieron. Otros registros documentales revelan que las acciones militares del abuelo fueron resaltadas por los altos mandos, como ejemplo de valentía y entrega a la causa. Robles fue condecorado, con insignias conservadas en el baúl de recuerdos familiares. Federico no encontró, en todos los papeles revisados, ni en testimonios (los que pudo conseguir), constancia alguna de arrepentimientos. Tampoco el Capitán Robles contó a la familia sus hazañas o, si las contó, nadie contribuyó a mantenerla en la memoria colectiva. ¿Por qué se ocultaron -o se olvidaron- esos hechos que ahora salen a luz? ¿No deberían las nuevas generaciones considerarlos como hazañas patrióticas de los vencedores, a ser transmitidas al futuro, para destacar el papel de los salvadores de la Patria? Tampoco los más antiguos vecinos del barrio, conocían las peripecias del guerrero. Seis años después de servir, resolvió partir a la Argentina con su mujer e hijos para "hacerse la América", como se decía por aquel entonces.
La responsabilidad se hereda.
Durante su permanencia en España, Federico entrevista a un historiador del lugar, quien agrega una visión de los acontecimientos desde otro ángulo. A su juicio, nadie puede decir "no tengo nada que ver con esto que hicieron mis padres, o mis abuelos. Tenemos que ver con hechos de nuestros antepasados, porque venimos de ahí.".
Esta visión colide con la de descendientes de protagonistas de graves sucesos, que prefieren no recordarlos. Sin embargo, son hechos cuyas derivaciones repercuten en el presente. El pasado oculto, tiene autores y cómplices del ocultamiento. No tenemos por qué rendir cuentas de los acontecimientos, pero tenemos la responsabilidad de saber que esos hechos ocurrieron y quienes y cómo estuvieron involucrados. Y quienes eran y dónde están las víctimas. Conocer los hechos, ubicarlos en el tiempo, por más graves que sean, también es un reconocimiento a las víctimas de esos actos. Al decir de Walter Benjamin, no podemos cambiar la historia tal como aconteció, no podemos devolver la vida a las víctimas, pero los investigadores deberán encontrar una forma de redimirlas de las injusticias, poniendo en claro aquellos hechos. Y entre quienes pueden contribuir a eso, están los propios descendientes de los victimarios. Porque muchos de los sucesos pasados, tuvieron que ver en la conformación del mundo en el que viven, y en sus herencias también deberá constar la responsabilidad de a sus descendientes de saber lo que hicieron.
¿Por qué aceptamos que las herencias (virtuosas o no), incluidas las económicas (fortunas en campos, empresas, cuentas bancarias), reglamentadas por leyes sucesorias, se transmitan a hijos y nietos, y rehuimos de aquellas que puedan significar manchas ignominiosas? Los jardines familiares no solo han sido sembrados de flores y arbustos aromáticos, por nuestros antepasados. También hay malas hierbas, "que envenenan toda huerta", al decir de Atahualpa Yupanqui. Los descendientes pueden contribuir a quitar esas hierbas envenenadas.
Muchos aducen que, si los hijos y nietos son personas honestas, que no infringen la ley, al no estar ligadas con los actos delictivos, no deben ser responsabilizados por lo que hicieron sus predecesores. Federico Robles cuestiona, desde la incomodidad, la historia de su propio pasado familiar, en este caso del abuelo. Somos responsables de saber qué pasó, qué hicieron nuestros antecesores en historias sórdidas, de ataques genocidas, de muertes, torturas y violaciones de derechos humanos. Esa historia tiene que ver con nosotros. Somos un producto de sus vidas y de sus hechos, de todos sus hechos. ¿Cómo podemos saber hasta dónde fueron conscientes de lo qué hacían o dejaban de hacer, si no revisamos ese pasado, si no lo descubrimos y buscamos arrojar luz sobre sus puntos oscuros?
También hubo mucha gente que, aún sin saber ni siquiera firmar su nombre, se negó a participar en acciones crueles, en actos contra la dignidad humana, violaciones, desapariciones, torturas y muertes de prisioneros. Muchos, por esa misma razón, fueron acusados por complicidad y padecieron iguales castigos. Por negarse a denunciar a otros, por sus ideas, o por ser amigos o familiares de "rojillos", ellos también fueron presos, asesinados o desaparecidos. Por su resistencia humana, religiosa, o de filosofía de vida, o por simple solidaridad. Es en ese sentido que la afirmación de que la responsabilidad se transmite por herencia, admite una dimensión crítica y humana. Es más que un cuestionamiento del pasado, también lo es del presente, en este mes en que recordamos a los desaparecidos por causa del terrorismo de estado, crimen sostenido en el tiempo. Quienes cometieron crímenes de lesa humanidad, dejaron un mundo de ocultamientos y silencios, del que participaron familiares, descendientes, amigos cercanos, o integrantes del mismo batallón. Ellos deberían asumir la responsabilidad y, de algún modo, hacerse cargo de la parte que les corresponde como herederos de ese pasado. Federico Robles lo hace, con enorme honestidad, en su documental.
Carlos Pérez Pereira
(*) Este análisis no se hace desde el punto de vista técnico del documental, sino desde el ángulo de un simple espectador.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias