Fútbol y cenizas: Quien las hace las paga

Carlos Santiago

08.04.2014

Desde que quedó zanjada la lucha por el poder en la asociación uruguaya de fútbol (AUF), comenzó a mostrarse una realidad nueva e incontrastable que a la vista de todos quienes nos importa el éxito de nuestros deportistas -especialmente los obtenidos en el fútbol- ha servido para conmover nuestra cotidianeidad.

La única verdad es la realidad
Aristóteles

El fútbol es una actividad deportiva altamente competitiva, apasionante y atractiva,  que no cuenta con muchos elementos más que el esfuerzo de nuestros jóvenes que se enfrentan en un juego vistoso y competitivo.

Desde hace algunas décadas, es también  centro de un negocio multimillonario del que Uruguay no está fuera. Un negocio que está carcomiendo la esencia misma del competitivo deporte que, en lo que refiera a los uruguayos, ha jugado un papel descomunal en la construcción de la identidad nacional.  Esta afirmación  nos hace señalar que especialmente luego del Mundial del año 1950, el  fútbol  formó un basamento sólido que sirvió  para consolidad nuestra uruguayes Claro, sobre elementos algo epidérmicos, de discutible trascendencia. Nos trataremos de explicar.

Cuando se conoció, luego del escándalo de la Tribuna Colombes, la decisión del presidente Mujica de sacar a la Policía del Estado Centenario y del Parque Central, medida a la que se sumó el titular de Nacional, que se lanzó contra la AUF con una argumentación mezquina y más que pequeña, todavía no conocíamos otros hechos que coadyuvaron en la decisión de Bauzá y su equipo, de renunciar a la dirección del fútbol.  Pero luego fuimos conociendo los entretelones y comprendimos que habían triunfado los intereses subalternos, los del negocio y el poder, sobre lo que había sido una conducción ética y exitosa de nuestro principal deporte.

Luego del alejamiento de Bauzá las maniobras, muchas de ellas burdas y contrarias a la claridad con la cual se debe actuar en el deporte, se comenzaron a conocer. Fue evidente que Bauzá había caído porque la empresa Tenfield, dueña de la trasmisión televisiva  de los partidos de los fines de semana, había comenzado a actuar para mantener sus privilegios, apoyada por un grupo de secuaces, encabezados por varios clubes mendicantes , que solo pueden pagar sus cuentas con los préstamos del señor Casal, a quienes se sumó una dirección de la Mutual de Jugadores que, también, jugó sus cartas a favor del monopolio  y, que al día siguiente, en un acto en la gremial de murguistas, mostró a su presidente apoyando al MPP, integrando una nueva agrupación de la que no podía faltar el siniestro personaje, Pato Celeste . Allí se anunció que el Presidente de la Mutual sería candidato a diputado.

Ahí comprendimos la facilidad con que Mujica se subió al carro de los acontecimientos que, por la investidura del veterano primer mandatario, no calificamos como maniobra. Era que Bauzá no era funcional a Tenfield, especialmente luego que trascendiera que antes del mundial, dentro de la inminencia de 60 días, se llamaría a licitación para entregar los monopolizados derechos de la televisación de los partidos de nuestro fútbol.  Y para colmo de preocupación para Casal ya estaba en nuestro país, con estudios propios y contrataciones de periodistas, la empresa Fox Sport, sin duda uno de los más difíciles competidores que tendría Tenfield en la disputa por esos derechos que, obviamente, significan la concreción de un negocio millonario.

Bauzá entendía que el paquete de la televisación del fútbol debía licitarse antes de que comenzara la disputa del Mundial que se jugará en Brasil, porque hasta ahora nuestra selección puede exhibir los lauros obtenidos en Sudáfrica (el 4to puesto), y el título de campeón de América, uno de los éxitos deportivos más notables del presente de nuestro fútbol que pudo salir airoso y galardonado con los laureles de campeón, jugando la final contra la Argentina de Messi, concretando un triunfo deportivo enorme.

El fútbol uruguayo, pese a sus vaivenes, al fenómeno preocupante del negocio de las llamadas barras bravas , las que gracias a la característica de nuestro Poder Judicial, donde la enfermedad del mal llamado garantismo o de la haraganería de más de un fiscal y/o magistrado, son impunes de todo tipo de delitos: agresiones con heridos y muertos, enfrentamientos reiterados con la Policía, destrozos también reiterados de las tribunas del Estado Centenario, robos al público inocente y a los vendedores de refrescos, rotura brutal de los baños, venta clandestina de entradas , trafico de drogas  etc., etc. Podríamos seguir describiendo lo qué está significando este forúnculo malsano que sufre nuestro fútbol, del que muchos de los dirigentes de los clubes son también cómplices, aunque lo nieguen, mirando a otro lado luego de cada barrabasada  de las barras o, en lo que es hipocresía pura,  rasgándose las vestiduras por los hechos brutales que están alejando a los espectadores de las canchas.

Todo acto forzoso se vuelve desagradable, también reflexionaba Aristóteles. Y en verdad, con el corrimiento del lienzo que encubría los intereses mezquinos de  hombres, agrupados en instituciones o empresas,  quedaron en claro apetencias personales insólitas, vinculadas al placer que a algunos les produce la figuración y, eventualmente, el poder. Pero nos preguntamos ¿qué poder se puede tener en este fútbol regido por la empresa Tenfield que tiene en sus manos todos los resortes para hacer que los clubes y los jugadores, atados estos últimos a la ilusión de un pase a algún club de primera línea de otro continente?. Ante cada crisis de poder en el fútbol basta con que la empresa mande a un emisario a una práctica de fútbol, que debe interesarse por algún jugador, para que al implicado le brillen los ojos con esa posibilidad de un pase internacional y los dirigentes presentes se restrieguen las manos ante posibles sumas de dólares que algún día podrían venir.
El poder de Tenfield y sus artimañas es decisivo, cosa que es más que evidente y propio de un país chico, sin mayores recursos, en que el fútbol aparece como una actividad sobredimensionada, en la que se pagan algunos pocos sueldos que son parecidos a los de segunda categoría que se reciben en los países europeos o, desde hace algún tiempo, en la plaza brasileña. Una expresión de poder que no retrocede ante nada, embarcando por ejemplo al Presidente Mujica, en un pedido insólito hecho a su colega Cristina Fernández, intentando que las cámaras de Casal tuvieran su partecita en el fútbol para todos , otro ejemplo lamentable de cómo se utiliza al deporte para el apuntalamiento de las peores causas. ¡Cómo se habrá reído la mandataria argentina ante un Mujica haciendo mandados inconducentes!

Ahora, cinco personajes, del corazón del fútbol, tendrán en sus manos la dirección de la AUF, cinco dirigentes que han demostrado su buena disposición con la empresa que regimienta el deporte. Parecería que ninguno de ellos, aunque desde algunas tiendas se dice lo contrario, se le ocurriría hacer caminar rápido la licitación de la asignación de la TV. El primer candidato a la presidencia de la AUF, presidente de Danubio,  tuvo la debilidad ingenua de afirmar que tenía la idea de seguir los lineamientos de Bauza en cuanto al tema y fue defenestrado sin miramientos. Debió renunciar a su candidatura antes de que se votara.

Luego del esfuerzo de la selección que, luchando contra altibajos en su juego y las alternativas de una preparación que sufre la contingencia de que la mayoría de los jugadores viven en el exterior del país, que tuvo todo el apoyo de la AUF de Bauzá, pudo clasificarse al segundo Mundial que organiza Brasil. Para Uruguay esa clasificación tiene un valor singular y simbólico, porque recordemos en el año 1950, jugamos la final en el estadio de Maracaná con los dueños de casa, y allí Uruguay fue el campeón mundial, obteniendo así su segundo galardón en un juego ecuménico. Nuestra selección hizo historia y, ese triunfo, integró  por siempre nuestro acervo nacional. Muchos todavía se emocionan con aquel partido y hoy gritan los goles cuando los ven en la pantalla, como si fueran actuales. Es qué aquel triunfo deportivo concretado por humildes muchachos, que tuvieron la enorme prestancia de plantarse sin complejos ante un equipo de notable calidad, Brasil, en un estadio que albergó a 200 mil personas. Aquel triunfo de la selección del país más pequeño del continente, haciendo acallar las gargantas de los hinchas brasileños que creían sin ningún tipo de duda, en la victoria de su selección, hizo que nuestra gente se sintiera con un lugar en el mundo.

Los uruguayos por lo ocurrido en el año 1950 fuimos felices por lo que consideramos siempre una hazaña de un grupo de jóvenes que, nos colocó en un lugar privilegiado en el mundo. Claro, después se sumaron los elementos que integran la contracara del éxito y por años vivimos el síndrome de Maracaná , considerando que como el Uruguay no hay y otras grandezas que nos hicieron mucho mal como sociedad.

Por eso, ahora que la cuña de la corrupción se meta otra vez en la dirección del fútbol  (ya tuvimos al señor Figueredo) es un elemento peligroso y negativo. Si la crisis vivida la semana anterior de alguna manera, difícil de medir ahora, afecta el rendimiento de la selección y no se puede pasar la primera  vuelta de la clasificación, las visiones sobre lo ocurrido serán más duras y cortantes.

Es que, ¡quién la hace la paga !

 

Carlos Santiago
2014-04-08T14:29:00

Carlos Santiago

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias