Un médico en la familia

Carlos Vivas; Homero Bagnulo

26.06.2018

Con el aumento en el número de médicos que ejercen en nuestro país es relativamente frecuente que tengamos algún familiar cercano o algo más alejado que disponga de esa formación.

Es indudable que  hay ciertas ventajas de tener un médico en la familia, por ejemplo, puede explicarnos cómo funciona el sistema sanitario, el plan de tratamiento que nos indicaron, nos recomiende que especialista consultar, e incluso que nos consiga una consulta o un examen con mayor prontitud. Pero cuando aparece alguna enfermedad intercurrente, los roles se pueden confundir.

Desde siempre a los médicos se nos dice que no debemos tratar a miembros de nuestra familia. Más aún, el Código de Ética Médica de la Asociación Médica Americana lo deja claramente asentado. Sin embargo, no es inhabitual que el médico se haga cargo de la enfermedad de algún miembro de su familia, sólo o en conjunto con algún otro profesional cercano. Incluso conocemos situaciones en que cirujanos se han hecho cargo de intervenir a miembros de su familia (hijos, hermanos).

También están los casos en que el médico renuncia a su rol profesional y adopta una actitud pasiva, desarrollando lo que Mary Click en una revisión reciente del  Hastings Center, llama "ignorancia deliberada". Es decir, actúa únicamente como familiar evitando toda actuación médica por mínima que esta sea.

Sin embargo, lo habitual es que nos manejemos en una situación intermedia; al decir de dicha autora actuamos como consejeros, traductores, intérpretes, facilitadores y  ocasionalmente, tomadores de decisiones. Muy a menudo es imposible abdicar  de cualquiera de los roles,  de médico o  de miembro de la familia. Aún cuando no sea nuestra intención hacernos cargo del cuidado de nuestro pariente, debemos hacerlo ante deficiencias posibles que los sistemas presentan. Incidirá en esto la relación de mayor o menor confianza que se tenga dentro de la familia.

La literatura médica, no muy abundante sobre el tema, insiste en que las implicancias emocionales de la cercanía familiar pueden dificultar nuestras capacidades cognitivas ya que lo emocional puede interferir con un manejo más racional de las situaciones. De allí la importancia de contar con el apoyo de alguien ajeno, aún cuando tomemos parte de la responsabilidad en la asistencia.  Cada cual debe decidir  el nivel de involucramiento adecuado a la situación planteada. A veces es difícil ser objetivo y separar las decisiones médicas de las situaciones familiares, sin embargo, también los conocimientos, los vínculos y la cercanía, pueden ayudar a nuestros familiares a enfrentar la situación y por tanto es necesario disponer de esos recursos. Como bien dice la autora es necesaria una negociación del nivel de involucramiento cuando se es el médico de la familia.

Por su parte, los psicólogos sociales han aportado su visión respecto a cuáles serían los mecanismos socio-afectivos que llevan a que un médico atienda a un familiar. Los motivadores más conocidos son: la teoría del intercambio social, la aplicación de técnicas de persuasión, la conformidad, la necesidad de reconocimiento y la teoría de la afinidad.

 La teoría de del intercambio o reciprocidad social propone que entre dos o más individuos que interactúan en una sociedad libre, se establece el sentimiento de la obligación de devolver siempre un favor recibido al tiempo que se tiende a evitar el enojo que puede ocurrir en caso de negarse a retribuir dicho gesto. La percepción de la inequidad a la hora de apoyar a un familiar lleva al deterioro de la calidez de la relación afectiva. Por su parte la persuasión puede ir desde pedir un pequeño favor que seguramente será aceptado (solicitar la toma de la presión arterial) sabiendo que esto aumentará la posibilidad de que el pedido de un favor de mayor importancia también sea aceptado (pedir que le inicie un tratamiento medicamentoso); otra presentación social de la persuasión consiste en pedir de inicio un favor muy grande, ( solicitar una receta de un psicofármaco) sabiendo que seguramente será rechazado y a continuación pedir un favor muy sencillo (que le explique el resultado de un examen de orina) sabiendo que es seguro que el médico lo complacerá. El principio de conformidad, esto es, la necesidad de ser reconocido y la teoría de la afinidad inciden en la relación médico-familiar mediante la presión social. La conformidad existe en todos los grupos sociales y explica la tendencia del individuo a seguir a la mayoría en sus creencias, comportamientos y actitudes. Así, si un médico trabaja en un entorno en el que la mayoría de sus colegas atienden a sus familiares, él se verá llevado a actuar del mismo modo.

La necesidad de reconocimiento expresa el deseo básico de todo individuo de sentirse querido y valorado por sus familiares facilita el hecho de que un médico  acceda  gustoso a tratar a un familiar.

Por último, la teoría de la afinidad propone que la predisposición a acceder a cumplir con un favor está en función directa del grado de simpatía que exista entre el médico y el familiar que le pida el favor.

Pensamos que es valioso que todo médico que se plantea atender a un familiar  tenga  en cuenta los consejos del Dr. Erik K. Fromme, de la Universidad de Oregon:

  1. ¿Tengo los conocimientos necesarios que requiere mi familiar?
  2. ¿Me siento preparado para llevar a cabo una historia clínica que devele los aspectos más íntimos de la vida de mi familiar?
  3. ¿Soy capaz de transmitirle una mala noticia?
  4. ¿Puede que mi intervención genere conflictos familiares?
  5. ¿Cuál es la probabilidad que mi familiar acceda a adherir al tratamiento que le propondré?

Homero Bagnulo y Carlos Vivas
2018-06-26T07:41:00

Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas