¿Un médico en la familia prolonga la vida?

Carlos Vivas; Homero Bagnulo

04.04.2019

Como ya hemos visto en varias columnas previas, la deprivación económica implica peor salud desde el nacimiento, con adultos más enfermos y con una mortalidad más temprana.

Las   diversas medidas de la situación socioeconómica (SSE) de diferentes poblaciones, muestran que la educación, la clase social a la que se pertenece y los ingresos, determinarán una estrecha relación con el capital en salud de las personas. Sin embargo, se ignoran los mecanismos subyacentes por los que la SSE y la salud están relacionados. Se han propuesto diferentes condiciones, desde el capital genético a diferencias en los comportamientos en cuanto a la dieta, la actividad física, la utilización de los recursos en salud, etc. También se ha planteado reiteradamente que los peores trabajos, con mayores actividades manuales y mayor estrés, puedan contribuir a la menor sobrevida. La vivienda en áreas con mayor polución, fundamentalmente en grandes ciudades, pudiera también determinar parte de esta realidad. Los agentes sanitarios hemos interpretado reiteradamente a estas diferencias como vinculadas a las peores condiciones de tratamiento de las enfermedades crónicas y a déficit en las coberturas y la accesibilidad.  Pero todos estos son explicaciones teóricas de un hecho real; la contribución de cada uno de los factores antes mencionados y mismo la posible existencia de otros, no ha sido adecuadamente demostrada.

De allí el interés de un trabajo reciente, realizado por los Dres. Y. Chen, P. Perssion y M. Polyakova del Departamento de Políticas e Investigación en Salud de la  Stanford University y que fuera promovido por el National Bureau of Economic  Research, publicado  en febrero 2019. Los datos que los autores dispusieron provienen de registros administrativos suecos sobre la población de este país, reconocido por la excelencia en sus registros de datos y la cobertura universal de su sistema sanitario. Esto les permitió medir el acceso de los individuos a personas de su familia que tenían formación sanitaria (médicos o nurses). Su hipótesis de trabajo es que si en la familia extendida, las personas pudieran acceder a algún profesional con formación sanitaria, este hecho mejoraría su "inversión" en su propio capital en salud y, por tanto, se debería observar una mejor salud y posiblemente una menor mortalidad entre los que acceden a dichos técnicos en relación a quienes no disponen de dicho beneficio.  

Los resultados que estos autores comunican son impactantes: la familia extendida (abuelos, padres, hermanos, hijos, primos, cuñados, suegros) se benefician en múltiples aspectos de la presencia de un agente sanitario en la familia. Disminuyen las afecciones claramente vinculadas al estilo de vida y mejora la adhesión a la medicación.  Por ejemplo, 8 años después de la matriculación de un estudiante en la facultad de medicina, los familiares de edad más avanzada presentaron un 3% menos de posibilidades de un ataque cardíaco y presentaban un 27% de mayor adherencia a la medicación cardiovascular. En los familiares adolescentes presentaban un 20% más de adhesión a alguna vacuna y los niños tenían menor número de días de ingresos hospitalarios.

Comparando a aquellas familias que tenían un médico en ellas, con las que tenían un abogado, encontraron que tener un médico llevaba a un 10% de reducción en la mortalidad a los 25 años después de la matriculación del mismo. Lo que se acompañó de una sustancial menor frecuencia de ataques cardíacos, diabetes y cáncer de pulmón. Tales efectos fueron apareciendo gradualmente, lo que habla de mejoras en los comportamientos en salud a lo largo del tiempo. Pero lo más importante en nuestra opinión del trabajo realizado es que estos efectos aparecen más pronunciados en los grupos con menor distribución de ingresos, sugiriendo que estas son las familias que se benefician más en disponer en su seno de alguien con formación sanitaria. La trasmisión intrafamiliar de conocimientos y recomendaciones sobre los comportamientos sanitarios, muy posiblemente incremente las inversiones en estrategias de prevención e induzca cambios en las conductas, los cuales por ser de bajo costo y altamente efectivas, explican los hallazgos.

Finalmente los autores consideran las razones por las que la presencia de un profesional sanitario mejora la salud de los miembros de su familia. Descartan que esto pueda vincularse a un efecto "ingreso económico", en el sentido de que la economía de estas familias podría haber mejorado a punto de partida de la mejora económica de uno de sus integrantes. No parece ser este el caso, ya que no es razonable pensar que familiares más alejados (primos, cuñados) accedan a beneficios económicos. Además en la misma situación de acceso a un título de abogado, no determinó mejores resultados en salud pese a una similar mejora en el ingreso de un miembro de la familia. 

Otra explicación posible, se vincula a un mejor acceso al cuidado que el profesional sanitario pudiera facilitarle a su familia.  Esto es lo que hoy se reconoce como "capital social" y que forma parte de los determinantes sociales de la salud y que consideraremos con mayor profundidad en una futura columna. Se distingue por tanto entre el acceso a los canales de cuidado del acceso al consejo brindado por expertos. Ambos en principio coexisten pero tienen implicancias diferentes. Así, el acceso a los canales de cuidado implica ocupar un lugar que afecta la disponibilidad de los recursos sanitarios, mientras que el consejo de quien esta vinculado familiarmente, es un aporte que integra el capital social de esa familia.  Importa destacar que esta mejora relatada se guía por decisiones que los individuos hacen en el trascurso de su vida, lo que es diferente a las acciones que el personal sanitario realiza dentro de los sistemas de salud. Dieta, ejercicio, abstinencia del tabaco y otras adicciones, mayor adhesión a tratamientos con fármacos de bajo costo y fácil acceso mejoran la salud de las personas sin que esto determine una sobre carga a los sistemas sanitarios; por el contrario disminuyen las demandas.

De los datos que los autores obtienen de su investigación en el sistema sanitario sueco, deducen que la accesibilidad a quien pueda brindar consejo experto en temas sanitarios, determinaría hasta un 18% del gradiente en salud vinculado a la situación socio económica. Por supuesto todos estos datos se refieren a una sociedad específica, la sueca, con sus admirables avances, a pesar de lo cual como los autores destacan persisten inequidades. Resultaría del mayor interés conocer datos de países que no han alcanzado esos niveles de desarrollo. Mientras esperamos esos datos nos pareció interesante informar a nuestros lectores de estos hallazgos, para que obtengan el mayor beneficio posible de los miembros de su familia que tengan formación sanitaria. Y solicitarle a los colegas, la mejor disposición para escuchar y educar en temas sanitarios a los integrantes de su propia familia.

Homero Bagnulo y Carlos Vivas
2019-04-04T08:06:00

Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas