La duración de la consulta como indicador de calidad en la atención sanitaria

Carlos Vivas y Homero Bagnulo

19.06.2018

Un reclamo reiterado a lo largo de décadas en nuestro medio por parte de diferentes colectivos médicos  ha sido lo concerniente a la duración de la consulta.

Encuestas realizadas en diferentes países muestra el descontento que existe en lo referente al tiempo disponible para atender cada paciente, ya que se insiste en que  la menor disponibilidad temporal, compromete seriamente el cuidado que se ofrece. Además aumenta  el estrés  de los  médicos, especialmente en aquellos que son más lentos a la hora de  brindar la atención necesaria a sus pacientes.

Pese a la importancia del tema son muy pocos los estudios que  lo  analizan en profundidad. Por eso resulta de gran importancia la revisión recientemente publicada en  BMJ Open
 (G Irving; A L. Neves y otros; 2017, noviembre 8). Los autores identifican 179 estudios provenientes de 67 países y publicados en diferentes  idiomas (inglés, chino, japonés, español, portugués y ruso); cubren más de 28 millones de consultas, mayormente provenientes del primer nivel de atención.

El análisis de estas publicaciones mostró que la duración promedio de las consultas varía enormemente entre los diferentes países, siendo sus extremos, 48 segundos para Bangladesh y 22,5 minutos en Suecia. En 15 países que representaron aproximadamente la mitad de la población mundial,  las consultas duraron menos de 5 minutos y en otros 25 duraron entre 5 y 10 minutos. O sea que de los 67 países, en 40 las consultas realizadas  presentaban una duración menor a los 10 minutos. Únicamente en 16 países el tiempo de consulta fue superior a los 15 minutos.

Dado que las publicaciones abarcaron 70 años (1946 - 2016), de algunos países existen datos a lo largo de este período y  se pudo comprobar que en países desarrollados (Estados Unidos, Reino Unido) el tiempo dedicado a las consultas se ha ido incrementando. No sucede lo mismo en países de bajo y mediano ingreso, en los que posiblemente debido al  crecimiento de la población y la falta de personal sanitario suficiente, ha determinado una sobrecarga asistencial con el consiguiente acortamiento de los tiempos en las consultas.

Importa destacar que si bien algunas revisiones sistemáticas no han hallado evidencias que permitan asegurar que el aumento en la duración de las consultas determina un beneficio directo a los pacientes, sí existen evidencias que consultas de mayor duración mejoran la promoción de la salud, la calidad de las historias clínicas, el diagnóstico de enfermedades mentales (especialmente la depresión), y la calidad de vida de pacientes con enfermedades crónicas. Por el contrario consultas más cortas se han visto asociadas a mayor prescripción de fármacos y sobreutilización de antibióticos.

En la revisión ya  citada, los autores  destacan la dificultad que existe en  medir el tiempo que se dedica a los pacientes;  no alcanza con dividir la duración de la consulta entre el número de pacientes, puesto que se deben restar los tiempos dedicados a tareas administrativas y demás situaciones que puedan retardar el encuentro entre médico y paciente.

El estudio también aporta otros datos de sumo interés. Muestra así una relación estadísticamente significativa entre la duración de la consulta y el gasto per cápita en salud. También con el PBI per cápita. En otro dato de gran importancia se  vincula en forma directa el número de médicos de atención primaria a la duración de la consulta. También se halló una asociación entre la duración de la consulta y la satisfacción de los médicos con su ejercicio profesional y lo mismo sucedió en relación  al burnout. Muy importante resulta la reducción en los ingresos hospitalarios de pacientes diabéticos en los países con mayor duración de la consulta.

Sin embargo otras asociaciones que esperaríamos encontrar no fueron confirmadas: no se encontró relación entre la duración de la consulta y la satisfacción de los pacientes, tampoco entre el número de tests diagnósticos solicitados por el médico y los minutos dedicados a la atención de un paciente. Siempre se ha insistido  que una mayor duración permitiría una mejor comunicación y por tanto la disminución en la solicitud de exámenes innecesarios, objetivos que no pudieron ser confirmados por esta revisión. Tampoco se pudo demostrar una reducción en el número de consultas en el año para aquellos países con mayor duración de la consulta. Esto pudiera explicarse por una mejor accesibilidad. Tampoco se pudo documentar que el aumento del tiempo de atención se reflejara en un menor número de consultas en la emergencia.

Los autores insisten  que en consultas menores de 5 minutos es imposible brindar una adecuada atención al paciente. Este límite solo puede permitir la repetición de prescripciones, la derivación hacia áreas o especialistas que solucionen en forma adecuada los problemas del paciente o la detección de un problema muy evidente y hacia el cual esté orientada la consulta.

Es probable además, que una breve duración promedio  de las consultas constituya una medida adecuada de la pobreza de un país o una región, reafirmando así  una vez más el cumplimento de la ley  del cuidado invertido.

Es muy importante que  nuevas investigaciones aporten datos relevantes que no han podido ser extraídos en esta  publicación, a saber: si existen diferencias en la duración de las consultas entre áreas rurales y urbanas y entre prestadores  públicos y privados. También importaría  conocer los resultados vinculados a pacientes con  enfermedades crónicas y  en aquellos que presentan asociación de varias afecciones.  Se pude presumir que  algunas afecciones requieren una mayor duración de la consulta que otras, lo que ha sido ya documentado para el caso de la depresión.

Se debe tener en cuenta que como bien se destaca en el artículo, si se incrementa el número  de médicos de atención primaria, es muy posible que se obtenga una mayor duración promedio de las consultas. También se debe considerar que el llenado de la historia clínica electrónica puede restar parte  del  tiempo que se dedica a la relación con el paciente, por lo que  es necesario arbitrar soluciones a ese respecto. Experiencias recogidas en el Reino Unido señalan que los campos obligatorios que se deben llenar en la historia clínica ocupan casi el 40% del tiempo que tiene asignado un médico para atender a un paciente. De este modo la tarea burocrática provee a los gestores de datos que muchas veces no son significativos, al tiempo que entorpecen la comunicación asistencial pues el médico debe repartir su atención y su tiempo entre el monitor y el paciente.

Indudablemente  el tiempo medio de la consulta es una medida de la calidad que ya está siendo utilizada por la Organización Mundial de la Salud y la Red Internacional para el  Uso Racional de Fármacos. También en nuestro medio y en el marco de las actuales reformas, este parámetro debería ser comunicado en forma periódica, pero tomando en cuenta que no alcanza, insistimos, en dividir las horas de consulta por el número de pacientes, ya que hay   "tiempos muertos" muy variables.  Tal vez una mayor duración en los tiempos de consulta pueda aportarnos un buen indicador de mejora en la calidad de las prestaciones  médicas que la población recibe.

Homero Bagnulo y Carlos Vivas
2018-06-19T07:20:00

Dres. Homero Bagnulo; Carlos Vivas