¿Cuándo dejamos de ver la vida con ojos prístinos?
Carmen Blanco Catenaccio
10.09.2021
Un día la vida se nos torna monótona, achatada, carente de estímulos o simplemente ordinaria. nos damos cuenta que los individuos, entre los que nos encontramos, transcurren por la existencia sin existir suficiente.
Vamos descubriendo que los tiempos han cambiado, y que ahora todo es ligero, líquido y debe estar listo para ser soltado sin demasiado dramatismo. Está de moda el no querer apegarse. El buscar grandes cosas y olvidarse de las pequeñas, cuando las pequeñas, las diminutas gotas de cada instante, son las verdaderas y únicas formas de ser y estar en el mundo viviendo, tomando de cada segundo el néctar de la vida que nunca volverá.
Ahora todos carecen de tiempo para estar con la familia, porque hay que trabajar, porque con un mensajito alcanza. Y para los cumpleaños ya no llamamos a los amigos -¿para qué?- si tenemos el WhatsApp. Ya no existen los teléfonos de línea en las casas, entonces dejamos de conversar con los amigos, los familiares, y tras el anonimato del celular que sí delata al que llama, dejamos para después. Después contesto, después te llamo, o no. Da lo mismo.
¿Cuándo dejamos de necesitar y dar la palabra y la escucha a nuestros afectos?
Las relaciones amorosas se han vuelto distantes, obsesivas por un lado, controladoras, pero con pocas ganas de compromiso, y de formar familias. Parece que no es bueno mirar al ser que tenemos al lado como el sujeto de nuestro Amor y declararle que nuestra vida es mucho más rica en su compañía y que quisiéramos que sintiera lo mismo y que funcionara para siempre. Sin embargo, está de moda renunciar ante el menor inconveniente, bajar los brazos y soltar. Callarse y no decir nada.
Está de moda alejarse de esa persona aún cuando te encantaba tanto porque se te cruza otra que te puede hacer sentir cosas nuevas, aunque tu cabeza te diga que no va a durar mucho, pero es que hay que vivir el momento! ¿Y cuándo dejamos ver que después de mañana hay otro día y que el miedo de sentir de verdad no puede llevarnos a la búsqueda desenfrenada de sensaciones?
¿Cuándo fue que dejamos de mirar a los ojos a los que tenemos al lado amándonos para entrar en esa irrealidad de mirar a través de una pantalla, con el brillo y el misterio de la computadora, pero sin la luz y la simpleza de la vida?
¿Cuándo fue que decidimos que invertir el tiempo en una persona, más allá del placer, conocer más y más sus misterios, besarla cada vez con un amor nuevo aún en sus heridas o defectos para ayudarla a sanar, acariciar de manera profunda con verdadera com-pasión ,se convirtió en un milagro casi imposible, porque es mucho más redituable el gozo de una noche, de unos minutos? O simplemente el egoísmo.
¿Cuando dejamos la solidaridad por la individualidad? ¿Cuándo dejamos de ver en los ojos del desvalido nuestra propia cara? ¿Cuándo dejamos de luchar por las causas sociales? ¿Cómo es que dejamos que los niños jueguen con teléfonos en vez de jugar con otros niños? ¿Desde cuándo nos acostumbramos a mandar tantos abrazos de palabra y dejamos de abrazarnos fuerte para demostrar nuestra entrega de amor a todo el que esté dispuesto a dárnoslo?
¿Cómo es posible que los que expresan sus sentimientos sin tapujos, ríen. a carcajadas o lloran cuando lo necesitan porque se emocionan o sienten tristeza, sean mirados raro; mientras que los que se mantienen en la compostura de la cara de póquer son tomados como las personas más correctas?
¿Cuándo dejamos de disfrutar de las vacaciones, los viajes, y los paseos a lugares maravillosos, y nos perdimos de contemplar la maravilla que nos rodea, sentir aromas, escuchar sonidos, dejarnos llevar por el instante supremo, para sacar fotos y videos por cientos que probablemente se pierdan porque ni siquiera se respaldan en nada material?
Díganme antigua, piénsenme arcaica, pero muchas veces recuerdo aquello que los Formalistas Rusos llamaban el fenómeno del "Extrañamiento". "Shklovski sostenía que la cotidianidad hacía que se "perdiera la frescura de nuestra percepción de los objetos", hacía de todo algo automatizado. Como salvador de ese medio alienado por la automatización, hace entrada triunfal el arte. Su técnica de salvación consistiría en hacer extraños los objetos "crear formas complicadas, incrementar la dificultad y la extensión de la percepción, ya que, en estética, el proceso de percepción es un fin en sí mismo y, por lo tanto, debe prolongarse". Como se ve, el extrañamiento no afecta a la percepción, sino a la presentación de la percepción. Al proceso de representación, Shklovski lo denomina "revelar una técnica"." Algo parecido a la desautomatización.
¿Será posible que la pandemia nos sacuda lo suficiente como para desautomatizarnos y lograr que volvamos a verlo todo como cuando fue creado?
Yo lo deseo con verdadera ilusión.
Carmen Blanco Catenaccio es Prof. de Literatura, Lic. en Educación, Post grado en Gestión de Centros Educativos.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias