Cavilaciones de un trabajador (II): El talón de Aquiles de quienes viven de su trabajo: el salario. Carlos Grau Pérez
03.07.2025
Siempre hay cuatro lados en una historia: tu lado, su lado, la verdad y lo que realmente sucedió
El día anterior Juan había estado reflexionando acerca de la amenazante espada de Damocles que pende sobre el empleo (1). Hoy retomó sus cavilaciones, pero su centro ahora era otro, comenzaron a girar en torno al talón de Aquiles de quiénes viven de su trabajo. Tener un empleo le permite contar con un ingreso mensual seguro, pero eso no le garantiza contar con el poder adquisitivo suficiente para vivir sin sobresaltos.
Una encuesta acerca de capacidades financieras de los hogares realizada recientemente en nuestro país le indicaba que su situación no era excepcional (2). El 36% de los encuestados declaró estar totalmente de acuerdo con la siguiente afirmación, "apenas me alcanza mi ingreso y el de mi hogar para sobrevivir". Juan no pudo dejar de pensar que mal de muchos es consuelo de tontos.
Le vinieron nuevamente a la cabeza las preguntas que se había formulado la noche anterior: La búsqueda de reducir la inflación mediante una política monetaria contractiva, ¿favorece a los trabajadores? ¿La desindexación salarial mejora el poder adquisitivo de los trabajadores? ¿Para lograr el mismo objetivo, no podría plantearse des indexar los ingresos de las empresas que son quienes fijan los precios? ¿La implementación de un IVA personalizado incrementaría el poder adquisitivo de los trabajadores? ¿No existe margen para modificar el diseño actual del IRPF con el objetivo de mejorar la situación de los trabajadores? ¿Los futuros aumentos salariales no deberían favorecer en mayor medida a quienes reciben salarios más bajos?...
En determinado momento se dio cuenta que en todas sus preguntas la preocupación estaba centrada en la situación de los trabajadores, soslayando el vínculo contractual, no exento de conflicto, que surge de la transacción en la que se intercambia fuerza de trabajo por dinero. Un economista dijo alguna vez: "Una transacción económica es un problema político resuelto. A lo largo de milenios hubo que desarrollar miles de hábitos de comportamiento y leyes para establecer la naturaleza y las minucias de los derechos de propiedad antes de que pudiéramos comprar y vender, en lugar de que cada uno tomara lo que quisiera si era lo bastante fuerte". (3)
Recordó entonces que en sus inicios una característica definitoria del capitalismo era que el trabajo utilizaba bienes de capital de propiedad privada que estaban bajo el control de su propietario recibiendo a cambio un salario por producir bienes y servicios que se venden para obtener beneficios. En esa transacción el trabajador aporta su fuerza de trabajo, recibiendo a cambio un pago no sujeto a los vaivenes propios de la actividad económica. El riesgo que éstos generan es absorbido por la empresa. La declaración de la conferencia de Filadelfia de la OIT del año 1944 le hizo valorar la importancia que tiene no confundir el ser con el deber ser, "La Conferencia reafirma los principios fundamentales sobre los cuales está basada la Organización y, en especial, los siguientes: (a) el trabajo no es una mercancía..."
No obstante, reflexionó, en la actualidad se observan otros tipos de vínculo contractual que conviven con el descrito previamente, aunque para Juan todos comparten una misma lógica unificadora, "faire de l'argent avec l'argent" (hacer dinero con el dinero).
En el marco de estas nuevas formas de contratar fuerza de trabajo, entre las que se destaca las que existen en la denominada economía de plataformas, el trabajador aporta tanto la fuerza de trabajo, como el capital necesario para desarrollar su tarea. Los conductores de UBER aportan el vehículo con el que trabajan. Los que trabajan en servicios de delivery aportan el medio de transporte que utilizan para realizar sus entregas. Son los propietarios de las viviendas los que ofrecen servicios de alojamiento a través de Airbnb...
Esta nueva forma de contratación, además de estar expandiéndose en el mercado de trabajo, está generando cambios que lo trascienden. Juan llegó a esta conclusión después de leer la siguiente noticia de la BBC: "El alcalde de Barcelona, anunció planes para prohibir los alquileres temporales en la ciudad a partir de noviembre de 2028. La decisión se tomó para resolver lo que se describió como el mayor problema de Barcelona; una crisis de vivienda que ha dejado a residentes y trabajadores fuera del mercado inmobiliario por el aumento en el precio de los arriendos. Barcelona no es la única ciudad que está imponiendo severas restricciones -o hasta prohibiciones- a los alquileres temporales. Berlín ya había prohibido los Airbnb y los arriendos temporales en 2014, permitiéndolos nuevamente en 2018 bajo estrictos controles. En muchas ciudades costeras de California, los arriendos temporales están prohibidos o altamente controlados".
En este tipo de modalidad contractual es el trabajador quien, además de aportar el capital con el que trabaja, asume el riesgo que implica no tener un ingreso asegurado. A esto se le suma la despersonalización del proceso de toma de decisiones de la empresa. Estas quedan en manos de algoritmos, que sustituyen la supervisión humana, sustituyen a la persona con quien pactar turnos, sustituyen el contacto personal con la empresa. En este esquema no le es posible al trabajador demostrar su propio esfuerzo a un jefe para negociar un aumento o un ascenso. Son los algoritmos los que realizan la gestión diaria de la empresa. Un problema no menor es que si bien los algoritmos operan en muchos aspectos como patrones, no se hacen cargo de realizar aportes a la seguridad social. Se preguntó Juan: ¿no configura esto una importante espada de Damocles al financiamiento de la seguridad económica en la vejez? Y pensó que el único límite para nuestra comprensión del mañana son nuestras dudas del presente.
Juan se encontraba un poco apesadumbrado, sentía que los cambios que observaba en el mercado del trabajo no eran buenos augurios, cuando escuchó una noticia que le cambió el ánimo. Se anunciaba una política monetaria contractiva con el fin de reducir la inflación: "Cada punto (de inflación) vale para proteger el poder adquisitivo, el bolsillo, el bienestar de los uruguayos, sobre todo el de los más vulnerables.". Juan se sentía parte de estos últimos y escuchar hablar de proteger su poder adquisitivo, era un buen augurio para su menguado bolsillo. La noticia le generó una inflación de expectativas positivas que acicatearon sus cavilaciones.
Inflación e incertidumbre
Entusiasmado con la noticia empezó a buscar más información. Como fundamento para reducir la inflación se encontró con esta afirmación: "Sin previsibilidad, no hay inversión, no hay contrataciones; con miedo a la incertidumbre, no hay energía que se libere para que los uruguayos puedan perseguir sus aspiraciones, sus proyectos".
La lectura le recordó que cuando era estudiante había leído acerca del principio de incertidumbre en un curso de física. Su profesor había planteado que, si bien en la vida cotidiana es posible calcular la velocidad y posición de un objeto en movimiento con la precisión deseada, en el mundo de las partículas estudiado por la física cuántica, eso no es posible. Formulado por el premio Nobel Werner Heisenberg, el principio de incertidumbre establece que no podemos conocer con perfecta precisión la posición y la velocidad de una partícula, como un fotón o un electrón; cuanto más precisamos la posición de la partícula, menos sabemos sobre su velocidad y viceversa.
Asoció, entonces, la dificultad para conocer con precisión la posición y velocidad de una partícula con la de poder anticipar los futuros precios de la economía. Además, le pareció lógico que la existencia de incertidumbre así entendida, pueda incidir en las decisiones económicas, seguramente, postergando las de consumo duradero y las de inversión. Particularmente, cuando quienes las toman son aversos al riesgo. Es plausible cavilaba Juan, que los agentes económicos piensen que como dice la canción, "y la lluvia caerá, luego vendrá el sereno... el mundo está cambiando y cambiará más", y esperen ese momento para tomar decisiones que involucren consumo duradero e inversión.
No obstante, le surgió la duda de si lo que genera incertidumbre es el nivel de inflación o su azarosa variabilidad. Juan entendía que todo fenómeno tiene una causa, siendo el azar una medida de nuestra ignorancia. Se dio cuenta que se estaba yendo por las ramas y siguió con su razonamiento. Saber que la inflación será con certeza del 10%, desde el punto de vista de la incertidumbre, ¿no es lo mismo que saber con certeza que será del 4%? La respuesta sería la misma, se preguntó, si en lugar de 10% la comparación fuera con una inflación de 100%.
Eso lo llevó a pensar que quizás el nivel de inflación y su azarosa variabilidad estuvieran asociadas. Más concretamente, ¿no aumentará la incertidumbre al aumentar la inflación?, se preguntó.
Para responder la pregunta construyó un indicador de incertidumbre a partir de las proyecciones de inflación que destacados economistas o consultoras aportan mensualmente al Banco Central del Uruguay (BCU). Su premisa era que a mayor variabilidad en las expectativas de los analistas, mayor es la incertidumbre. (4)
Juan era consciente que su razonamiento era simple, pero eso para él, al igual que para el fraile Ockhman, podía ser un mérito (5). Pensaba que puede aplicarse a lo simple lo mismo que vale para lo breve. Él solía decir, lo bueno si es breve, es doblemente bueno.
Calculó entonces la variabilidad de las expectativas empleando el coeficiente de variación de las proyecciones de inflación de los analistas que publica el BCU. Al analizar su evolución en el período 2004-2025, (ver gráfico siguiente) se encontró con la existencia de dos momentos de elevada incertidumbre, los años posteriores a la crisis de 2002, y el año de la pandemia del COVID-19, lo que le pareció lógico.
Otro hallazgo fue constatar que, en los últimos años, a pesar de la disminución de la tasa de inflación, la incertidumbre fue similar a la que existió en años previos cuando las tasas de inflación fueron mayores.
Si bien no estaba seguro de la capacidad explicativa de su indicador, le pareció que constituía una primera evidencia de que la relación entre incertidumbre e inflación no se puede explicar empleando un esquema simple de causa efecto, sin tener en cuenta otras consideraciones.
La relación que existe entre las variables macroeconómicas pensaba Juan, se asemeja a un juego de billar donde un movimiento de una de las bolas genera múltiples movimientos en las restantes, las que a su vez generan otros movimientos. Esta sumatoria de movimientos aparentemente azarosos, al igual que lo que sucede con las partículas dentro de un gas, puede trasmitir la imagen de caos, aunque quizás esa imagen sea consecuencia de nuestra incapacidad de entender las regularidades subyacentes en esa sumatoria de movimientos.
Juan no estaba seguro de la pertinencia del indicador que había empleado. Entendió necesario seguir indagando sobre el tema y encontró afirmaciones que le hicieron dudar: "la incertidumbre acerca del valor futuro de la tasa de inflación es probable que aumente cuando aumenta la tasa de inflación". (6) Sin embargo, su indicador no mostraba eso.
Siguió buscando información y encontró un estudio en el que se comparaba para 17 países industrializados la tasa promedio de inflación de cada país entre 1951 y 1968 con su variabilidad (7). En este trabajo se mostraba que la variabilidad crecía con la tasa de inflación. Juan pensó que quizás tomar un conjunto más amplio de países, un período de tiempo más cercano en el tiempo y más extenso podría ser una buena idea.
Decidió entonces avanzar en esa dirección. Tomó un conjunto de 103 países para el período comprendido entre 1981 y 2023 y realizó un ejercicio similar. El resultado que obtuvo no permite afirmar que la variabilidad aumente con el nivel de inflación (ver gráfico siguiente).
La evidencia que había obtenido le generaba dudas acerca de si el beneficio esperado con una política contractiva no generaría un sacrificio mayor. Particularmente, en un contexto en el que el crecimiento está planteado como el corazón de la política económica. Quizás sea necesario, caviló Juan, distinguir los efectos de corto plazo, en el que predominarían los costos de la política contractiva, del largo plazo, en el que predominarían los beneficios.
Es de esperar pensaba Juan, que en el largo plazo, el actual esfuerzo genere sus frutos, aunque como alguien dijo alguna vez en el marco de discusiones de este tipo, en el largo plazo todos estaremos muertos.
Tasa de interés y poder adquisitivo
A Juan su experiencia personal le permitía identificar un vínculo directo entre la tasa de interés y su poder adquisitivo. En algunos meses parte de su consumo lo tiene que financiar endeudándose, lo que le genera un costo adicional, el pago de intereses. Así su consumo se encarece lo que le genera una pérdida de poder adquisitivo.
Como Juan no tenía una visión juancéntrica del universo, se preguntó acerca de la singularidad de su situación. Apunto su esfuerzo a encontrar evidencia acerca las pautas de consumo de los hogares de nuestro país. Encontró la información que estaba buscando en la última encuesta disponible acerca del gasto e ingreso de los hogares elaborada por el INE. De esta surge que, en los hogares del primer quintil, es decir en el 20% de hogares con menor ingreso per cápita, el consumo excede su ingreso en 11,8%. Es decir, en estos hogares se observó lo mismo que le pasaba a él, para poder financiar los gastos de consumo del mes les fue necesario acceder al crédito y, por tanto, pagar intereses.
Si bien en Uruguay no existe como en Estados Unidos la figura de la quiebra de las personas físicas, la acumulación de deudas en los hogares de menores ingresos, les puede generar situaciones de severa insolvencia.
A Juan el tema del endeudamiento de los hogares derivado del crédito al consumo le resultó importante y siguió indagando. Encontró, entonces una investigación en la que se afirmaba: "Nuestros resultados revelan que las personas vulnerables presentan un riesgo de impago significativamente mayor que la población no vulnerable. Aportamos pruebas empíricas de que los tipos de interés son cruciales, ya que explican aproximadamente el 30% de la brecha de impago de los individuos vulnerables y el 40% de la de los individuos altamente vulnerables". (8)
No obstante, en declaraciones oficiales se justificaba la política del BCU de subir o mantener altas las tasas de interés como mecanismo para proteger el poder adquisitivo de los más vulnerables. Mantener altas las tasas de interés, se decía, generaría una caída en la inflación y como consecuencia se beneficiarían aquellas personas cuyos ingresos no están adecuadamente indexados a la inflación. Además, en el futuro como consecuencia de la reducción de la inflación bajarían las tasas de interés.
Se preguntó si no aplica en este caso aquello de que a veces el remedio puede ser peor que la enfermedad. O quizás, pensó, aplique la necesidad de tener en cuenta, como ya consideró previamente, que los resultados que se obtienen con una política económica en el corto y en el largo plazo puedan ser diferentes. Recordó entonces que el mismo profesor de física que le había enseñado el principio de incertidumbre, hablando del movimiento mencionó la paradoja de Aquiles, el del talón, y la tortuga plateada por el griego Zenón de Elea, quién descreía de la existencia del tiempo.
La paradoja plantea una hipotética carrera entre Aquiles, apodado el de los pies ligeros, y una tortuga. Dado que Aquiles es mucho más rápido que la tortuga, antes de empezar se decide darle una ventaja a esta última dejándola salir antes. Aquiles recién saldría cuando la tortuga haya recorrido sus primeros cien metros. Cuando esta llegue a sus primeros cien metros Aquiles comenzará a competir, pero mientras llega a sus primeros cien metros la tortuga ya habrá avanzado unos metros más. Cuando Aquiles recorra esos metros, la tortuga ya habrá nuevamente avanzado otros metros más. Zenón entonces afirmaba que Aquiles no va a alcanzar en ningún momento a la tortuga. Juan entonces pensó que quizás se podría aplicar esta paradoja al vínculo que existe entre el corto y el largo plazo al analizar el resultado de una política económica, asociando al primero con Aquiles, y al segundo con la tortuga (9).
No se pude estar en la misa y en la procesión al mismo tiempo
La estrategia para combatir la inflación seguida por la autoridad monetaria consiste en última instancia en evitar que un incremento en la demanda tonifique la suba de precios. Se trata de que, con una tasa de interés elevada, se reduzca el consumo y la inversión.
Pero esto, caviló Juan, ¿no impacta negativamente en el nivel de actividad? ¿No es el crecimiento económico el corazón de la actual conducción económica? Esta situación le recordó a Juan cuando hace un tiempo su cardiólogo le recetó medicación que luego su gastroenterólogo le informó que le estaba generando problemas digestivos. En aquel momento pensó, deberían ponerse de acuerdo.
¿Por qué se le asigna tanta importancia a incrementar la tasa de crecimiento de la economía? se preguntó seguidamente. Le surgieron una serie de posibles respuestas.
En primer lugar, por su impacto positivo en el mercado de trabajo. Para poder producir más se requiere aumentar la productividad y/o aumentar la cantidad de trabajadores empleados. Eso es positivo, hace menos peligrosa a la espada de Damocles que pende sobre el empleo.
A su vez, producir más incrementa la recaudación de impuestos sin necesidad de cambios discrecionales en la estructura tributaria, sin necesidad de incrementar la presión tributaria. Esto ayudaría a enfrentar la complicada situación fiscal actual, lo que le parecía razonable.
Al respecto había leído en un reciente informe del Ministerio de Economía y Finanzas que, en el largo plazo, otra vez le vino a la cabeza la paradoja de Aquiles y la tortuga, la recaudación de impuestos y el crecimiento del PIB crecían a tasas similares. Más concretamente, se indicaba que un incremento de 1% del PIB generaría un incremento en la recaudación de impuestos del 1,03%. En el caso de los ingresos del Banco de Previsión Social, el impacto sería mayor, se incrementarían 1,19% (10). De estos porcentajes se desprende que por cada punto de crecimiento del PIB los impuestos recaudados por la Dirección General Impositiva y por el Banco de Previsión Social se incrementarían respectivamente en aproximadamente 800 y 950 millones de dólares. Esta información le hacía pensar que poner al crecimiento en el centro de la política económica era correcto. Pero pensaba que había un importante argumento adicional.
Juan pensaba que el PIB era como una torta, su crecimiento hace posible que todos los comensales puedan servirse trozos más grandes. El crecimiento económico genera la posibilidad de que en el juego de la pugna distributiva entre masa salarial y renta empresarial exista la opción de ganar-ganar, es decir, que exista mayor masa salarial y mayor rentabilidad empresarial. Eso lo llevó a preguntarse acerca de lo sucedido al respecto en nuestro país desde el retorno a la democracia hasta nuestros días.
La información disponible, le confirmó su conjetura. En términos generales las variaciones del salario real y las del PIB muestran trayectorias similares, aunque observó que en algunos años se diferenciaban significativamente, como ocurrió a comienzos de los años 90.
Pensando en la próxima ronda de negociaciones en los Consejos de Salarios, tomando en cuenta que, según la última encuesta de expectativas del BCU la tasa de crecimiento del PIB para este año sería del 2,5%, se preguntó, ¿cómo se distribuirá ese crecimiento? ¿Crecerá la masa salarial 2,5%?
Sus cavilaciones lo habían llevado a pensar que, si bien era importante generar mecanismos que protejan el poder adquisitivo de los trabajadores, para aquéllos cuyo salario no es suficiente para llegar a fin de mes, que no son pocos pensaba, sus urgencias no pueden esperar a que Aquiles alcance a la tortuga. Creía que el problema que enfrentan muchos trabajadores, no es mantener su poder adquisitivo, sino incrementarlo.
Ya era muy tarde, pero antes de irse a dormir, Juan pensó que, si bien no existen discrepancias acerca de la importancia que tienen los salarios en la calidad de vida de una parte importante de la población, tal coincidencia desaparece en las diversas historias que se tejen en torno a cómo deben evolucionar, si deben protegerse con mecanismos de indexación, si deberían ser más flexibles, si se debería eliminar la rigidez que genera la determinación de un salario mínimo...
Se fue a descansar, sabiendo que mañana iba a retomar sus cavilaciones sobre estos temas, teniendo en cuenta que siempre hay cuatro lados en una historia: tu lado, su lado, la verdad y lo que realmente sucedió (11).
Carlos Grau Pérez es Economista, Investigador del CINVE, Docente Universitario, Máster en Economía por la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica.
Referencias
(1) Grau Pérez, C; (2025): Cavilaciones de un trabajador: La espada de Damocles sobre el empleo. cinve
(2) Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe y el BCU: 2022
(3) Lerner, A; (1972): The Economics and Politics of Consumer Sovereignty, The American Economic Review, Vol. 62 No. ½ pp. 258-26.
(4) Ghirelli, C; Azqueta-Gavaldón, A; Midiendo la incertidumbre económica. El papel de la inteligencia artificial. Banco de España.
(5) Según el principio de la navaja de Ockhman la explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera, según el principio de Ockham. En ciertas ocasiones, la opción compleja puede ser la correcta. Su sentido es que en condiciones idénticas se prefieran las teorías más simples.
(6) The costs of inflation Bank of England Quarterly Bulletin: February 1995
(7) Okun; A. (1971): The Mirage of Steady Inflation, Brooking Institution.
(8) Bertoletti, L; Borraz, F; Sanroman, G; (2024): Deuda por consumo y pobreza: la brecha de riesgo de impago. dECON, Documentos de Trabajo. Nro. 05/24.
(9) La paradoja de Aquiles y la tortuga: una discusión pedagógica desde la interpretación gráfica y la serie geométrica. Lat. Am. J. Phys. Educ. Vol. 9, No.4, Dec. 2015
(10) MEF (2024): Elasticidades Fiscales para el Cálculo del Resultado Fiscal Estructural, Nota Metodológica. Ministerio de Economía y Finanzas.
(11) La cita se le atribuye a Jean-Jacques Rousseau, aunque no hay evidencia definitiva de que sea de su autoría.
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias