Chip's. Fernando Gil Díaz
09.06.2025
¿Se acuerdan de Poncherello? Era uno de los protagonistas de la por entonces famosa patrulla motorizada que veíamos en blanco y negro por estas latitudes (CHIPs). Hoy son otros tiempos pero la idea de dotar de chip's a las motos uruguayas para su control me trajo el recuerdo de aquella serie.
La idea es resistida por algunos usuarios se resisten a entender que las tecnologías no solo vinieron para quedarse sino que son imposibles de eludir. Ignorarlas sería una forma muy primitiva de amputarnos una solución que mejoraría la seguridad pública con controles remotos, automáticos y sin necesidad de intervenciones violentas de la policía.
La resistencia a la implementación -en chalecos y cascos- de un chip que identifique digitalemente a sus portadores se basa en una suerte de discriminación positiva que algunos no están dispuestos a aceptar. Sin entrar en mayores detalles de una medida que no está todavía muy explicada, se me ocurre que lejos de ser negativo sería un acierto que, ya no los implementos sino el propio vehículo, tenga un dispositivo o tag (como el que se usa hoy para abonar el Telepeaje). Uno que permita la identificación digital de moto, auto, monopatín, etc. Es decir, que lejos de restringirlo a las motos me parecería un acierto implementarlo en TODOS los vehículos porque de ese modo se evitarían muchos controles físicos pasando a ser estos, digitales. Dotando de mayor movilidad al tránsito -tan cuestionado ese punto hoy- y aportaría a la seguridad dando trazabilidad al tráfico vehicular.
En lo que refiere a la crítica de los motociclistas sobre su indignación por considerar que los empareja con los delincuentes, el efecto sería totalmente contrario a ese pues un control inteligente no se enfocaría propiamente en los que porten el chip sino en los que no lo tengan, concentrando, de ese modo, el esfuerzo de controlar a los infractores que no portan la identificación digital pues quienes la tengan serán monitoreados de forma automática. Es decir, se mejoraría el trabajo inspectivo de forma notoria, con lectoras que podrían -de manera aleatoria- verificar si el conductor es quien registra la identificación digital.
Nos están siguiendo
Ese mapeo que daría el chip ni es nuevo ni es único; quienes portamos un teléfono inteligente somos rastreados satelitalmente por las plataformas digitales y/o buscadores internacionales como Google, que ya nos tienen recontra controlados conociendo nuestra ubicación, gustos y demás condiciones que alimentan el algoritmo sin que se oigan mayores protestas.
Hoy se realizan controles que, en su inmensa mayoría, retrasan a los trabajadores motorizados mientras la delincuencia se mueve en motos irregulares sorteando los puestos de inspección sin que puedan ser rastreados de forma alguna. Si los controladores pueden distinguir los vehículos irregulares de los que están regular y digitalmente identificados, podríamos ahorrarnos muchas horas de espera y retraso a personas que llenan formularios con datos irrelevantes para la seguridad pública, mientras los delincuentes siguen transitando libremente. Con un control digitalmente organizado las autoridades podrían concentrar sus esfuerzos en esa masa vehicular irregular que es la que genera los mayores problemas de inseguridad.
Asimismo, se podría ampliar la identificación digital a otros birrodados eléctricos como las motos, monopatines y monociclos que transitan sin control alguno por la ciudad de forma más que abundante. Es decir, que la medida serviría también para ordenar el tránsito y que todos cumplan con la normativa vial como corresponde.
Entiendo que todo cambio asusta y cambios tecnológicos como este mucho más por cuanto no dan mucho tiempo para comprenderlos y analizar sus bondades antes que sus defectos.
Hoy pasamos los peajes con agilidad gracias a un sistema de cobro electrónico que mejoró el tráfico por rutas nacionales al tiempo que aportó información de calidad en materia de seguridad tanto vial como pública propiamente dicha. No me parece mala la idea de ampliar ese sistema a todo el parque automotor del país, porque la seguridad en pleno siglo XXI está atada irremediablemente a las nuevas tecnologías y debe apropiarse de sus bondades en beneficio de todos.
Ya sufrimos la depreciación de los controles cuando, de forma inexplicable, se eliminó el SICTRAC (Sistema de Control del Transporte Carretero) y nuestro país no supo lo que entró por las rutas uruguayas al punto que nos pasó rápidamente de ser un país de tránsito a uno de acopio de drogas que salen por el puerto de Montevideo.
Junto a esta medida y la batería de nuevas tecnologías que anunció el Ministerio del Interior hace unos días, se aventura un nuevo tiempo donde la modernidad lejos de restringir nuestra libertad nos asegura su disfrute.
Es cuestión de ponerse el chip...
el hombre pateaba la moto,
el perro ladraba un escape libre...
Fernando Gil Díaz