Cocinando solidaridad. Graciela Barrera
15.06.2025
Lindero al complejo Verdisol, funciona una precaria olla solidaria a la que los vecinos que la llevan adelante bautizaron "Nuevo Verdisol".
Mary -dueña de casa- puso a disposición su terreno para que allí funcionara esta iniciativa que nuclea varios vecinos que cada jornada se las ingenian para cocinar a leña para una treintena de niños y otro tanto de adultos que acuden a buscar su porción que, en algunos casos, es el único alimento al que acceden. Hasta allí fuimos con la intención de poder dar una mano...
César estuvo privado de su libertad, pagó sus culpas y encontró refugio en gente que tiene un montón de carencias insatisfechas pero acumulan un inmenso caudal de solidaridad que derraman sin restricciones. Los empuja la necesidad de cubrir lo esencial, no pretenden lujos, viven con un montón de limitaciones, hasta de las más básicas, pero se las ingenian para sobrellevarlas con alegría y con la dignidad intacta.
Lo conocí en ocasión de mis visitas a la cárcel, donde fue uno de los que escuchó mis intervenciones y me convirtió en una referente involuntaria hasta el día de hoy. Hace changas de albañil, trabajos de pinturas y cortes de césped, se las rebusca y puja por que sus rebusques alcancen a los vecinos que le tendieron una mano y le dieron un rinconcito donde levantar su precaria vivienda. Una pieza muy modesta de chapas y piso de barro, donde la cama debe armarse cada noche para no ocupar el único lugar disponible para guardar sus pocas pertenencias. Lejos de quejarse es una persona agradecida, alguien que no encuentra mejor forma de agradecer tanta solidaridad que trabajando en un proyecto colectivo que impulsa junto a otros vecinos que es la olla popular "Nuevo Verdisol".
Una llamada telefónica alcanzó para que se acercara al despacho del Poder Legislativo donde nos contó de esta experiencia y algunas necesidades que tendrían que cubrir para que el proyecto de la olla pudiera ser algo sostenible. Porque la necesidad de la población asi lo requiere en un lugar donde varias familias orillan una línea de pobreza inadmisible que urge revertir.
Una olla popular no es el lugar ideal para que alguien se alimente, mucho menos que se convierta en habitual. Su existencia debe ser temporal y responder a una urgencia que cubra el "mientras tanto". En ese espacio temporal es que nos encontramos hoy con esta iniciativa, que no pretende ser algo permanente ya que todos sus impulsores aspiran a tener un trabajo digno y sus necesidades se cubran con el fruto de su propio esfuerzo. Pero, mientras tanto...
Son 4 las familias que llevan adelante la iniciativa, César, Leticia, Mary, Lorena, María, Belén y Lilián, son las cabezas visibles que llevan adelante la tarea diaria de pelar, cortar y cocinar alimentos para unas 60 personas aproximadamente (entre niños y adultos). Junto a ellos, los más pequeños también cubren tareas imprescindibles como Nico, que estuvo cortando leña durante todo el tiempo que duró nuestra visita. Porque la leña se provee diariamente y es un insumo principal para cocinar a fuego los alimentos.
La precariedad abunda en un asentamiento y este no sería la excepción. Con los servicios de luz y agua corriente, la caminería deja mucho que desear ante la ausencia de calles pavimentadas ni canaletas que permitan la evacuación de las aguas pluviales que inundan las viviendas cada vez que llueve. Sin embargo no hay excusas para impedir que la olla se prenda como cada día, porque la hora se va y los comensales empezarán a llegar en cualquier momento.
Son muchos los brazos solidarios que llevan adelante esta olla, César y Mary son tan solo algunos de los referentes, pero no son los únicos, porque cada uno de los que allí trabajan hacen parte de una estructura que se hace fuerte gracias al trabajo y el aporte de cada uno.
Con un poco de solidaridad y otro poco de empatía, pudimos acercar un granito de arena que permitirá seguir adelante con esta movida mientras se van organizando para encontrar más oportunidades que mejoren la zona y para lo cual nos pusimos a la orden.
Las gotas empezaban a caer anunciando la lluvia pronosticada, la olla hubo que ponerla bajo techo pero la Nuevo Verdisol no se suspendería por mal tiempo. Con una organización asombrosa, rápidamente pusieron a resguardo los enseres e insumos que esperaban para convertirse en alimento de los comensales que en pocas horas pisarían aquellas callecitas de barro en procura de un plato de comida.
Una olla de aluminio y varios paquetes de fideos, arroz y unas alitas de pollo, fueron un pequeño aporte que no cubre las inmensas necesidades que acumula este rincón solidario del barrio Verdisol. Pero algo es algo.
Nos vinimos con el corazón hecho trizas al ver como sobreviven muchos uruguayos que no acceden a un techo ni a servicios básicos mínimos y, sin embargo, son agradecidos con la vida y se contentan con muy poco.
Ver y difundir esas carencias nos tiene que interpelar a trabajar incansablemente por mejorar esa situación y que no sean necesarias ninguna olla popular para que alguien pueda acceder a un plato de comida o una taza de leche caliente.
En eso trabajaremos, mientras tanto, vaya un enorme reconocimiento a los que como César, piensan en el prójimo mucho más que en sí mismos...
Graciela Barrera. Diputada Frente Amplio
UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias