Con la ovalada y la esperanza en el medio. Graciela Barrera

09.09.2025

En el marco del programa Pelota al Medio a la Esperanza, la Unión de Rugby del Uruguay lleva adelante intercambios con la población privada de libertad desde hace muchos años, con entrenamientos en Santiago Vázquez (ex ComCar), Punta de Rieles y Maldonado.

Poco a poco fueron anexando otros establecimientos y en esta ocasión fue la cárcel de mujeres la protagonista de un encuentro con Las Teras uruguayas en el complejo del Estadio Charrúa - Tierra de Los Teros.

 

La iniciativa

"La iniciativa surgió de manera espontánea y cargada de solidaridad: la cocinera del Estadio Charrúa, quien trabaja día a día junto a la selección nacional de rugby, se ofreció a preparar un almuerzo para las personas privadas de libertad y un familiar cercano, con el objetivo de que puedan compartir un tercer tiempo, ese espacio tan característico del rugby en el que se celebran la unión, la camaradería y los valores de respeto e igualdad".

 

Juntas y felices

Así relata la gacetilla que difundía esta actividad, y los hechos terminaron confirmando todo y aún más, porque aquella jornada sería imborrable para sus protagonistas.

Un grupo de unas veinte internas llegaron hasta el Parque Gral. Fructuoso Rivera donde se emplaza el bonito Estadio Charrúa, centro deportivo de alto rendimiento que ha sido escenario de la reciente clasificación de Los Teros -por quinta vez consecutiva- al mundial de Australia, que se llevará a cabo en 2027.

Una mañana gris y muy húmeda nos llevó hasta ese lugar donde fuimos recibidos por Matías Benítez, uno de los coordinadores de la disciplina para el programa Pelota al Medio a la Esperanza del Ministerio del Interior, que tiene a Agustín Iparraguirre al frente desde su creación -salvo el lapso de gobierno multicolor- durante la administración del fallecido Eduardo Bonomi.

La comitiva llegó en hora a la cita; acompañadas por la directora de la Unidad N.º 5 Femenina, Marcela Urán y su equipo, el grupo de deportistas que se enfrentarían en un cotejo amistoso al seleccionado uruguayo femenino de rugby bajó del transporte con indisimulada alegría. Un viaje donde la dignidad estuvo presente gracias al respeto que se advierte entre los miembros de la delegación. Un respeto que es ostensible y que se reflejó en un comportamiento dentro y fuera de la cancha.

La actividad contó con la presencia de Gustavo Zerbino, uno de los protagonistas del milagro de los Andes que acompaña siempre este tipo de iniciativas y con quien mantuvimos una linda charla en la previa, mientras las deportistas hacían los ejercicios de calentamiento que les marcaban las entrenadoras.

El partido fue una excusa, una linda excusa que llenó de entusiasmo a mujeres que luchan por salir adelante a pesar del traspié que las llevó a estar privadas de su libertad. El deporte tiene una magia que contagia e iguala, y así lo vivieron durante el intercambio donde nadie era más que nadie y todas estaban allí unidas por una pelota con forma ovalada.

Tuve tiempo para acompañarlas en el vestuario y hasta para sacarme fotos con ellas. Pude apreciar el entusiasmo que tenían por haber llegado a unas instalaciones como esas y sentirse parte de un acontecimiento que jamás hubieran imaginado. Eso es lo lindo del deporte, que nos permite disfrutar en igualdad de condiciones y sin otra limitación que las reglas del juego mismo.

Particularmente el rugby tiene un valor simbólico que lo distingue por el respeto irrestricto a la autoridad del juego (el juez), algo que destacaba en un aparte el propio Zerbino recordando sus épocas de jugador. "Era increíble ver como los sábados -día en que jugábamos al rugby- era todo respeto y caballerosidad, pero el domingo cuando los mismos protagonistas jugábamos al fútbol incumplíamos definitivamente aquella conducta. Algo que no está para nada bien pero que en el rugby se respeta sin reproche de ningún tipo".

El partido fue una anécdota imborrable no solo para las visitantes, también para quienes forman parte del equipo de Las Teras, pues seguramente ellas también tienen mucho para aprender y valorar de un intercambio como este.

Por un rato, no hubo diferencias ni distancias, tan solo ganas de correr y respirar en libertad.

Por un rato, fueron todas deportistas que recibían el aplauso de sus familiares que les acompñaban desde la tribuna con la esperanza puesta en ese día después.

Por un rato, no hubo privadas de libertad sino jóvenes que querían gritar "try" apoyando una ovalada al piso y con la esperanza intacta...

 

Graciela Barrera. Diputada MPP - Espacio 609 - Frente Amplio

Columnistas
2025-09-09T14:03:00

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