EPITAFIOS: El amanuense de las maravillas
Daniel Feldman
19.01.2021
Dicen que su espalda, demasiado curvada para un sexagenario, fue lo último que se vio de Rustichello de Pisa al salir de la cárcel después de purgar quince años.
Nunca se supo cuándo, dónde ni cómo murió.
Una década y media le correspondió al amanuense y copista pisano esperar por alguien que pagara rescate, o por un eventual intercambio de prisioneros. Expiraba el siglo XIII, y por aquellas épocas ese era el mecanismo para poder escapar de la detención.
Rustichello -algunos se empecinan en seguir llamándolo Rusticiano- había llegado al presidio luego de ser capturado en la batalla de Meloria, en 1284, cuando la República de Génova infligió una contundente derrota a la República de Pisa, que supuso el comienzo del ocaso de su poderío marítimo y la consolidación del de "la Serenísima".
San Sixto era el patrono de Pisa, y, vaya casualidad, la batalla tuvo lugar el 6 de agosto, su día. Dicen los que saben, que los pisanos, decepcionados por la falta de protección de este, renunciaron a él y rápidamente lo sustituyeron por San Raniero, pisano también.
Como simple anécdota, vale agregar que la derrota pisana supuso una nueva interrupción en la famosa torre inclinada, y no fue sino hasta 1372 que se retomaron las obras, al mando de Tommasso di Andrea Pisano
Rustichello no sabía que entraba en su último año de prisión cuando un desconocido que a la sazón rondaba los 45 años, hecho prisionero en la Guerra de Curzola, le fue presentado como su nuevo compañero de celda.
No tardaron en congeniar. Rustichello, autor tiempo ha del Roman de Roi Artus (La novela del Rey Arturo), conocida simplemente como La compilación, comprendió rápidamente que Marco Polo era dueño de una infinidad de historias inimaginables, y él era quien podía escribirlas.
El veneciano, un acomodado mercader, no tuvo dificultades en convencer a sus carceleros de que permitieran ingresar al calabozo los elementos necesarios para que el pisano dejara para la posteridad constancia de sus vivencias.
¿Cuánto y cómo se habló en los diez meses que convivieron en prisión Marco Polo y Rustichello?
Nadie lo sabe, pero los fervores -de relato de uno y de escritura de otro- quedaron plasmados en una obra redactada en francoitaliano que cambiaría la percepción de los europeos sobre el mundo: Il Milione (El Millón), que tardíamente, en el siglo XVI y por obra del geógrafo y escritor Giambattista Ramusio, vería trocado su nombre por I viaggi de Marco Polo (Los viajes de Marco Polo).
Marco Polo fue liberado en agosto de 1299. Rustichello permaneció aún dos meses más en prisión.
Callado e introvertido, sumergido durante casi quince años en una aparente adoración de la belleza como hecho estético y ético, según dejaron asentado algunos que junto a él pasaron, el pisano transcurrió setiembre y octubre en una eufórica exaltación de naves y territorios extranjeros.
No se supo qué fue de él, si conservó copia de su obra o si simplemente la incorporó a su cansino andar por vaya a saber qué paisajes toscanos.
Lucía Fusco, una pertinaz historiadora e investigadora sobre la historia del comercio, encontró, 700 años más tarde en las afueras de Arnaccio, una población de apenas cien habitantes y a escasos diez quilómetros de Pisa, una estela tapada por el tiempo y el olvido, que rezaba así:
Rustichello de Pisa
Quien después de mucho andar en el encierro
Supo abandonar la belleza en pos del viento
"EPITAFIOS" es una serie de narraciones históricas reimaginadas por el autor.
Daniel Feldman | Periodista