EPITAFIOS: El fin de una era
Daniel Feldman
24.03.2021
Ubicado en el distrito de Hammersmith y Fulham, en Londres, Stamford Bridge es el estadio del Chelsea Football Club, conocido simplemente como Chelsea.
Con capacidad para 41.841 espectadores, el nombre del field hace honores al pueblo homónimo, ubicado en el condado de Yorkshire del Este, y fue inaugurado el 28 de abril de 1877.
Stamford Bridge tiene su porción de celebridad en la historia: fue el escenario, el 25 de setiembre de 1066, de la batalla que lleva su nombre y que marca el comienzo del fin de la era vikinga en la Gran Bretaña.
En su cuento El pudor de la historia, Jorge Luis Borges, en muy pocos párrafos nos resume el enfrentamiento, que otorgó una efímera victoria al conde de Wessex, Harold Godwinson, en las apetencias sucesorias al trono inglés luego de la muerte, sin heredero, de Eduardo el Confesor.
Guillermo el Conquistador se encargaría, unas semanas después, el 14 de octubre, de acabar con las pretensiones reales de Harold en la batalla de Hastings, y se convertiría así en el primer rey normando de Inglaterra.
Harald III rey de Noruega, Harald Hardrada, el "despiadado", fue el primero de los derrotados en esta disputa a tres de la corona. El menor de los hermanastros de Olaf II de Noruega tuvo una azarosa vida, que lo llevó a emprender el exilio en el año 1030, con tan solo 15 años, y dejar grabado a sangre y fuego su nombre en la historia. Rusia, Bizancio, Anatolia, Sicilia, sufrieron su brazo de hierro, del cual no estuvo exento Bulgaria, donde fue apodado Boklgara brennir, el "devastador de búlgaros".
En 1046 retornó a Noruega a reclamar el trono, que por ese entonces estaba en manos de su sobrino, Magnus I el bueno. Este accedió a concederle la mitad del reino... a cambio de la mitad de los tesoros que su tío había acumulado en sus andares por el Mediterráneo. Un año más tarde Magnus falleció y Harald quedó como monarca único.
Quiso arrebatarle el trono danés a Swein II, y en tanto se dedicó a expandir los territorios noruegos, ocupando las islas Órcadas, Shetland y Hébridas, y fue el fundador de la ciudad de Oslo, allá por el año 1050.
No conforme con las extensiones de su reino, puso sus ojos en Inglaterra, y ahí llegan a su fin las pretensiones vikingas sobre la isla, iniciadas con al asalto al castillo-monasterio de Lindisfarne 273 años antes.
Dicen que en su proverbial valentía afirmó:
En la batalla nunca debemos
escondernos detrás de los escudos
Mi armadura me dice: Alza la cabeza,
donde la espada encuentra al cráneo
Una flecha le atravesó la garganta, y cuentan que, preguntado cómo se encontraba, en lo que puede ser considerado como un aporte legado a la tan mentada flema británica, afirmó: "es solo una pequeña flecha, pero está cumpliendo su trabajo".
Los escaldos eran poetas guerreros vikingos al servicio de las cortes escandinavas entre los siglos IX y XIII, y en sus sagas ensalzaban a los monarcas a quienes servían, además de actuar como auténticos reservorios de la historia de su pueblo.
Dicen que hubo más de 300 en ese período y hay quienes afirman que el propia Harald el Despiadado fue uno de ellos.
Si bien no olvidado por la historia, los restos de "el despiadado", que supo compartir trono con "el bueno", descansan (poco) bajo una carretera donde antaño se ubicó el priorato de Helgeseter, demolido en el siglo XVII.
Dicen que si alguien transita sin mucha prisa, entre los pastos y al borde la ruta, puede apreciar una piedra de granito, de no mucha altura, con el siguiente texto, atribuido a Bragi Ögmundarson, escaldo contemporáneo a Harald III, a quien sobrevivió:
Yace ya aquí Harald Hardrada, que desprovisto de su yelmo
En batalla volvió a la nada, a la hora antes de la yanta
Imagen: Bersi Skáldtorfuson compone poesía después de ser capturado por el rey Óláfr Haraldsson. Ilustración de Christian Krohg
"EPITAFIOS" es una serie de narraciones históricas reimaginadas por el autor.
Daniel Feldman | Periodista