Es la cultura, estúpido

Daniel Feldman

16.07.2019

Es la cultura, estúpido

 

"The economy, stupid", "es la economía, estúpido" fue una frase que se popularizó durante la campaña electoral en la que Bill Clinton derrotó a George Bush padre. En ese entonces, la popularidad de Bush había llegado a niveles altísimos, especialmente por sus éxitos a nivel de política internacional, razón por la cual el estratega de campaña de Clinton -James Carville- impulsó centrar el debate en otros temas, especialmente aquellos que tocaran directamente a la vida cotidiana de los estadounidenses.

El pasado domingo 30 se llevaron a cabo las elecciones internas de los partidos políticos, una suerte de primarias a la uruguaya, de las que surgieron los candidatos que disputarán a fin de octubre la primera magistratura.

No cuento con el respaldo de ninguna de las grandes empresas encuestadoras ni de avezados politólogos, pero me arriesgo a afirmar -lo confirmaremos en octubre o noviembre- que entre Daniel Martínez, Luis Lacalle y Ernesto Talvi estará el próximo presidente de los uruguayos. Es más, donde me obliguen a afinar un poco mi análisis, hasta soy capaz de decir que, si no sucede ningún evento impensado hasta ahora, la disputa presidencial será entre el frenteamplista Daniel Martínez y el blanco Luis Lacalle.

Casi cuatro meses nos separan de la primera vuelta, el tiempo suficiente como para que los candidatos desplieguen una amplia batería de propuestas, que de ser posible debería ir más allá de esa seducción superficial que apunta a conectar únicamente sentimientos de pertenencia o tradición y cuya única finalidad es desplazar la mano hacia cierta lista que posibilite continuidad o recambio.

No se trata acá de juzgar bondades o defectos de uno u otro candidato. No es nuestra tarea, y también se podría decir que sería una forma de menospreciar a nuestros lectores.

Simplemente entendemos que estamos en un excelente momento para que los candidatos, sus estrategas de campaña y todos aquellos que tienen algo que ver en las decisiones políticas, se ocupen (y preocupen) de la cultura.

Pero preocuparse en serio, no al estilo de decir "voy a referirme a la cultura" y hablar de la "cultura del trabajo". Tampoco a partir de la concepción maniqueísta del eterno conflicto entre el bien y el mal, en la que uno siempre representa al bien, y esa constante referencia a la "pérdida de valores" (SIC), como si un valor per se fuera positivo.

¡No! "Es la cultura, estúpido", digo y reclamo, parafraseando a Carville y Clinton. Me gustaría, me interesaría, me fascinaría saber qué es el arte para Luis Lacalle. ¿Qué le viene a la cabeza a Daniel Martínez cuando se habla de cultura? ¿Cómo es el proceso creativo para Ernesto Talvi? No me importa tanto que me presenten un despliegue de futuras obras, como si estuviéramos ante un proyecto de ingeniería vial, de construcción de locales destinados al quehacer cultural. Es importante sí, pero me interesa más saber con qué llenarían Martínez, Lacalle y Talvi esos espacios. ¿Qué consumos estimularían?

OK, televisores de HD, súper HD, 4K, yo qué sé qué aditamentos, pero ¿para qué? ¿Para ver mejor los culos, tetas o ravioles de Bailando o para poder apreciar el Bolshoi en más detalle?, por citar solo un ejemplo.

Por un día capaz que le pediría a los candidatos que dejen de lado las consignas y que nos inviten a todos los ciudadanos a ser, aunque sea por un ratito, seres pensantes.

Y me encantaría que alguno me espetara un furibundo "es la cultura, estúpido".

 

(*) Columna emitida en el programa LA PUERTA, por FM CIUDADELA 88.7 el martes 2 de julio de 2019

 


Daniel Feldman
2019-07-16T02:01:00

Daniel Feldman | Periodista