Acerca de la marihuana y otras yerbas

Daniel Vidart

02.08.2012

Los usuarios y los usos de las sustancias psicoactivantes, a los que ya me referí en una anterior contribución al tema que el Pepe tiró como un gallo al reñidero, nos enfrentan a una serie de preguntas capitales: ¿Como se clasifican las drogas? ¿Cuáles son sus hogares botánicos, sus familias, sus afinidades, sus diferencias, sus características? ¿De qué manera se utilizan? Y finalmente, ¿cómo actúan en la psiquis de sus consumidores circunstanciales y sus adictos?

Tipología de la droga

Desde el punto jurídico, impuesto por los mecanismos político-administrativos de los Estados – el Derecho es hijo del poder, no de la Justicia- hay drogas permitidas, legales, como las que contienen el café o el tabaco, y prohibidas, ilegales, como las derivadas de la adormidera – solo cito la heroína - o de la coca – solo me refiero a un subproducto espurio, el crack- . Las legislaciones son los precipitados del tiempo social, de los cambios y transformaciones operados en las culturas. Las barreras, poco a poco van cayendo porque, créase o no, la drogadicción impera en todo el mundo. Las pastillas que tranquilizan, animan o adormilan contienen drogas psicoactivantes, que a la larga pasan sus facturas al organismo; por si no lo saben ya están advertidos, amigos dependientes de esas serviciales quitapenas guardadas en cajitas, cuyas puñaladas traperas llegan tarde o temprano.

Un fumador consuetudinario es un drogadicto. Un matero impenitente también lo es. Claro que entre ambos “vicios” lo maléfico y lo inocuo estan separados por un abismo. Mientras que la mateína, un alcaloide energético, no daña la salud, la nicotina agrega a sus efectos perniciosos los principios perniciosos de las substancias – el alquitrán, que devasta los bronquios, por ejemplo- almacenadas en el papel.

En nuestro país se verá hasta donde la ley, la política, los mass media y la ciudadanía le conceden o le niegan el visto bueno a la despenalización de la marihuana. Ya la pulseada se ha instalado en la opinión pública. Pero no el conocimiento preciso de las tremendas diferencias existentes entre la marihuana y la pasta base, que en su momento señalaré con pruebas a la vista.

En cuanto a su origen, la inmensa mayoría de las drogas pertenecen al mundo botánico; unas poquísimas figuran en el reino animal – cito solamente la existente en una especie de sapo (Rhinella marina) - y otras, las sintéticas, amadrinadas por la química, son elaboradas entre cuatro paredes. De acuerdo con esta taxonomía cabría distinguir entre las drogas naturales y las artificiales. No obstante, conviene recordar que tanto la cocaína como la heroína no se encuentran en estado puro en las plantas de coca y amapola repectivamente: se obtienen luego de operaciones practicadas en el laboratorio, Dicha objeción, como se advirtíó líneas arriba, no rige para ciertos fármacos: una anfetamina o un ansiolítico, por ejemplo, son hijos de la probeta y los tubos de ensayo, no subproductos vegetales.

En cambio, sin tratamiento alguno, ciertos vegetales, como el peyote, al ser masticados introducen directamente la mescalina en el organismo del indio huichol que ha formalizado todo un culto en derredor de este pequeño cactus, un poderoso enanito, si es que los hay. Brota a ras de tierra, en forma de compactos y carnosos rosetones. Seca o humedecida con agua caliente, la sustancia vegetal del peyote libera un alcaloide altamente enteógeno, es decir, que mete un “dios” adentro de la psiquis del consumidor. Ya hablaremos de la destreza ritual de María Sabina de Huautla y los chamanes Cora, venerados personajes mexicanos.

Otra clasificación las divide en duras y blandas. El límite entre ambas categorías es opaco. Duras son las drogas que, como la cocaína, la nicotina, el alcohol, la heroína, etc. provocan adicción y perturbaciones orgánicas más o menos graves. Blandas son las que como la teobromina del chocolate, la cafeína del café o el THC de la marihuana, no causan adicción ni afectan la salud, o lo hacen con menos intensidad que las duras. Este punto es intensamente discutido y no existe un acabado conocimiento científico sobre sus efectos a largo plazo, en particular los del cannabis.

Por otra parte se ha comprobado que existe una invencible adicción al chocolate: no se prefiere por su rico paladar sino porque su alcaloide atrapa a quien lo gusta Durante el coloniaje se les prohibía concurrir a la iglesia a las mujeres mexicanas que lo comían en abundancia, pues sus parloteos y risas, efectos de la teobromina (alimento de los dioses). perturbaban la solemnidad de la misa.

Las clasificaciones de los científicos han recurrido a otros criterios, no solamente mas complejos sino expresados por términos griegos y latínos, como se estila en las ciencias naturales, según una tradición inaugurada en la antigüedad, que perfeccionó Linneo en el siglo XVIII. De acuerdo con esta nominación científica nosotros, los humanos, y no se alarme el lector ante este extraño palabrerío, hemos sido clasificados del siguiente modo: reino Animalia, phylum Chordata, subphylum Vertebrata, clase Mammalia, subclase Theria, infraclase Eutheria, orden Primate, familia Hominidae, género Homo, especie Homo sapiens, subespecie Homo sapiens sapiens. Cargamos con esta bolsa de estrambóticos términos, la mayoría sin saberlo.

No es este el sitio adecuado, pues, para largos y engorrosos desarrollos taxonómicos, ya que nuestro objetivo es estudiar la historia y utilización de los productos del cannabis, como son la marihuana y el haxix. No obstante, voy a citar tres esquemas clasificatorios propuestos por prestigiosos científicos, en los que el THC, la principal de las drogas características de la marihuana, ocupa distintas posiciones.

Louis Lewin, fundador de la etnobotánica moderna, en un famoso libro (Phantastica. Drogas narcóticas, estimulantes y visionarias, 1924), propuso la siguiente clasificación:

1- Euphorica (Opio, morfina, heroína, cocaína) 2- Phantastica (peyote, marihuana, hongo matamoscas o Amanita muscaria, ayahuasca) 3- Inebrantia (alcohol. éter, cloroformo, bencina) 4 - Hypnotica (barbitúricos y somníferos) 5- Excitantia (chocolate, café, tabaco, te, yerba mate).
Muchos años después (1979), otro estudioso del tema, William Emboden, ordenó asi las sustancias psicotrópicas:


1- Hipnóticos (pasionaria, valeriana, kawa-kawa) 2-Alucinógenos (hongo matamoscas, peyote, teonancátl, ayahuasca, iboga, chacruna, chamico) 3- Estimulantes (chocolate, yerba mate, café, coca) 4- Inebriantes (vino, cerveza, chicha, pulque, bebidas destiladas ) 5- Narcóticos ( opio, nicotina, etc.).


Finalmente, Dale Pendell dio forma definitiva a una frondosa – y engorrosa- clasificación en el año 2005. Enumero solamente su nomenclátor y ubico a la marihuana en el casillero asignado: Thanathopathia, Inebrantia, Rhapsodica, Euphorica, Exitentia, Evaesthetica (creadoras de placer, entre las que figura la marihuana), Metaphysica, Empathogenica, Phantastica, Daimonica. ¿Qué tal?
Como puede verse, se trata de una complicada danza de nombres que solo atañen a los especialistas.


Apelando a la mitología, yo también me atreví, en el año 1998, a intentar una ordenación cuatripartita de las drogas, refiriéndome casi exclusivamente a las de origen natural -aunque casi todas son químicamente manipuladas - y no a las de laboratorio. He aquí las cuatro categorías: drogas dionisiacas, apolíneas, morfeicas y circeanas.



Drogas dionisíacas
Dionisos era en Grecia el dios del vino, de la vid, de la borrachera, a veces agresiva, y del delirio místico que, en determinadas circunstancias, aquella inspira. Estos atributos fueron transpasados al dios romano Baco. Las fiestas dionisíacas y las bacanales deban lugar a ruidosas procesiones en las que los danzantes enmascarados, en particular las mujeres, eran poseidos por los espíritus de la Tierra y la fecundidad. Los excesos sexuales eran el pan y la sal de aquellas locas festividades.

A partir de los enmascarados surgieron luego los personajes de la comedia, del drama y la tragedia, pero lo que debemos retener es el carácter orgiástico y la locura ambulante de unas furiosas francachelas, donde también corría la sangre. De tal modo el coito a cielo abierto, la jocunda alegría y la inspiración poética, alentadas por el vino, danzaban en ronda. Ebrios, fuera del tiempo, o viviendo el tiempo de la fiesta, que obedece a un ritmo existencial y no cósmico, a una cronología orgánica y no mecánica, aquellos antiguos danzantes, poseídos por una furia sagrada, se olvidaban por algunas horas de la inevitabilidad de la muerte. Según la opinión de muchos folklorólogos en l parafernalia de las dionisíacas y, sobre todo, de las bacanales, ya estaba prefigurada la ambivalencia de Momo, la diosa mujer disfrazada de hombre, ícono de la prehistoria del carnaval.

Drogas dionisíacas por excelencia son las bebidas embriagantes. Ellas pueden ser fermentadas (vinos, cervezas, chichas, guarapos) o destiladas (aguardientes, aguas dadoras de vida – eaux de vie, como dicen los franceses -. ) La ebriedad alcohólica no solamente estuvo presente en las ceremonias catárticas de la edad clásica, y aún en mas lejanos tiempos. Se bebe en las borracheras tribales y las cuchipandas de los civilizados. Se bebe en la mesa familiar y en los despachos de dogas alcohólicas, permitidas, ensalzadas, recomendadas comercializadas a troche y moche,, cuyos nombres relucen en los avisos televisivos. Se bebe en soledad para mitigar las aflicciones, para llamar al sueño, o por puro vicio nomás. Pero quien fue sorprendido pasando maconha, va preso porque la marihuana es una planta interdicta y su distribución es penada. En cambio, aquellos que se drogan con champagne en una fiesta e celebrado como un payaso risueño. Yo he visto, fuera del pais, a secretarios de Estado tan borrachos que andaban por debajo de las mesas en cuatro patas, ladrando como perros. Callo sus nombres.

Desde el mito bíblico de Noé, embriagado a mas no poder, desnudo y yacente en la lobreguez de su tienda, pasando por el poeta chino Li Po, un excelso borrachín, en todos los países y en todos los idiomas – recordemos al persa Omar Khayyam – se han ensalzado las excelencias del vino. Traigo a cuento dos frases de Li Po: “Despues de tres copas descubrimos la virtud total; después de un litro retornamos a la amable Naturaleza”.

Entre nosotros, cuando un parroquiano de boliche, al brindar con voz gangosa, le dice al vecino de mostrador, que tambien empina el codo y ha conocido minutos antes, ”¿somos o no amigos?”, es porque ya se le subió la grapa a la cabeza.

El alcohol, consumido en grandes cantidades, o dosis, ya que de una droga se trata, provoca tres estados sucesivos en la psiquis y el organismo humanos.
En el primero se produce un liberador proceso desinhibitorio, una exaltación festiva y orgiástica – orgía en griego significa confusión- que derriba las vallas levantadas por la etiqueta social, censora del atrevimiento y el desenfado.

En el segundo se hace mas pronunciada la confusión y comienza a opacarse la percepción de la realidad: el borracho balbucea, vacila, se tambalea, entra en los campos de la inmotivada tristeza o en las viñas de la ira: es entonces cuando gimotea o atropella, y en ocasiones mata. Riñas de borrachos, palos de ciego, balazos a mnsalva, acotan las crónicas periodísticas, inspiradas en los partes policiales.

En el tercero, cuando la borrachera pasa de castaño a oscuro, caduca la percepción de la realidad, el cuerpo se derrumba, la mente se obnubila y el ebrio, despatarrado como los borrachos que pintara Bruegel, vencido por el espíritu del alcohol, duerme “la mona”, como se dice por estas orillas rioplatenses.
Hay otros tipos de ebriedades y otra suerte de drogas que la producen. Evito la casuística. Y callo lo que sucede en el hígado y otros órganos nobles de los ebrios empedernidos en ese abanico de variedades que va desde la caña ordinaria al Whisky añejado durante18 años.


Drogas apolíneas
Apolo, entre los antiguos griegos, era el dios del Sol, de la claridad, de la música, de la purificación, de la profecía. De idéntico modo las virtudes apolíneas mentan el equilibrio, las proporciones armoniosas, la luz serena de una inteligencia que disipa las tinieblas de la ignorancia y la insensatez.

Las drogas que denomino apolíneas se dividen en estimulantes – te, café, mate, chocolate, tabaco (en su utilización recreativa) y eufóricas – coca, betel, kola, etc.) Afinando los conceptos y los efectos podría tambien hacerse un lugar para las excitantes (anfetaminas, xantinas)

Tanto las drogas estimulantes como las eufóricas señalan especificas relaciones con la realidad fenoménica, con el aparecer de los seres y las cosas; las primeras permiten manejarla con finura penetrante, con tino perceptivo, con buena disposición de ánimo; las segundas acrecientan el sentido de poder, que a veces se convierte en soberbia desmedida, en locura hazañosa : se dice que Olmedo, el famoso actor argentino, quiso volar: abrió primero una ventana situada a varios pisos del suelo, luego abrió los brazos y se lanzó al vacío. Voló, si, pero hacia la muerte.

Bajando el tono, aunque en la misma línea, el drogadicto siente acrecentar su Yo, y de tal modo, que no teme enfrentarse con una coalición de enemigos o un cabildo de acechanzas, En el caso de la pasta base y el crack, drogas basura, excrementos del placer y el empuje momentaneos, ya no se trata de una conciencia apolínea sino de genios coléricos, de demonios impulsivos que trastornan las vigilias, que las convierten en antesalas del infierno. Hasta que punto es antagónica la coca en estado de pureza lo demuestran los ejecutivos o los gobernantes que quiere salir, apurados, de la borrachera. Basta con aspirar un pizzicato de la Blanca para recobrar la frescura de la mente y el equilibrio del cuerpo.


Drogas morfeicas
Según nos cuenta la mitología griega Morfeo era uno de los mil hijos que había engendrado Hypnos, el Sueño. La voz Morfeo proviene de forma, y de tal modo este dios alado cambiaba continuamente de apariencia al asomarse a las almas de los humanos durmientes. Existe una peculiar relación entre hipnótico y narcótico, una sustancia que entumece. Dicha voz deriva del griego narcoym, entumecer, que a su vez proviene de narke, entumecimiento. La narcoina sacada del apio produce este efecto en las extremidades del cuerpo humano. Ciertos narcóticos pueden deprimir en una primera instancia y ser dinamógenos en la recta final.

Entre los narcóticos puros y duros figuran el éter, el cloroformo y el ciclopropano. El narcótico adormece pero no es, como se ha dicho, un estupefaciente. La voz latina que da origen a este vocablo significa aturdir. El aturdimiento, el estupor, configuran un estado de ánimo en el que la psiquis se turba, pero bajar la guardia no equivale a la abolición del estado de vigilia.

Volvamos a las drogas morfeicas. Estas provocan el sueño, atenúan o suprimen el dolor, calman el espíritu, inspiran paz, obturan las grietas por donde las conciencias contemplan los males del mundo y las flaquezas del hombre. Analgésicos, hipnóticos y ciertos estupefacientes van de la mano de este tipo de de sustancias que empalidecen la realidad o logran anularla. El opio, el beleño y las sustancias que contienen atropina pertenecen a esta categoría,


Drogas circeanas
Circe era una hechicera del mar Mediterráneo. Manejaba las plantas como una experta herbolaria, y a tal punto que la circea, o sea la mandrágora, era su atributo distintivo. Mediante el suministro de fármacos transformaba la realidad, instalando en las mentes alteradas de sus víctimas las dimensiones de otros mundos y sistemas de cosas. Pudo con cuanto hombre se le cruzó al paso, menos con el recursivo Ulises, el protagonista de la Odisea homérica, una extraordinaria novela, si se me permite el término, de aventuras.

Circe, después de una comida en la que se sirvieron diversas especies vegetales – léase drogas- había transformado a los compañeros del guerrero, ahora marino, que regresaba después de la caída de Troya a Ítaca, su isla materna, en animales. Gruñían como cerdos, ladraban como perros y rugían como leones, según sus distintos temperamentos. Pero lo mas seguro es que así lo creyeran en su turbada imaginación, sometida a los efectos de un alucinógeno. Ulises, el fecundo en recursos, había ingerido previamente, para contrarrestar los efectos de la droga, la hierba moly. Se la había proporcionado Hermes, el dios adivino, brujo tambien, cuyo caduceo equivalía a la varita mágica de las hadas.


El relato mítico se remite a uno de los tantos episodios de las luchas entre fármacos: el antídoto ofrecido por una divinidad salvó a Ulises de las alucinaciones padecidas por sus compañeros de viaje arribados a la isla de Eea, donde reinaba la maga.

Estamos ya en el campo donde juegan su partido las dogas estupefacientes propiamente dichas, como la burundanga, cuya escopolamina atonta, mata la voluntad, deja a merced del ladrón o el raptor, con las alucinógnas, esas diligentes Circes que al trasladar a la Otra Realidad, “cambian la cabeza”, según el dictamen de los drogadictos. Como la marihuana de determinada especie -hay tres: la sativa, la indica y la ruderalis- , sembrada en peculiares condiciones y administrada en ciertas dosis llega a producir suaves efectos alucinógenos, me ocuparé de ellos, y de las muchas plantas que los originan, en la próxima nota.

 

 

Daniel Vidart
2012-08-02T20:24:00

Daniel Vidart. Antropólogo, docente, investigador, ensayista y poeta.

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