El Uruguay de los derechos

Danilo Astori

26.12.2012

Los años se definen por muchas cosas, por momentos particulares, por crisis, por batallas o peor aún, por guerras, por grandes victorias deportivas; difícilmente se recuerden por la acumulación de hechos, aparentemente pequeños. Yo creo que este año 2012, es un año que deberíamos recordar por los derechos que conquistamos las uruguayas y los uruguayos.

Estoy en un período de mi vida en que hacer balances es una actividad casi constante, no lo digo con pesar, sino como una comprobación, un dato. Este ha sido un año marcado por circunstancias familiares y personales, que acentúan esa sensación de temporalidad, de pasaje, que a veces nos invade. Incluso a los políticos -que muchas veces nos sentimos intemporales y eternos -, la vida siempre nos enseña, si estamos dispuestos a aprender, las buenas y las duras lecciones.

Este año avanzamos en nuestros derechos, en esos pasos constantes e interminables hacia la libertad y que constituyen los cimientos de la democracia. Sin derechos republicanos, civiles, ciudadanos no habría democracia, la libertad sería sólo una hermosa palabra.

Quiero despedir el año con ustedes hablando precisamente de los derechos. No quiero hablar de cifras, de estadísticas, de porcentajes, quiero y necesito hablar de derechos.

Para poder hacerlo no como una coartada, un escape de la realidad, asumo que hemos seguido creciendo por décimo año consecutivo; hemos seguido incorporando al derecho básico de salir de la pobreza y de la miseria, a decenas de miles de compatriotas; hemos mantenido la tendencia a que sean más los orientales que retornan que los que emigran. Sin esos derechos materiales y espirituales, nada sería posible.

Hemos mantenido el derecho a que los que viven de su trabajo material o intelectual actual o pasado, sigan mejorando, paso a paso, sin pausa, sin detenerse. Forma parte de esa base fundamental. Nunca debemos detenernos en ese camino.

Hemos incorporado a decenas de miles de personas al Sistema Integrado de Salud que ahora tienen cobertura médica, se ha hecho normal y en cierta manera olvidamos los tiempos en que la atención de la salud tenía un enorme agujero de indefinición, de desamparo en el que vivían muchos miles de personas. Y vamos a incluirlos a todos.

Hemos incorporado el derecho a que el aborto - siempre traumático - no sea un delito y cuente con el apoyo y la atención del sistema de salud y la mujeres hayan conquistado una porción más de derechos. Hubiéramos pretendido más, pero avanzamos luego de décadas de paralización.

Estamos por sancionar el derecho al matrimonio sin discriminaciones de ningún tipo y al reconocimiento de los derechos de las uniones concubinarias y ello no nos impide seguir promoviendo políticas de apoyo a las familias en el sentido más amplio y complejo de la palabra y de sus cambios.

Los recursos que invertimos en la educación son en primer lugar un reconocimiento del derecho de la sociedad uruguaya en su conjunto a contar con una educación pública como factor de igualdad de oportunidades, de justicia social, de promoción de los valores ciudadanos y de las herramientas para integrarse de la mejor manera en el mundo del trabajo.

Hemos mantenido e incluso mejorado la mejor de las políticas sociales, la más profunda, la más estructural y la que transmite la mejor cultura de la convivencia: el trabajo, con índices reducidos de desempleo. Es esa realidad del mundo del trabajo que nos muestra la necesidad de mejorar la calificación profesional y de librar en todos los terrenos la batalla por la cultura del trabajo, de su calidad, de sus resultados, de su sentido creador y de su valor civilizatorio.

La ley de creación de la segunda universidad nacional, de carácter tecnológico, con sede en el interior del país, es un derecho ofrecido a decenas de miles de jóvenes y a todos los 18 departamentos que dispondrán de una nueva herramienta de desarrollo, de crecimiento, de arraigo en sus territorios. Es un derecho histórico.

El puerto de aguas profundas es una ley obviamente de carácter productivo, económico, que por su alcance y su impacto tiene un carácter histórico, es el cambio más profundo en la infraestructura nacional desde la creación del puerto de Montevideo. Pero es además un derecho, el de todo el país a disponer de un nuevo y fundamental eje en el este para nuestro desarrollo, para nuestra producción, para hacer más sostenible y más independiente nuestras capacidades logísticas. Ahora hay que concretarlo.

Y seguimos alimentando el más importante de los derechos, el de pensar libremente, el de no ser conformistas, el de seguir exigiendo y exigiéndonos mejorar siempre en todos los planos, en el de los derechos, las libertades, la seguridad pública; con derechos pero con rigor, el de la política como el ámbito colectivo de los grandes proyectos. No somos un país conformista, una sociedad que se duerme en sus resultados, que se considera mejor que otros, que desprecia sus tradiciones y sus relaciones profundamente latinoamericanistas.

No ha sido un año fácil, se han desatado ferocidades políticas que creíamos superadas, que han pretendido utilizar problemas, dificultades que tienen muchas décadas de fracasos y pérdidas para el país para promover enfrentamientos y tensiones de todo tipo. La vida siempre ha demostrado que lo que la política no da, la justicia no presta, sobre todo cuando se abusa de ella.

También tenemos que asumir que hay zonas sociales donde la violencia, el desprecio por la convivencia e incluso por la vida se han instalado y que corresponden no sólo a problemas sociales, sino a retrocesos culturales que debemos atender y responder con toda la fuerza moral y la inteligencia de nuestra sociedad.

El año que viene debe ser otro año de construcción y no sólo de la desesperada batalla por el poder. La democracia es también esa disputa seria, profunda y libre por ocupar las responsabilidades, pero a veces la ferocidad aleja a la gente y nos deja a los políticos al desnudo de nuestras peores debilidades y apetitos.

Últimamente lo he dicho en varias oportunidades, soy optimista sobre nuestro país, sobre las cifras, los porcentajes, las reservas, la economía, pero mucho más sobre el potencial creador y la capacidad que estamos demostrando la gran mayoría de los uruguayos. Hemos quebrado la cultura de la derrota y continuamos asumiendo la serena determinación de nuestras posibilidades.

Con mis mejores deseos,

Danilo Astori

Danilo Astori
2012-12-26T11:55:00

Danilo Astori