Ahora como siempre y más que nunca

Danilo Astori

24.06.2014

Con las elecciones internas y posteriormente con la definición por parte del Frente Amplio de la fórmula Tabaré-Sendic culminó una etapa política. Nuestra posición sobre este tema es conocida. Una vez más procuramos evitar las consideraciones sobre conveniencias electorales al analizar esta importante definición, que evaluamos en términos estrictamente políticos.

Llegado el momento, aportamos nuestros votos en el Plenario del Frente Amplio, lo que permitió resolver el punto de acuerdo con la propuesta presentada por nuestro candidato a la Presidencia y una clara mayoría de integrantes de ese cuerpo.

 Más allá de los compañeros y las compañeras cuyos nombres habían sido en principio tenidos en cuenta a los efectos de la definición de la fórmula presidencial, la resolución adoptada unánimemente por el Frente Líber Seregni, reafirma conceptos que consideramos importantes para la campaña electoral pero sobre todo para gobernar. Ahora vamos a concentrar todas nuestras energías, nuestras capacidades y nuestro esfuerzo en lograr un nuevo gobierno progresista, por dos motivos: primero, porque durante los nueve años largos de gobiernos frenteamplistas se han logrado cambios muy profundos con resultados extraordinariamente positivos  en la vida de los uruguayos, y segundo, porque queda todavía mucho por hacer, por mejorar y por seguir avanzando con un rumbo de izquierda.

Hemos realizado un activo abierto a la prensa con la participación de cientos de militantes del Frente Líber Seregni en el que realizamos  un balance crítico del resultado de las elecciones internas. En particular, nos hemos formulado preguntas sobre la marcha del gobierno, del propio Frente Amplio y sobre nuestra campaña. Voy a comenzar por lo que considero fundamental: estamos obligados  a realizar un nuevo gran esfuerzo por nuestra gente, por esas mayorías nacionales de trabajadores de la ciudad y del campo, de productores, de profesionales, de educadores, de jubilados,  de hombres y mujeres de la cultura y el arte, de empresarios, que han sido la base del Proyecto Nacional y que construyeron con su esfuerzo y sus capacidades todas las conquistas de estos nueve últimos años. Y esto no es retórica: el gran mérito de los gobiernos de izquierda ha sido el de haber liberado las grandes fuerzas y potencialidades que existen en nuestra sociedad y haber derrotado a la falta de confianza y la resignación a la que condujeron los gobiernos de los partidos tradicionales.

Es que los gobernantes que se consideran los únicos o casi exclusivos responsables de los méritos que suponen los avances de una sociedad, ni son progresistas, ni entienden la esencia de los procesos económicos, productivos, sociales y culturales. Tuvimos rumbo propio, lo seguimos a pesar de todas las dificultades y de nuestras propias limitaciones y errores, y junto a una gran mayoría de nuestros compatriotas, obtuvimos grandes resultados. Por esa gente, nuestra gente, es que vale la pena y es obligatorio el mayor esfuerzo para que vuelva a gobernar la izquierda. Hay que enfrentar y derrotar a la intención de restauración de las fuerzas conservadoras. El proyecto de la derecha, que lidera con sus candidaturas ambos partidos tradicionales,  sería un retroceso histórico en los resultados sociales y económicos alcanzados, en los derechos conquistados, en la confianza que los uruguayos y los extranjeros tienen en nuestro país.

No obstante, también nosotros los frenteamplistas debemos contestar una pregunta fundamental: ¿qué  le vamos a ofrecer a los uruguayos? ¿Le vamos a ofrecer más de lo mismo para el próximo gobierno? Y mi respuesta es categóricamente negativa. Es que proponer más de lo mismo no es de izquierda, es conservador, es no aprender en el ejercicio del gobierno, es dejarse ganar por la soberbia del poder. Necesitamos mucho más, pero sobre todo mucho mejor. Tenemos el programa del Frente Amplio aprobado por todos, pero hay algo clave y es cómo asumimos la perspectiva de un nuevo gobierno y eso lo debemos hacer - desde luego - sobre la base de todo lo que hemos logrado, lo que hemos crecido, lo que mejoramos a nivel social y de los derechos, pero también y sobre todo, de lo que aprendimos para percibir todo lo que nos falta. Y nos falta mucho, sobre todo en profundidad y en calidad.

 Hay cosas que debemos cambiar. Así, como suena. Creo que éste es uno de los principales mensajes de las elecciones internas para los dirigentes frenteamplistas. Podemos hacernos los desentendidos y concentrarnos en discutir nombres y cargos. Sería un grave error. Lo que corresponde es asumir esta señal en todo su profundo significado. ¿Qué cambios se necesitan? Para empezar, los que tenemos que afrontar en lo que refiere a las capacidades físicas y humanas, de modo de incrementar sustancialmente el potencial del país para dar un salto hacia el desarrollo, y superar ampliamente, tanto los actuales niveles de la producción, como la distribución del acceso a sus frutos. Ambos procesos son inseparables, como las caras de una misma moneda. Es lo que la derecha no entiende ni nunca entenderá. En particular, en materia de capacidades humanas, la educación -  que requiere transformaciones muy profundas y urgentes - tendrá que ser objeto de una atención especial e indiscutiblemente prioritaria.

Ese salto hacia el desarrollo supone una calidad superior de vida para nuestra gente, lo que incluye mejores oportunidades de trabajo y de las correspondientes retribuciones y condiciones laborales -aunque también, más obligaciones y responsabilidades  - más cohesión social  y  una más sólida convivencia como pilares de los progresos en materia de seguridad pública, servicios públicos con niveles muy superiores a los actuales, especialmente en el área de la salud, y avances notables en cuanto a la cada día más compleja relación entre producción,  vida humana y medio ambiente.

Sin embargo, las propuestas de nuevos cambios no pueden ni deben agotarse en el ámbito de lo material. También necesitamos un gran salto en los aspectos espirituales, que - en última instancia - son cruciales para definir todas las grandes cuestiones de una sociedad, empezando por las de carácter material y abarcando - por supuesto - toda el área de las relaciones humanas.  Me refiero a la transformación cultural, clave de la construcción de un estilo de vida que conjugue la diversidad con la convivencia, al tiempo que nos permite desarrollar nuestra autoestima colectiva y nuestra adhesión a valores superiores como la libertad, la justicia, la democracia, la participación, la prosperidad, la solidaridad, el altruismo, la tolerancia. Sin la inspiración de estos valores y su vigencia cotidiana en nuestras conductas desde los ámbitos en los que nos toca actuar, no habrá transformación de izquierda en el Uruguay.

Y también  necesitamos mucho mayor calidad en la gestión, esto es, en la conducción de los asuntos públicos a todos los niveles. Ello no puede ser una mera consigna. El primer y fundamental paso a dar en esta dirección es el que tiene que ver con la necesidad de que los cargos de gobierno sean ocupados por los más capaces, los mejores, desterrando de una vez por todas la distribución por cuotas sectoriales. Cuando apliquemos este criterio en la práctica, estaremos demostrando que hemos aprendido las duras lecciones que desde este punto de vista nos han dejado nueve años de gobierno nacional y unos cuantos de gobiernos departamentales. Estaremos demostrando que aprendimos donde duele, es decir, cuando afecta nuestra relación con el poder. Desde luego, esta afirmación incluye muy especialmente el problema de la cantidad de cargos de confianza. Lo que no se resuelve con calidad, con profesionalidad, con nivel político y técnico en la gestión, no se resuelve con cantidad. Esa es también una dura lección.

Saber asimilar estas enseñanzas es el ingrediente esencial de la capacidad autocrítica y la base imprescindible para corregir conductas equivocadas. Sólo así podemos sentirnos diferentes, afirmar que somos de izquierda y proponer la consolidación de esta visión del mundo y de la humanidad en nuestro proyecto nacional.

Danilo Astori
2014-06-24T09:14:00

Danilo Astori