De la necedad a la abstracción. Ernesto Kreimerman

29.09.2025

 

Será que la necedad parió conmigo / La necedad de lo que hoy resulta necio / La necedad de asumir al enemigo / La necedad de vivir sin tener precio. El necio de Silvio Rodríguez.
El necio refiere a aquellos que actúan como si di-s no existiera. No convalida que sean personas de poca inteligencia. Por el contrario, se les identifica con cierta rebeldía aunque a veces se parezca a irreflexión.
Comienza también unos bordes deshilachados en su acotada inclusión conceptual. No hay una evaluación cartesiana, sino más bien en términos de disyuntivas morales. Una vuelta más para acercarnos mejor al concepto: necios, dicen, son aquellos que rechazan la sabiduría espiritual, optando por otro camino que ignora las enseñanzas de la fe.

Y para apelar a la poesía, en la canción El Necio, Silvio Rodríguez lo dice así:
Yo no sé lo que es el destino / Caminando fui lo que fui / Allá Dios que será divino / Yo me muero como viví.
La palabra necedad deriva del latín nescius que significa "necio" y, del sufijo "dad", que indica "cualidad". Necedad a la cualidad o adjetivo que califica por su ignorancia y por actuar de manera desacertada.

Nos da sinónimos muy amplios, como disparate, estupidez, idiotez, tontería, sandez, imbecilidad, terquedad, entre otras. Incluso la necedad es una actitud impropia que adoptan algunos individuos, que son tercos e insisten en llevar a cabo un proyecto, sin medir las consecuencias ni considerar advertencias ni consejos.
Por tanto, la necedad puede desnudar poca sabiduría. Pero esta necedad precipita actitudes que podrán resultar principistas. La necedad como expresión de actos de rebeldía que, generalmente, terminan trágicamente pero lanzan a la humanidad un enorme mensaje, incluso dramático.

Volver de la necedad, o no...

Volvamos al desafío original de la necedad a la abstracción. Así, y aquí el inicio de este tramo: un concepto es más abstracto cuanto mayor es el número de fenómenos con los que se relaciona y cuanto más alejado está de referencias empíricas. En concreto, valga lo que subrayamos antes: los conceptos filosóficos son muy abstractos. Así la primera se desprende del hecho de que la libertad respecto de los datos, que son causa de las teorías, permite establecer grandes continuidades diacrónicas y sincrónicas (es decir, diacronía es un estudio histórico y evolutivo, atiende a los cambios que se suceden en la lengua a lo largo del tiempo, mientras que sincronía refiere a un estudio horizontal; que examina el estado de una lengua en un momento dado, más allá el factor temporal), allanando la comparación de épocas y contextos alejados en el tiempo, en el espacio o en cualesquiera otra características.
Junto a ello, la abstracción estimula la imaginación en la búsqueda de alternativas que serían incomprensibles si se atendiese a los requerimientos apremiantes de la realidad. Por lo que incumbe a los riesgos, pueden apelar a la gran exposición que tienen ante los contraejemplos las teorías y argumentos filosóficos. Dicho de otra manera, seguramente más contundente, de ellos siempre se puede decir que no hacen justicia a lo singular o, lo que es equivalente, que al minusvalorar múltiples datos empíricos con el propósito de constituir pretenciosas continuidades de sentido, caen inadvertidamente en cuestiones frívolas y vacías.
Un último aporte sobre esta cuestión: la palabra "necedad" proviene del hebreo "kesil", que se traduce como "necio" o "insensato". En el contexto bíblico, esta palabra se refiere a aquellos que actúan sin discernimiento, que desprecian la sabiduría y que se niegan a seguir las enseñanzas de Di-s.

Abstracción, y después...

Nada más abstracto, reitero, que los conceptos filosóficos. Y la primera razón, obedece a que responde a ideas universales que dan sentido y profundidad a la búsqueda de respuestas para mejor y más ampliamente comprender la realidad, desde todas las perspectivas que nos desafíen, porque cada una de ellas representan una base de interés y curiosidad. Así conceptos, fundamentalmente, como la verdad, la justicia y la libertad, son básicos para la reflexión, especialmente la filosófica, que nos da las herramientas para cuestionar nuestro tiempo, sus fundamentos para la convivencia y para el disenso. Es precisamente la abstracción un proceso mental que desafía, cuestiona, elabora y da sofisticación a todo lo que nos ayuda a formar conceptos abstractos para comprender y hallar lo central de nuestros problemas y formular alternativas que preserven lo esencial de ellos y así continuar adelante con los procesos vitales de las personas, de las organizaciones, y fundamentalmente, de las sociedades. En suma y brevemente, los conceptos filosóficos son esenciales para la comprensión de la naturaleza de la realidad y del pensamiento humano.

Política, no moral ni derecho

Zoon politikón, así definió Aristóteles al ser humano. Resumiendo, la política busca el bien común y la felicidad de los ciudadanos. El ser humano se distingue por su capacidad de razonar y participar en asuntos públicos, cosa que sucede así hasta nuestros días. Pero se ha producido una doble mutación histórica: 1- los límites de la llamada "naturaleza humana", que parecían inmutables pero fueron avasallados por la invención de nuevos medios tecno-políticos de destrucción y reproducción de la vida; y 2- los límites de la comunidad política, cuyos límites también eran restringidos al gobierno coactivo de una pequeña élite.
La política no debe confundirse con la moral ni con el derecho, aunque tenga vínculos. Es cierto, los códigos morales se reflejan en las normas jurídicas. También en las instituciones y en la vida política. Pero las relaciones que existen entre la política y la moral o el derecho, cuando se busca identificar la singularidad que dota de autonomía el ámbito de la política, lo que es identificado y constituido es justamente lo político. Tal búsqueda es propia de la filosofía, que la emprende en un gesto que es a la vez descriptivo y prescriptivo, esto es, de identificación y de defensa de lo político frente a su colonización por otras esferas y lógicas.

Ya no hay locos...

Este "gran experimento" planetario nos reclama reflexionar sobre la condición humana, y en particular, de la definición aristotélica como "animal político". No está de más reafirmar que la política se concibe como un medio de participación ciudadana, una forma de encarar los asuntos públicos y también la disputa pacífica por el poder. También la política es oportuna para expresar la diversidad de esa pluralidad, de los que activa una sociedad.
Paul Valéry prefirió decir que la política "es el arte de impedir que la gente se entrometa en lo que realmente le atañe", incluso "haciéndole creer que decide algo".

Pero la política es otra cosa distinta que la gestión del político. Sin temor a equivocarme, la más compleja, sofisticada y de asociación libre y voluntaria, que será conducida siempre con recursos limitados. Requiere estudio, motivación individual y asociativa, interpretar necesidades y proyectar alianzas y expectativas para proponer a la sociedad metas transformadoras.
Es el tiempo de la proyectar ideas y sueños, de abstracciones posibles y concretas.

 

(*) Artículo originalmente publicado en El Telégrafo, 28/09/2025. Reproducido con autorización expresa del autor

 

Columnistas
2025-09-29T01:47:00

UyPress - Agencia Uruguaya de Noticias