UY Press - Agencia uruguaya de noticias

17.12.2025

Como decía mi abuela: Llegó el Carlanco Uno, digo por lo menos yo, debe aggiornarse, dejar de lado sentimientos arcaicos que tienden a perecer como la justicia social, la solidaridad, la patria es el otro, la compasión y la piedad.

El siglo XXI, por lo menos en esta etapa nos planta en la cara como una torta de frutilla y crema, el nuevo pensamiento, por ejemplo:

"Los derechos hay que pagarlos"

"Como base de la teoría económica del capitalismo: La Escasez. "No puede haber todo para todos"  de Thomas Sowell

"Los impuestos son un despojo"

"Los ricos son fuente de trabajo"

"La teoría del derrame"

"Quien no llega a ser rico es por su propia culpa"

"Quien es rico, lo ha logrado por sus propios meritos y esa es una ley inmutable"

"El ser un empresario feroz no es una tarea inaccesible, cautiva hasta los empresarios de izquierda que seguramente serán aprobados por las elite y las corporaciones"

 "Que BlackRock si fuera un estado seria la cuarta economía del mundo"

Y cosas como esas parecería que están siendo asimiladas y aceptadas por una sociedad que ya lejos de pensar en revolución se aferra a la aspiración.

A integrarse al sistema con el sueño de convertirse en el tres por ciento que maneja el dinero del mundo o por lo menos en un adulón cercano.

Por esa y otras razones anuncio mi intención de presentar mi candidatura a la presidencia de la Republica. Un poco tarde, pero más vale tarde que nunca.

Mi única plataforma será que los comunes, los anónimos, pero también los aspiracionales, pongamos un dólar cada uno para mitigar los sufrimientos de los propietarios de las grandes fortunas acosados por los reclamos de nosotros los sucios, feos y malos  de la sociedad.

Este dinerillo que juntemos podrá servir para operaciones de belleza, ya que un presidente afirma que son estéticamente superiores.

Si logramos una buena recaudación quizás conmovamos sus corazones y nos derramen desde sus puertas o balcones alguna bolsita de pan con grasa y mandarinas.

Juan Pedro Ribas