Después de la ola, ¿qué? Fernando Gil Díaz

30.06.2025

La respuesta del gobierno fue la correcta, lo que había que hacer se está haciendo y los resultados lo demuestran. Ante la ola de frío polar que afectó al país los instrumentos públicos y privados se unieron en mancomunado esfuerzo para organizar la mejor respuesta posible.

Una clara y contundente demostración de que la solidaridad uruguaya está intacta. Pero, la alerta cesará pronto y nos preguntamos que pasará cuando ello ocurra. Ahí veremos en su real dimensión el acierto de una respuesta que mostró la realidad al tiempo que permitió conocer que hay una salida posible para quien atraviesa la triste situación de vivir en la calle. Pasada esta ola, vendrá una calma que nos deberá interpelar para no repetir situaciones como estas y el país recupere a su gente más jodida. Después de la ola, solidaridad...

Vivir en la calle no es un derecho

Es una triste consecuencia de la desvinculación social de muchos que sufren el desarraigo y la marginación por diferentes circunstancias. Todos terminan en un mismo lugar que los empareja de la peor forma y con la cómplice y cruel asistencia de las inclemencias del clima. El frío nos empujó a todos a tomar real conciencia de la penuria que viven miles de personas (muchos de ellos compatriotas) que quedaron descolgados de toda vinculación y sufren de marginación, soledad y desamparo. En esa lucha diaria por subsistir se aferran a sus adicciones y sobreviven como pueden y donde pueden. Los conflictos no están ajenos a su situación sino que hacen parte casi que de sus rutinas diarias, el sentido colectivo se nubla y hasta que desaparece tras el velo impuesto por la dosis que los lleva a otra dimensión de forma intermitente y destructiva.

Los problemas de convivencia los sobrepasan cada día y terminan afectando al entorno, al barrio, a la comunidad. Una comunidad que al naturalizarlos dio muestras de empezar a padecer de la peor afectación posible: la indiferencia. 

No son invisibles, pero la indiferencia con que empezamos a ver el problema nos llevó a querer evitar sus espacios, eludir sus rincones, ignorar sus pedidos de ayuda... hasta que la mirada se posó en aquel cuerpo inmóvil que nos sacudió demasiado tarde.

Rehenes de normas que nos restringen el accionar, fuimos demasiado obsecuentes con respetar la ley al punto que nos impidió ver que había un riesgo vital en su cumplimiento estricto. Recientes declaraciones del secretario de Presidencia, Alejandro "Pacha" Sánchez, refieren al caso de la internación compulsiva en la que la intervención de más de 214 casos tuvo solo 5 situaciones en que se aplicó esa norma. Es claro que no se trata de saturar las emergencias hospitalarias, pero hay que actuar para que nadie tenga que seguir en la calle soportando el frío extremo; aún quien no esté en riesgo inminente de muerte, porque muchos de ellos sufren de patologías crónicas que pueden ser trágicas si no actuamos a tiempo.

No puede ser nunca un derecho vivir en la calle, no es digno para nadie, mucho menos para quien no tiene más recurso que acudir al amparo del Estado porque perdió toda vinculación y no encuentra oportunidad para salir adelante.

Primero lo importante

Hoy se actuó en la emergencia, y es lo que había que hacer. Una emergencia que está resultando tal cual lo previsto, donde al esfuerzo interinstitucional público se ha unido el privado con múltiples organizaciones civiles y religiosas que dan su tremenda mano. No hubo que lamentar más víctimas tras la actuación a tiempo y acertada de todo ese engranaje puesto a andar de manera organizada; un accionar que tiene otras consecuencias que empiezan a notarse de manera satisfactoria.

Según han manifestado las propias autoridades, ya son muchos los afectados que acuden de forma voluntaria a los refugios establecidos dando cuenta de un reconocimiento tácito del acierto de esta movida. Hoy son muchos más los que ven positivamente las acciones del gobierno actuando en la emergencia ("ahora los patrulleros nos llevan al refugio", manifestó uno de los asistidos), con lo cual solo queda esperar que esta intervención permita ir recomponiendo vínculos para afrontar el día después.

Ahí es donde se fundamenta todo este esfuerzo que desde siempre fue instrumentado junto al ofrecimiento de rutas de salida para los miles de afectados por su situación de calle, pero que -por diferentes circunstancias- se quedó a mitad de camino. No es tiempo de mirar para atrás sino solo para adelante y hace bien el gobierno en concentrar su mayor esfuerzo con esa actitud. De lo contrario entraríamos en un terreno donde el barro y la mezquindad política se confunden para desgracia de los más afectados. 

Por eso es que estamos convencidos que esta desgraciada ocasión, que involucró a todo el Estado y a organizaciones civiles y religiosas, se convertirá -sin dudas- en una tremenda oportunidad para devolver la fe perdida a cientos de personas que podrán empezar a recomponer sus vínculos o encontrar esa oportunidad que no tuvieron antes.

Lo primero fue lo más importante y se está logrando con gran efectividad, lo que vendrá después es parte de otra historia, pero ahí TODOS tendremos que poner algo de nosotros para que se pueda concretar la hazaña. Empezando por un poco de empatía al menos con el que sufre la calle, porque solo si logramos entender que nadie se salva solo podremos construir ese estado de bienestar al que todos tenemos derecho.
Es imperioso involucrarse del modo que cada uno pueda, tanto como apelar al empresariado nacional para que hagan pesar la responsabilidad social empresarial en los lugares donde hoy más se precisa que es en ofrecer oportunidades laborales a muchos de los afectados. Porque muchos solo aspiran a vivir de su trabajo. 

Y aquellos que padecen alguna patología puedan ser atendidos convenientemente, y ahí ya será parte de la responsabilidad social a secas la que impere, donde el Estado es mano.

En tanto somos seres gregarios no podemos dejar en la más cruda soledad a quien necesita asistencia. Solo así podremos ser una sociedad plena y disfrutar de la peripecia de vivir.

Después de la ola... solidaridad.

 

el hombre aprontaba paquetes,
el perro ladró al termómetro...

Fernando Gil Díaz
2025-06-30T11:17:00

Fernando Gil Díaz