Diversidad y salud mental: responsabilidad colectiva, deuda histórica. Diego Romaniello

12.09.2025

Setiembre es el mes en el cual reivindicamos la diversidad en todas sus formas: la diversidad sexual, la libertad de ser y la posibilidad de amar a quien queramos.

En un contexto global donde los discursos de odio hacia la comunidad LGBTIQ+ vuelven a tomar fuerza, donde se busca degradar y limitar la libertad de ser, nuestra responsabilidad como sociedad es clara: seguir fortaleciendo políticas que amparen al colectivo. Políticas concretas, hechos reales que demuestren que no están solos ni solas, que todos/as tenemos el mismo derecho a vivir y amar con libertad y dignidad.

El 10 de setiembre, fue el Día Internacional para la Prevención del Suicidio. Y si hablamos de diversidad, no podemos ignorar una realidad dura pero urgente: las tasas de suicidio en la comunidad LGBTQI+ son significativamente más altas que en la población heterosexual y cisgénero.

Estudios internacionales han demostrado que este fenómeno se relaciona con factores específicos como el estrés psicosocial, la discriminación, el estigma y la falta de redes de apoyo. En particular, las personas LGBTQI+ presentan tasas significativamente más altas de ideación e intentos suicidas, muchas veces asociadas al peso de tener que asumir una identidad estigmatizada en contextos hostiles.

Las personas LGBTQI+ nos seguimos enfrentando, en muchos espacios, a entornos que solo no nos comprenden, sino que nos rechazan abiertamente. La falta de aceptación familiar, el acoso escolar, la discriminación en el trabajo o en centros de salud, son parte de un entramado de violencias que impactan directamente en nuestra salud mental y calidad de vida.

Por eso es clave generar ambientes receptivos, empáticos y seguros: en las familias, en las instituciones educativas, en los espacios laborales. El acompañamiento de los vínculos cercanos puede marcar la diferencia entre una vida vivida con libertad o una vida marcada por el sufrimiento y la invisibilidad.

El pasado 9 de setiembre la compañera Andrea Gianneo, activista trans, artista, y compañera, oriunda de Melo, decidió quitarse la vida. Este trágico final no es un hecho aislado, sino la consecuencia de múltiples factores. Es reflejo de una sociedad y un Estado que aún no asumen plenamente su responsabilidad: nos siguen faltando redes de contención, y nos falta garantizar el cumplimiento efectivo de las políticas que ya existen, como la Ley N° 19684, la ley integral para personas trans.

Este mes la recordamos a ella, y a tantas otras compañeras que ya no están. Compañeras que lucharon por un país más justo, más inclusivo, más libre. Por un país diverso, donde cada uno pueda ser quien verdaderamente es.

 

Diego Romaniello. Edil Departamental por Compromiso 711 - Frente Amplio y Presidente de la Comisión de Cultura de la Junta Departamental de Montevideo

Facundo González. Activista social y asesor político en la Junta Departamental de Montevideo.

Columnistas
2025-09-12T11:21:00

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